¡Ay, ay, ay, ay! Canta y no llores: El otro himno del fútbol mexicano

Francia 98’. El marcador empatado a uno. Al inicio del segundo tiempo México había logrado tomar la ventaja gracias al gol de “el Matador”, mismo que los alemanes lograron igualar media hora después. Los verdes comienzan a dominar el partido y en la tribuna se hacen presentes las ilusiones de superar a una de las mejores selecciones del mundo y avanzar al mítico quinto partido.

Minuto 86. Olivier Bierhoff remata de cabeza y el balón termina en el fondo de la red custodiada por Jorge Campos. 2-1. El árbitro finaliza el partido: Victoria de Alemania. El tricolor llora desconsolado en la cancha. De pronto, entre el público se escucha que alguien canta. Poco a poco toda la porra se le une. Segundos después, el Stade de la Mosson retumba con la melodía del Cielito Lindo.

Los anales de los certámenes mundialistas indican que esa fue la primera vez que se entonó la famosa canción mexicana en una contienda deportiva. Desde ese día en que los fanáticos trataron de consolar a los futbolistas tras la derrota en uno de los partidos más disputados en la historia de la selección en la fase de eliminatorias, el Cielito lindo se ha vuelto un segundo himno nacional que se canta en cualquier tipo de competencia en la que México participe. Sin importar que se vaya ganando o perdiendo, el Cielito lindo es ya todo un símbolo que, además de apoyar a los contendientes, logra unir a la hinchada y armonizar todos los gritos de la porra en una sola voz.

La canción fue compuesta en 1882 por el originario de Xochimilco, Quirino Mendoza y Cortés. La emblemática letra fue dedicada a su esposa, una serrana de ojos negros con un lunar junto a la boca, y en ella el músico buscó reflejar toda la belleza que albergaba el mestizaje, no sólo en el aspecto físico sino en el cultural; de esta forma, Mendoza respondió a la necesidad que ocupó a muchos de los artistas del país durante el siglo XIX: lograr conformar una identidad propia de lo “mexicano”.

Para conseguir esto, el compositor plasmó en su letra una analogía que muy poca gente conoce. Entre los versos de la primera estrofa aparece el personaje de una mujer de ojos negros proveniente de una tal Sierra Morena. Lo curioso es que, por más sorprendente que parezca, el lugar al que se refiere la canción no se encuentra dentro de México, sino que hace referencia a una sierra ubicada en la región andaluza de España. Así, pues, la imagen de aquellos célebres ojos negros que vienen “de contrabando” no hace referencia precisamente a una mujer venida del monte, sino que es una figura metafórica que alude a la herencia española que «vino bajando» hasta instaurarse en el pueblo mexicano.


De la Sierra Morena, 
cielito lindo, vienen bajando
un par de ojitos negros,
cielito lindo, de contrabando.


De esta forma, el Cielito lindo es una canción que ya desde el momento en que fue creada llevaba dentro de sí una significación muy arraigada que buscaba la unidad y la fraternidad entre los mexicanos, recordando el origen heterogéneo y la esencia pluralista intrínseca a México.

Sin embargo, y pese a la belleza de la letra, la canción de Quirino Mendoza nunca hubiera alcanzado la importancia que tiene hoy en día de no haber sido por la presencia que ésta tuvo en la época del cine de oro mexicano, y más específicamente, en la música de la película Los tres García.

En una escena de dicha película Pedro Infante, Abel Salazar y Víctor Manuel Mendoza cantaban el tema de Cielito lindo en una versión a trío con mariachi. La música era tan buena que la canción rápidamente se popularizó y adquirió un gran reconocimiento, no solamente en México, sino en los medios internacionales.

Desde entonces, la canción ha sido versionada por un incontable número de artistas de todos los géneros, dentro y fuera de México, y el tema ha adquirido tal fama que ahora en muchos países alrededor del mundo es fácilmente reconocida como la canción mexicana por excelencia.

Ya sea en el estadio, en un restaurante o en una cantina con los amigos, es indudable que a cualquier mexicano de hueso colorado se le calienta la sangre al escuchar los versos del coro. Su música no sólo transmite la fiesta y el baile, sino que también implica un sentido de pertenencia que te une al que canta a tu lado, y que al momento de entonar el famoso «¡Ay, ay, ay, ay, canta y no llores!» te demuestra que el vínculo que existe entre mexicanos va más allá de los colores en la camiseta.

El próximo domingo 17 de junio México vuelve a enfrentarse con Alemania, y a pesar de tener un panorama bastante incierto en cuanto al resultado del partido, lo que tenemos seguro es que volverá a escucharse el Cielito lindo en la tribuna.

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