I
La mañana empieza
con un fósil
de resina incendiaria.
Chispazos
devenidos
humo
de venidos
hubieses que,
romos,
se han ido
fermentando.
La mañana empieza
con un fósil
de resina incendiaria.
Chispazos
devenidos
humo
de venidos
hubieses que,
romos,
se han ido
fermentando.
Donde antes existía una canción desesperada o una furtiva lágrima, hoy imperan el silencio, la ausencia y el eco de los pasos que alguna vez retumbaron en el escenario. Marzo del 2020 no sólo quedará marcado como el mes en el que bajamos nuestras cortinas; también lo recordaremos por el momento en el que los auditorios cerraron el telón, y el público se perdió entre un montón de sillas vacías. El arte escénico, con sus miles de formas para inducir catarsis, desapareció cuando más lo necesitábamos.
«La vi. Filo de guadaña la luna.
La hierba a vértigo de selva sonaba.
La miraba, tan sólo la miraba.
Rayo era que refulge en la laguna,
una cósmica reflexión montuna,
perdida esquirla de una estrella brava,
luz maldita que del hombre secaba
las razones. ¡Oh, suerte cruel y bruna!
Porque lo bello no nos salva, no…
Era el horror ceñido de artificio,
ojos serenos que el diablo tomó
para hurtar el elixir de la mente.
No los mires que a través de su esquicio
está hacia la postrera sombra el puente».
No pido la eternidad,
se esfuma mientras se enuncia
pido un grito infinito,
una suspensión del tiempo
fuerza para soltar la voz
un no que se resista.
A mitad de la noche en el espejo zumban pasos:
un mensaje describe la reacción
del pecho, al ser rozado por otro brazo.
Hace poco fue mi cumpleaños y Mariana me trajo un libro. Es una tradición que hemos tejido en el tiempo en el que hemos sido amigas. Regalarle un libro a alguien de letras es ciertamente una tarea difícil; llegó un momento en el que los libros de Castellanos y Dueñas se nos acabaron, así que me trajo un poemario delgado envuelto en papel azul. Me dijo «es una poeta nueva, espero que te guste».
Pintura: Agonía de David Manzur
oigo a madre toser.
sus pulmones como grandes hostias
hechas para los labios de la muerte.
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Vivimos en un medio aislante
rodeados de oscuridad.
Pero existen descargas repentinas
esa breve emisión de luz de lo desconocido
que se enciende fugazmente
para el deleite de los observadores de lo inédito.
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Poemas a Salvador Novo
Alguien
llega a casa tan gris
del trabajo, en la cama se recuesta
y recorre, con los ojos bien cerrados,
los sitios de su infancia.
Se
ilumina
el principio de una lágrima
y canta, en pensamientos, una canción
que ya todos olvidaron.
Parecía que de la infancia
ya no tenía nada; y sin embargo,
las sábanas amanecen húmedas
como en aquellos días
donde los peores monstruos
visitaron sus sueños.
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Tautología
¿Qué quedará de mí en esta tierra vacía,
refugio de almas –nido de víboras–
en el purgatorio que se esconde en mi reflejo?
Quedará solamente pavesa:
los dedos que se funden en esta carne,
en estas pieles que transmutan: cuerpos ambivalentes;
solamente el envoltorio de esta flor marchita:
los despojos de lo que un día fui
y los colmillos.
He de permanecer
en las aguas de una serpiente que se autofagia;
de quedar insomne
entre los venenos de esta vida,
las voces fantasmas,
los gritos que no dejarán de lacerarme.