Etiqueta: Literatura mexicana contemporánea

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Canto y arquitectura || Poemas de Edis Namar

Perorata de un loco (otro rayo de luna)

«La vi. Filo de guadaña la luna.
La hierba a vértigo de selva sonaba.
La miraba, tan sólo la miraba.
Rayo era que refulge en la laguna,
una cósmica reflexión montuna,
perdida esquirla de una estrella brava,
luz maldita que del hombre secaba
las razones. ¡Oh, suerte cruel y bruna!
Porque lo bello no nos salva, no…
Era el horror ceñido de artificio,
ojos serenos que el diablo tomó
para hurtar el elixir de la mente.
No los mires que a través de su esquicio
está hacia la postrera sombra el puente».

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La invasión de lo extraño: “Pasos en la casa vacía”, de Eduardo Cerdán

Ilustración de Carlos Gaytán

Imaginen comenzar a leer un libro y sentirse cómodx en sus letras. Que el ir y venir de los párrafos funcione igual que las mareas y su poder relajante. Encontrar, de algún modo, un hogar en un texto. Ahora, imaginen que ese hogar se ve asediado por un peluche vivo, por un nahual, por un asesinato, por un ente indefinido, por un cuerpo sin extremidades y por un insecto extrañamente familiar. Ese hogar empastado se convierte a cada línea en un lugar tormentoso que causa más repulsión que cercanía. Eso es Pasos en la casa vacía (2019), de Eduardo Cerdán.

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Instantes || Crónica de Juan Francisco Hernández

Estamos en agosto. Un verano cálido y húmedo. Hace tres años llegué a Bélgica y no me acostumbro al clima. Inviernos largos y fríos; veranos cortos y ardientes. Por la mañana me senté en la terraza, me quité la camiseta y me quedé tranquilo e inmóvil, como lagartija sobre piedra al sol. He pasado la otra parte de la mañana en el jardín, con los hijos de M, buscando caracoles.

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El sueño infinito - Aimeé Cervantes

El sueño infinito || Cuento de Isaac Gasca

Ilustración de Aimeé Cervantes

Cuesta trabajo abrir los párpados al amanecer después de otra noche intentando dormir. La mirada pesa, los ojos duelen. Siento que floto, como si mi cuerpo estuviera inflado con helio. De un momento a otro levitaré. Humecto mis ojos con un gotero que lo mismo podría contener fuego. En el espejo observo que las ojeras se levantan bajo mis ojos como un muro infranqueable que prohíbe entrar al sueño. Mis ojos se tornan más negros, más pronunciados mis gestos. Llamo al trabajo para pedir otro día de descanso. El jefe me otorga el permiso y me recomienda un psiquiatra, el tercero en lo que va del año. “Claro que sí, Julio. Tómate el tiempo que quieras a cuenta de tus vacaciones”. Cuelgo. Mi casa fría, blanca, vacía, es una perfecta analogía de mi corazón roto, duro, estéril. Por la falta de sueño agrego sal a la leche, azúcar a la carne, miel a la pasta. Si existe la vida después de la muerte debe comenzar así.

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Fronteras literarias

Cuando no hay fronteras, me las traen. Aunque no quiera.

Max Aub, Enero en Cuba

¿Podemos establecer límites arbitrarios que permitan diferenciar un concepto de otro? ¿Es posible dividir las cosas? La practicidad a la que nos ha condenado el modo de vida occidental nos hace creer que el espacio físico en donde nacemos, crecemos y morimos es el primero en estar delimitado por líneas imaginarias que el Estado, como ente todopoderoso, estableció. Sin embargo, el concepto de frontera no sólo puede ser usado en favor de intereses nacionales; las artes y las humanidades han conseguido trascender las expresiones sociales para colocar al concepto fuera de los confines mundanos. Una frontera, entonces, no es un lugar, sino el proceso a través del cual una cosa deja de ser lo que es para convertirse en una completamente distinta. Aquí un recuento de tres fronteras en la literatura que fueron exploradas excepcionalmente por varios autores.