Tengo un defecto, o así lo he catalogado. Mientras estoy leyendo voy contando las páginas, no tan recientemente como creerán, pero se vuelve un fastidio cuando estoy a cien páginas de acabar. Mi lectura se convierte, entonces, en una acción maratónica: me olvido de hacer cosas, quiero terminarlo pronto. Es como si un bicho se me hubiera trepado, de esas chinches que están infestando París y la Ciudad de México ―seguramente ya las has tenido de manera psicológica―, y tuviera que sacudírmelo de encima, golpeándome por todo el cuerpo. Ochenta, setenta, ahora cincuenta. Se vuelve una obsesión malsana. Alguna vez, cuando estaba leyendo Cien años de soledad, llegué a la centésima página antes de terminar, eran cerca de las once de la noche: invoqué al huracán, pues no pude detenerme hasta las dos de la mañana y quedé sin poder dormir el resto de la madrugada; solo agradecí que existiera algo como eso y se pudiera leer.
Etiqueta: Libros
Se nos va el tiempo
Fotografía de Sarah Cruz
Vuela el tiempo de corrida, y tras él va nuestra vida.
Refrán popular
El mundo era una materia que habíamos domesticado, un animal tierno y engañoso que nos susurraba que todo lo que imaginábamos, todo lo que los libros habían encendido en nosotros, sería posible.
Leila Guerriero
“Se nos va el tiempo”, me dijo una señora hace unos días. Yo iba de regreso a casa en camión: tres de la tarde, tráfico, hora pico, lluvia y calor al mismo tiempo. Leía el último libro de la saga Dos amigas de Elena Ferrante. La señora se subió un par de paradas después de la mía y luego se sentó a mi lado. Noté de reojo que volteaba de vez en cuando a las páginas del libro. No me molestó. Al contrario: me imaginaba cuál sería su impresión de lo poco que alcanzaba a rescatar con su lectura de soslayo. Por momentos perdía el hilo de los párrafos intentando colocarme en su posición. ¿De qué se imaginará que va el libro? ¿Qué impresión le dará tal o cual frase? Luego regresaba absorta a la historia que me hacía ignorar todo lo que ocurría fuera del camión y fuera de mi asiento. Cuando llegamos al destino, la señora se levantó para salir del camión. Yo iba detrás de ella, con el libro en la mano y mi dedo como separador. A punto de bajar, se da la vuelta, sonríe, dirige ligeramente la mirada hacia el libro y me dice: “se nos va el tiempo, ¿verdad?”.
Ray Bradbury, el estío que prevalece || Ensayo de Víctor Balam
A cien años de su nacimiento, las advertencias sobre lo que podría ser el futuro del escritor estadounidense se vuelven más importantes que nunca. Su amor y esperanza sobre las bibliotecas y los libros son […]
El sueño literario || Texto de Necrománcer
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Cuando a Roberto Bolaño, en una entrevista hecha por Cristián Warken para su programa televisivo La belleza de pensar, se le pregunta por qué escribir una novela de 600 páginas ―esta novela es Los detectives salvajes― en un mundo cada vez más rápido, habitado por personas que leen cada vez menos, él, Bolaño, contraataca con una interrogante aún de mayor calibre: «En realidad es una muy buena pregunta, pero la respuesta englobaría también al cuento y a la poesía: ¿por qué escribir, por qué escribir una novela larga, por qué escribir un cuento, por qué escribir más sonetos?». Kafka, desde su siglo, ya clasificaba y condenaba este tipo de preguntas. De ellas solía decir que “han dormido bien en los infiernos; ¿por qué sacarlas a la luz del día?”. Y es que esta pregunta de Roberto Bolaño es de largo alcance, una pregunta maldita, tan honda como incómoda: rebasa al autor mismo ―quien en la entrevista, cabe decir, no sabe responderla―, va más allá del público, del entrevistador, y no limitándose a aturdir su auditorio, la pregunta detona en los oídos de todos los poetas de la esfera terrestre ¿Por qué escribir más sonetos? Es algo que los tortura, que no los deja dormir. No sólo a ellos, también a cuentistas, a novelistas, a narradores en general, a los prosistas y a los versistas no nacidos, aquellos que han de escribir en el futuro.
Refractario de Eduardo Parra Ramírez. “La sombra de la flor parece la de un monstruo” | Reseña
El ejercicio del poeta es, quizás, uno de los más complicados en el mundo de la creación literaria, no sólo debe construir imágenes nuevas a partir de las ya existentes, además se adentra en el […]
He llegado a la X_ al punto donde se vierten los atómos_ Entrevista a Emmanuel Vizcaya
Esta entrevista fue originalmente publicada en el número 4 de la revista Primera Página. Hoy la republicamos en nuestro nuevo portal.
Centro Histórico, Distrito Federal, 29 de junio de 2015.
EV: Emmanuel Vizcaya
EPP: Editores Primera Página
EPP: ¿Vienes ahora de muy lejos?
EV: Del sur, de Barranca del muerto. En bici. Es mi ruta cotidiana.
EPP: ¿Hasta el Centro?
EV: Sí, al Centro, a la Roma, a la Narvarte. Desde hace un tiempo decidí en la medida de lo posible no tomar más metro, ni metrobús. Pura bicicleta. O caminar. ¿Dónde conseguiste ese ejemplar?
EPP: En una librería de viejo. Antes de este libro hiciste auto ediciones de cada uno de los tres que lo conforman. Cuéntanos un poco de eso.