El rock en su época de esplendor cambió el paradigma de la generación joven que lo vio nacer y madurar. Occidente vivió el fenómeno de masas de The Beatles, la rebeldía nihilista de The Sex Pistols, las camaleónicas mutaciones de David Bowie y la profundidad lírica de Lou Reed. Pero, ¿qué hay de aquellos lugares lejanos a estos epicentros que fueron Inglaterra y Estados Unidos? ¿Cómo vivía el rock aquella juventud que en la lejanía observaba la trayectoria de aquellas luminarias?
Leto, del director Kirill Serebrennikov, retrata precisamente la cultura rock underground que, a principios de los ochenta, existía en Leningrado, el único lugar de la Unión Soviética donde había un espacio para el género, lejos de las estrellas pop que en Moscú promovía el estado.