Soy Piedra es el nuevo trabajo discográfico de la banda chilanga Belafonte Sensacional, el cuarto después de la intimidad lo-fi de Petite Riot; de Gazapo –hijo bastardo de Bob Dylan y el Profeta del Nopal–, y de su vástago más punk, Destroy.
De la mano de la producción de Hugo Quezada (conocido principalmente por su trabajo con la banda de electrónica análoga Robota), Soy Piedra es un giro hacia una psicodelia que, emanada desde las entrañas del Belanfonte Sensacional, se revela oriunda de una ciudad en cuyo interior habitan el punk, Bad Bunny y Jaime López.
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En este disco confluyen influencias pasadas y nuevas inquietudes sonoras. Junto a la canción folk, al rock urbano y al punk, encontramos también ritmos hipnóticos que abrevan del krautrock y del postpunk, junto a una buena dosis de ruido en las guitarras.
«Segundo acto de destreza juvenil» abre el disco con un arpegio de guitarra eléctrica, la armónica del Ale de la Portales e Israel Ramírez, que canta: «ya los vi / usar de referencia a Rick & Morty en todas las canciones».
Mientras detrás, se va gestando un track de nostalgia noise pop que habrá de reventar al final en guitarras ásperas de fuzz y coros que entonan «Laralá lala», después de la sentencia «volar en mil pedazos / en un acto de destreza / juvenil».
Llevar a la banca rota
«Segundo acto de destreza juvenil»
toda la historia
de tu pinche padre
es un don.
En esta misma línea sonora se ubica el cuarto track, «No llores, Cumbias», una optimista dedicatoria a un amigo de la banda, el Cumbias.
Piedra es testigo de rodar y andar
«No llores, cumbias»
piedra es un muro piedra para lapidar
piedra es la droga piedra residual
piedra es un corazón que no sabe llorar.
El bajo en «Epic Aris» y en «La noche total» me remite a un sonido postpunk, por colocarse en estas canciones por encima del resto de los instrumentos, llevando la base rítmica a la vez que una melodía principal, en contraste con la guitarra que aparece discreta para ir agregando sólo detalles, sin excesivo protagonismo.
Sin embargo, estas canciones no apelan para nada a un revival de aquel sonido, sino que se afirman propias a través de su particular lenguaje, sobre todo a nivel lírico, pero también en el musical, donde la trompeta y la percusión latina en «Epic Aris», así como el piano y el cello en «La noche total», vienen a sumar originalidad a la paleta sónica del álbum.
Un espejo se rompió
«La noche total»
gato negro apareció
el salero colapsó
viernes trece, no pidas perdón.
La suerte es una especie de dios.
La voz en «Epic Aris» asemeja a una letanía, que se pregunta y contesta de un altavoz al otro, en repetición hipnótica, en ocasiones jugando a alterar palabras: «rebeldé», «danzonié»…
Me rompí de casa
«Epic aris»
Rebeldé la cuadra
Recé dioses dioros
Reventé sudaderos
Di silbido al ciego
Ofrendé mis vainas
Caminé hasta el humo
Danzonié lo oscuro
Fuego light al fuego
Serené la noche…
Según Israel Ramírez (letrista, además de vocalista) «Epic Aris» recibe su nombre de los filósofos hedonistas Epicuro y Aristipo y de aquel personaje casi autobiográfico de la novela Pasto verde, de Parménides García Saldaña. La canción está dedicada, por supuesto, a este escritor y también a José Agustín.
Precisamente bajo el signo de la literatura de la onda navega el Belafonte Sensacional, así como del de la poesía beat y de la lírica del grupo de los rupestres. Por esto, las letras de Israel son un lugar privilegiado para el slang y otras referencias del habla joven de la Ciudad de México.
Paralela a esta jerga joven corre la vena del rock urbano, que ha sido parte de Belafonte Sensacional desde sus comienzos. Ahora, se reitera vigente en tracks como «Marris», «Sácate a la carretera» «Resist All» y «Oh shit oh fuck».
«Marris» es una inmersión psicodélica; downtempo, de estructura bluesy con olas de reverb distorsionado. La voz es ambigua, con un delay que resta inteligibilidad y hace sentir arrastradas las palabras, casi como si te hubieras comido un cuadro. Ambas estrofas cierran al final con un coro que es un guiño coqueto a Jaime López y a los bailes populares:
Pasa la risa
«Marris»
no tengo prisa
por fallecer
(tibiritábara tíbiri ta)
…
Sácate el cobre
no te aminores
padrino local
(tibiritábara tíbiri ta)
«T. Oh The Oh» es el track punk por excelencia: rápido (apenas quince segundos), ruidoso y lleno de malas palabras. De presentaciones en vivo pasadas ya conocíamos «Resist All» y «Oh shit oh fuck», esta última interpretada para el disco con una coda a tiempo de reggae.
En «Las distancias», aún siendo una balada folk de solo guitarra y voz, hay una reminiscencia punk cuando Israel canta: «No hay futuro para ti / no hay futuro para mí», como si fuese éste un eco de aquel «there’s no future» que Johnny Rotten cantaba allá en Inglaterra en 1977.
Soy piedra termina con «K. en el abismo», un corrido juguetón y cómico, una despedida cantada que, aún con su sonido norteño, se siente capitalina desde que abre diciendo: «Áhi nos vidrios la bandera».
Con aquella frase se anuncia el final de un disco hecho con toda la intención de ser memorable de principio a fin; una apuesta de todo o nada, como constantemente se la juegan las bandas independientes; una lucha por sobrevivir y trascender.
Chau, good bye, arrivederchi
«K. en el abismo»
me voy todano todo el año
a recibir molestias a otras partes
y a pagar lo que debo en un enganche
me voy muriendo en mis achaques
gasparines, que me pican los tanates
Soy Piedra fue posible gracias a la campaña «Salva al Belafonte», en la que convocaron a sus fans a asistir a sus conciertos, pagar sus entrada y comprar mercancía con el fin de costear la producción del disco y la supervivencia del grupo.
Puesto que este disco existe, representa un triunfo más para una banda que ha sabido posicionarse como una de las más relevantes de la escena de la Ciudad de México, no solo por la calidad de su material, sino también por su base de seguidores dispuestos a aportar para que la banda continúe publicando material nuevo.
Autor: Jorge Galindo (Xalapa, Ver., 1991) es compositor de canciones. Ávido lector de poesía, se ha acercado a los estudios literarios con el interés de analizar la canción como parte del fenómeno poético. |