Quizás el mayor misterio somos nosotros, desde adentro.
En Beginners (2011), Mike Mills escribe: “Our good fortune allowed us to feel a sadness our parents never had time for” haciendo alusión a un periodo nuevo de introspección sensible a la que tiene acceso la más reciente generación del siglo XXI. En la actualidad parecemos reaccionar como multitud. Gustave Le Bon, un psicólogo y sociólogo francés conocido por su estudio sobre las masas, nacido en los últimos años del siglo XIX, postuló la existencia de una denominada “alma colectiva”, donde se construye una brecha de pensamiento que se diferencia de cada uno de los sujetos que la conforman, es decir, existe algo que une a los sujetos, tanto así que se sigue, por omisión, una superficie de decisiones con la que podríamos no estar totalmente de acuerdo: reproducimos los mismos discursos sin detenernos a reflexionar las variables, los sujetos o las prácticas que se critican o se realizan. Estas ideas, aunque alejadas en la historia, se complementan con otros factores más para explicar una parte de la concepción de normalidad.