Pensar en la figura y posición de Mariana podría hacernos caer desde lo alto de las expectativas en las que la descripción de una mujer como Julia nos elevó. A diferencia de la de Julia, […]
Sobre mi cadáver || Cuento por Alejandro Arras
El perro ladraba enfurecido. Los trabajadores del rancho San Juan escucharon el estrépito de la grava repiquetear cuando las llantas giraron en la entrada. Don Gabino se atusaba el bigote en las escaleras del porche, […]
Decálogo (en proceso) de un novelista irredento
Texto por Gonzalo Lizardo
«Musas bailando con Apolo» de Baldassare Peruzzi
1. Nunca la literatura (y menos la narrativa) será un acto solitario sino colectivo: un gesto social. Escribir sólo para uno mismo es onanista; escribir para la multitud es demagógico; escribir para la posteridad es una megalomanía cercana a la necrofilia. Lo ideal sería escribir para los pares: para aquellos lectores (pasados, presentes o futuros) con los que uno pudiera tomarse un café, conversar largas horas, cultivar la amistad y la polémica.
Mujeres, ¡a la cocina! (V) – Las migajas
El reflejo difuso en el mosaico blanco. El incesante tintineo de las ollas, sartenes y cucharones. Cuchillos, sangre, frío. Las cocinas pueden llegar a ser tan atemorizantes como una morgue. ¿Qué muere en todas las cocinas? ¿Sólo las extrañas criaturas que nos narró Amparo Dávila? ¿O también un poco de nosotras mismas como contaba Rosario Castellanos?
Agnès Varda, los rostros y lugares de la «nouvelle vague»
A finales de la década de los años de 1950, un grupo de cineastas comenzó una nueva forma de hacer cine en Francia. Directores como François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y Agnès Varda fueron los que le imprimieron fuerza a esta nueva corriente y forma de hacer cine en Francia, en contraposición de la corriente clásica que tenía por nombre «Cinéma de qualité».
And I’m feeling good: La lucha de Nina
Una mujer en el escenario que se sienta al piano. Figura fuerte, cabello crespo, nariz gruesa, labios gruesos. Unas manos negras que decididamente se posan sobre el marfil del teclado. Una mirada fija, penetrante, que se pierde en la oscuridad del vacío. Una boca entreabierta en donde se esconde la rabia que se agazapa. Y luego, una voz profunda y desgarrada que rompe el silencio. Ella fue Nina Simone.
Lima: ¿La horrible?
Texto por Francisco Martínez Hoyos, desde España
Para el escritor Julio Ramón Ribeyro, Lima no constituía un objeto de contemplación estética. La cuestión no era si le gustaba o no la ciudad, sino que la vivía como algo tan próximo e íntimo que se veía incapaz de juzgarla con un mínimo de distancia, la necesaria para pronunciarse a favor o en contra a partir de criterios como los monumentos, el clima o la gente. La capital peruana, para él, podía compararse a sus pulmones o su páncreas. Simplemente la llevaba dentro. Como una pertenencia insustituible que estaba, lo mismo que París, más allá del gusto.
Ceremonia 18. ¿Suficiente bueno para lo que estás pagando? II
Por Arturo Meléndez Fotos por Sofía Manzano Disneyland se convierte en Dismaland Los ánimos decayeron cuando, a las ocho de la noche, el rock de King Krule inundó de melancolía el escenario Ceremonia. El vocalista […]
Ceremonia 18. ¿Suficientemente bueno para lo que estás pagando?
Por Arturo Meléndez
Fotos por Sofía Manzano
¿México necesitaba una nueva edición de Ceremonia? No, no, no. La verdadera pregunta es: ¿Ceremonia estaba listo para volver a México? Después de una atropellada edición de 2017 en la que la caída de un escenario provocada por un ventarrón obligó al festival a ser pospuesto un día y a perder muchos asistentes, Ceremonia se atrevió a regresar el sábado 7 de abril de 2018 al Centro Dinámico Pegaso en Toluca, Estado de México, para redimirse con los fanáticos que lo han seguido fielmente por seis años.
El festival Ceremonia 2018 creó una expectativa inmensa sobre los artistas que compondrían su cartel. “¿Y ahora no se les va a caer el escenario?”, comentaban algunos usuarios en las imágenes promocionales que comenzaron a circular en su página de Facebook desde diciembre de 2017. Radiohead, The Chemical Brothers, Beach House, Flume y M.I.A. —que canceló su participación el año pasado por el espantoso accidente— figuraban entre las predicciones de los fanáticos. Los boletos Early Bird (manera gringa de decir “a ciegas”, sin conocer quién tocará) fueron agotados el mismo día de su lanzamiento.
Un mes después, el tan esperado cartel fue revelado. Éste se conformó por treinta y un artistas de talla internacional, y fue encabezado por Beck, Soulwax, Rae Sremmurd, St. Vincent, y Caribou. Beck, sí, el de Loser, ¿no? ¿Soulwax? ¿Aún existe Soulwax? ¿St. Vincent? ¡Nada nuevo! ¿Cuco? ¿Broke Kids? ¿Mint Field? ¡¿Perreo Pesado?! Sí, este cartel lucía un tanto como el amigo raro de Corona Capital, ese que no es tan popular en el colegio pero aún así es exitoso con las chicas. No por eso el line up era calificable como “malo”. Al contrario, fue la cuna de doce horas de fiesta, baile y muchos colores.
Tōru Takemitsu: Hechizo de lluvia
El agua comienza su regreso a la tierra en primavera. Tiernos ríos delgados, como hilos tirados de una tela, desnudan los montes de su nieve. Se ensanchan con su sangre incolora que acelera lentamente su pulso. Nubes se destensan sobre la superficie y la caricia del sol a la tierra les devuelve el aliento. Pulmones de lagos se inflan con líquido y cascadas rompen su mutismo con tenue murmuro. En el jardín, las flores se dilatan en su recobrado rubor. El agua, como hechizada, cobra vida en sus recorridos, es dotada de voluntad casi humana. El hechicero es un hombre delgado de ojos rasgados y casco de cabello lacio, un compositor japonés llamado Tōru Takemitsu.