Manos
Tus manos, abuela, llenas de pecas
y pliegues
Tibias y envueltas de tiempo
tus manos de abuela,
que no de madre,
con sus dedos saltarines
de pianista perdido
que no controla el ritmo
Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.
Tus manos, abuela, llenas de pecas
y pliegues
Tibias y envueltas de tiempo
tus manos de abuela,
que no de madre,
con sus dedos saltarines
de pianista perdido
que no controla el ritmo
Teófilo Buenaventura esperaba la señal del semáforo para cruzar la calle. Se dirigía al almacén de don Mario, distante a dos cuadras de su casa, en la esquina de calle Latadía y Américo Vespucio.
Ahora,
cuando peino canas
y pienso en pasado
por el tiempo vivido,
por todos los sueños que llegaron y también por aquellos
que quedaron dormidos
perdiendo las alas
y sin estar conmigo;
doy gracias por todo,
por ser como he sido
y por cada minuto que vivo.
hay rayos de nube sobre el mar
una neblina celestial
y a lo lejos se desprenden tornados
de nubes grises hacia abajo
Una docena de autores de edades variadas y geografías distintas se reúnen en una antología poética. Una docena de autores que hablan (y escriben) en español. Doce experiencias subjetivas del mundo se reúnen bajo un título: Poetas a la intemperie I. Una docena de prácticas poéticas son arrojadas en conjunto al aire libre. Ahora comparten su exposición al sol y al viento.
Sólo el segundo día pudo detenerse a pensar en el contenido que podría esconderse tras algunos títulos. Leyó: El estreno, Las ideas puras, Andanzas del impresor Zollinger, El estupor y la maravilla…Y luego: El niño que jugaba con la luna, El canto del pájaro, El peregrino ruso… Leía un título y cerraba los ojos. Dado que todavía no le era dado realizar su sueño (leer), lo ensoñaba.
Pablo d’Ors
El sendero de los pinos plateados
*
Tañidos con sabor a pan
Mírate. Ya nunca regresará
ese aleteo de fiebre en tus mejillas,
te has convertido en una proyección
malograda de tu propia insistencia
y no sabes aceptar la derrota.
Desnúdate y observa
las primicias del derrumbe interior,
esa delicuescencia en que las formas
oscilan reagrupando contornos,
desbaratando moldes,
convirtiendo tu cuerpo en huésped
extraño de sí mismo.
y no es presencia;
los animales muertos
recuerdan a flores de plástico que he ido dejando
en forma de mensaje
en la orilla,
y recuerdan a todas las conchas que no recogimos, allá en el mar
las calles por las que no habitamos,
las casas de paso en las que nos quedamos
para siempre.
Esta maldita circunstancia
de echar raíces en tierra yerma,
de reconocer en sus grietas
los surcos de las manos.
La desoladora certeza
de que los laberintos
no contienen el cosmos.
La fe en la simetría,
como si se escucharan pasos
al otro lado de los muros,
como si tras los pisos
manara el filo de los clavos,
como si nuestros rastros
deambularan en el arriba
de otra parte fantasma.
¿Acaso somos transparencias
monstruosas dentro del ropero,
los hologramas espectrales
de una dimensión superpuesta?
Se apasionó tanto de escribir narrativa breve en segunda persona, que al finalizar ésta, descubriste que ya no necesitabas lectores, y quedé para siempre complacido conmigo mismo.