Presentamos hoy un poema de Alejandro Rodríguez Castillo, con su respectiva memoria sonora. Fotografía de David Ingraham, checa su flickr en el enlace.
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Deja que otras manos acaricien nuestras pieles
y recorran las islas de los poros,
aquellas aprendidas de memoria
en los viajes furtivos por las tardes.
Deja que nuestro amor conozca el mundo y nos extrañe.
Se encenderá la pasión en otras camas
y nuestros labios probarán el alcohol de otras salivas.
Gritaremos hasta emborracharnos
y despertaremos con el sabor amargo en nuestras bocas.
Esperemos que los recuerdos dejen de doler.
Que pase un día, un mes, y pasen años.
Aguarda hasta volvernos de papel:
arrugado, amarillento, manchado;
igual a tus cartas escondidas aún bajo la cama.
A que mis cabellos caigan,
como las lágrimas que adornaron nuestro adiós,
y el fruto de tus pechos esté casi podrido.
Espera hasta oler a pomadas y pastillas,
oír los huesos lamentarse al caminar.
Deja que nuestro amor madure,
que pase del carbón al diamante
y valga más que un beso de Dios.
Entonces volveremos a ser jóvenes.
Rebeldes en contra de las reglas,
y al negar lo que nos dicen
ignoraremos los cuerpos del ayer.
Tomaré tu mano y besaré tu flor casi marchita.
El tiempo pasado morirá en tus caricias.
Y cuando al vernos, los niños se pregunten:
¿qué hacen dos viejos jugando a los amantes?
Diremos: el amor es poderoso
y se burla de todas las edades.
 Autor: Alejandro Rodríguez Castillo Nací el 22 de Enero 1993 en México D.F. Estudiante de 7° semestre en la licenciatura de Lengua y literatura hispánicas por parte de la FES Acatlán. Recientemente publiqué el libro titulado Bestiario de las siete creaturas soñadas (2016) por parte de la editorial El Nido del Fénix. |
