En la casa de mi padre
Los hombres siempre se van.
Esto no implica que no regresan,
pero sí que nunca se quedan.
Las mujeres sólo se irían si “irse” en realidad significara
“acompañar al hombre a un lugar distinto al hogar”,
lo que sí implica
intentar forjar el hogar en esa otra parte.
Ellos se van con la certeza de que habrá
siempre
un hogar al cual llegar
o al cual volver.
Ellas los acompañan con la tarea
impuesta
de ser capaces de hacer hogar
en cualquier parte.
Son ellas quienes,
aunque nunca lo escogen,
siempre llevan el hogar consigo.
*
Te voy a dejar
Lo pienso cuando te veo caminar hacia mí
con la certeza de quien sabe que será siempre amado
Me voy a ir de aquí
Lo sé porque recorremos juntos una ciudad sobre habitada
Aquí yo no quepo
Aquí yo no puedo
Aquí eres tú
No habrá a la vuelta de ninguna esquina algo mejor que tú
No encontraré esperándome nada que me sea más reconfortante
Aún así
me iré.
*
Cuando quiero huir de ti
Me digo:
“Quiero ir a casa”
Y entonces caigo en cuenta,
otra vez,
la casa no eres tú.
La casa no es segura.
En la casa el amor no es explícito.
La casa está acostumbrada a verme partir y partir y partir,
pero también volver.
Autora: Claudia Santos (Colima, México, 1998). Escritora, traductora y promotora cultural. Actualmente es tesista por parte de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, y estudiante del diplomado Actualización de Literatura Hispanoamericana de la Dirección de Literatura también de la UNAM. Es fundadora y promotora de literatura en Libros en el transporte y La secta de los libros. Sus reseñas han sido publicadas en las revistas Letralia, Punto de Partida de la UNAM, Lectura Abierta, entre otras. Su poesía ha sido publicada en las revistas digitales Letralia, Fleas on the Dog, La poesía alcanza, Hoja Negra, Red Noise Collective, el Blog libropolis de la UNAM y la antología impresa Boundless (2022). Ha sido invitada a leer sus versos en la librería La Increible y recientemente participó como poeta en el Festival Internacional de Escritoras, Primavera Bonita.