Pequeñas escenas de lo majestuoso
El sincrético existir de las ballenas
pulsar sonoro habitando sus pulmones
eco magnetizado es su presencia
Lengua negra de un búfalo que es eco ancestral entre las rocas
¿Has visto cómo los bisontes tienen tatuadas las montañas en relieve?
¿Cómo los árboles hicieron simbiosis con los alces?
Curiquí curiquí curiquí
Pau papau paap paploc plop blob blob
Es fácil distinguir los sonidos en la calma
La lejanía se mide también muy fácilmente
/como el espesor de las plumas de aquel ave
o la circunferencia del talle de una libélula/
Qué nube sería de estar sobre la selva
Cuántos colores ambarinos acariciarían mis límites de espuma
visiblemente atravesando el bosque
Cómo me uno a aquello que es más arte
que una réplica precisa de tonalidades rubicentes, violacinas
acuosas y turgentes
Cómo grito el baile de mis ojos
y me desprendo del peso de la ropa
A qué hora se revelarán mis plumas
en una maniática sacudida de cabeza
seguida de un sonoro acústico tocar de picos
remachando percutivos el enderezo de mi cuello
Quiero
ser
completa
excavación de minerales
caracol o pez de aguas profundas
horadando oscuridad
Que mi aliento escupa partículas diminutas de polen . . . . .
y de cada cueva en mí crecida se extraigan sales
Ser el agua en que sucede el vals de los lagartos
El beso entre una madre chimpancé y su cría
El vuelo cazador de una mantarraya
hasta tocar el momento exacto
*
Me fui
Estoy lejos de todos en santa calma acumulada
Canté
Salté al precipicio con una tonada arañándome la boca
los ojos
las manos que solas se iban abriendo
Fui magia
Aleteo inusual sin mansedumbre
Fui aliento
Exhalación que limpia todo el trinar tan lastimoso
Me estacioné un tiempo en una danza trementina
de pasos violentos
/cedió el momento/
se había ido el frío
y el cuerpo reaccionaba a todo
entonces me supe vuelta
giro no petrificado
albúmina que me ayuda a mantenerme
en el torrente
*
Ejercicio de lo cotidiano
Quién soy ahora
Una mujer que se muestra
que hace registro de cada uno de los gestos
de su cuerpa que cambia —aunque no visiblemente—
por dentro
en el reacomodo de órganos situados
cabalmente ante toda emoción que brota,
se derrama,
y luego recojo,
barro, limpio, uso el trapeador cuidadosamente
para no esparcir más el charco
Bebo poco a poco las gotitas que van escurriendo
por entre las cerdas no tan blancas del mechudo
Soy ésta
No hay blanco en la capacidad de crear un caparazón
que a veces se abre por completo
No hay negro en la misma capacidad de cerrar la puerta a lo que no conviene
a lo que duele
Hiere de plano y por completo la mirada Calla la boca y aprisiona el verbo
Vivo, soy, me dejo existir,
luego comienzo
Excavo para trazar el curso de unos cimientos
que quizá serán la casa donde descanse mi memoria
No olvido – retengo
Sostengo mi vivencia
La experiencia de mi dolor es resonante
Me palpita en la cabeza
percute en todo mi cuerpo
Por eso me encierro
hago el trabajo sucio que le llaman
luego devengo
/una y diez veces devengo/
en insecta desprevenida, d es en carnada
respirando abiertamente
sin protección alguna
Autora: Ximena Cobos Cruz (México, Ciudad de México, 1988). Estudió Letras hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente estudia Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a paso lento. Es editora del medio de comunicación independiente Enpoli, Entre política y Literatura. Es feminista en formación y poeta (aunque cueste nombrarse). Ha publicado en medios tanto impresos como digitales, algunas de sus obras se pueden encontrar en Rojo Siena Periódico Poético, Granuja, Revista Raíces, Punto en Línea, Revista Kametsa, entre otros.