El cuerpo es acto y potencia, realización y posibilidad de ser. Este binomio ayuda a comprender el cambio como una manera de desenvolverse en un espacio específico, con una identidad y un límite establecidos. El cuerpo es, sí, pero también será en la medida en que se modifique con el paso del tiempo, las vivencias, las cicatrices, el dolor, los cambios, el esfuerzo, las decepciones. Cédric Klapisch explora estas posibilidades en su nueva película, En movimiento (En corps, 2022), la cual forma parte del Tour de Cine Francés de este año.
Elise (Marion Barbeau) es una joven bailarina de danza clásica entregada a su profesión. Sin embargo, en tan sólo un instante su vida cambia cuando una lesión pone freno a su carrera. Así, a sus veintiséis años, deberá valorar si asume el diagnóstico médico que le impedirá regresar a sus presentaciones o aprender a reconstruirse y sanar por sí misma para desafiar su aparente destino fatídico.
Cédric Klapisch regresa a México, nuevamente con el Tour de Cine Francés, luego de Alguien, en algún lugar del 24º Tour de Cine Francés. Aunque con tintes y planteamientos distintos, En movimiento comparte sutiles líneas transversales: la idea del destino como un elemento en constante construcción individual; la convicción de acercarse a lo diferente o lo otro para enriquecer la existencia; la ruptura o la crisis como catalizador del cambio.
En ambas cintas, el punto de inflexión aparece desde el principio y no en la parte media o final de la historia, como sucede en muchas ocasiones. Esto permite centrarse en el desenvolvimiento físico y psicológico de los individuos durante toda la cinta —en este caso, en los cambios de Elise—, para arribar a un cierre no conclusivo. Es decir, la anécdota de Klapisch profundiza en la sanción emocional y física de su protagonista sin que dé término a su historia. Todo lo contrario, el final es un nuevo inicio para cada personaje.
A través de estos cambios, es posible reconocer la frustración, el miedo, la incertidumbre, el desconcierto y la resiliencia. Así, la película no presenta un “villano” encarnado en una persona, sino un drama donde los altibajos se presentan por y desde la propia protagonista. Los personajes secundarios, por tanto, enriquecen la complejidad de su configuración, además de que permiten la exposición de relaciones interpersonales, vínculos de familia, maneras de ser —modelos de masculinidad, por ejemplo— y relaciones de pareja, por mencionar algunos casos.
Tanto el guion como algunas secuencias favorecen la ligereza de la película, la cual se nutre de escenas o momentos cómicos, sin caer en la exageración o la ridiculez. La espontaneidad también forma parte de esta cinta; lo divertido se presenta con sutileza y por momentos se conjuga con lo emotivo, creando un balance bien trabajado que inyecta otro tono al drama. De este modo, la historia no cae en una seriedad o un corte melodramático.
Técnicamente, la película es delicada y con gran manejo del detalle. La fotografía, así como el tratamiento de los colores, facilita el reconocimiento de los personajes a partir de sus entornos, su vestimenta o incluso la propia música. Es posible pasar de la urbe parisina, donde se suscita la crisis, a un espacio cerrado con una pátina rústica y colores cálidos que familiarizan al público espectador con la recomposición de Elise. En cualquier caso, tal como su título lo indica, el movimiento se vuelve sustancial durante los 118 minutos de duración.
El baile tiene una preponderancia marcada que brinda otro toque a la película. Desde la apreciación del ballet hasta la danza contemporánea, toda la cinta muestra fantásticas exposiciones dancísticas que conforman la evolución de la protagonista. El movimiento, de esta manera, cobra tal relevancia que reafirma las cualidades corporales del acto y la potencia. Ante una acción, deviene una posibilidad de cambio o de ser, desafiante incluso a la valoración racional, objetiva y científica de la medicina. Por ello, la potencia se convierte en la modificación más plena en términos de realidad.
En otras palabras, hay una búsqueda de la resiliencia a través del movimiento, de la danza, que se contrapone a la presencia del fracaso. Esta idea, primordial durante toda la historia, se verbaliza en las palabras de Josiane (Muriel Robin):
Te está costando, ¿verdad? Está bien que te cuesta un poco. Se nota que siempre tuviste suerte. Siempre tuviste el don, siempre tuviste acceso a la belleza. Pocas personas lo tienen, ¿sabes? Hasta ahora estar bien era normal para ti. Pero no, estar bien no es normal. Estar bien es una suerte. De hecho, estar bien es un privilegio. Así que darse una vuelta en la tierra de los que no tienen esa suerte sólo puede ser bueno para ti.
Josiane (Muriel Robin)
Las actuaciones son verosímiles como en el caso de Henri (Denis Podalydès) —quien encarna a un padre con dificultades expresivas hacia sus hijas—, cuyo rol es distinto y más serio en comparación con su papel en Fantasías del 25º Tour de Cine Francés. Destaca también la presencia de François Civil (Yann en la película), que esta vez participa como un personaje secundario y a quien hemos visto en cintas como la antes mencionada Alguien, en algún lugar o Un amor a segunda vista del 23º Tour de Cine Francés.
En movimiento forma parte de la selección del 26º Tour de Cine Francés. No te pierdas esta nueva película de Cédric Klapisch, próximamente en las salas de Cinépolis, a partir del 6 de octubre.