Indiscutiblemente, la palabra deseo contiene un significado ligado a la vehemencia, el impulso, las pulsiones e incluso el movimiento. Definirla dependerá de una infinita variedad de perspectivas, opiniones o gustos. Al final, resulta poco importante describirlo si no se sacia como tal el sentimiento. Fantasías (Les Fantasmes, 2021) de los hermanos David y Stéphane Foenkinos, película del 25º Tour de Cine Francés, pretende abrir el abanico de algunos de esos deseos, en ocasiones, estigmatizados o poco visibles en la sociedad.
De entrada, no puede obviarse la forma como está constituido el largometraje. Para fines más didácticos y sencillos, la obra puede dividirse en seis partes diferentes: «Ludofilia» («excitarse con la idea de jugar un rol o papel»), «Dacrifilia» («excitarse con las lágrimas»), «Sorofilia» («excitarse con la hermana del ser amado»), «Tanatofilia» («excitarse con la muerte»), «Hipofilia» («excitarse con no hacer el amor»), «Autagonistofilia» («excitarse con ser observado al hacer el amor»). De tal modo, cada fragmento contiene una historia independiente una de otra, pero conectadas temáticamente por el deseo y las filias. Así, armar todo un entramado sostenible durante 101 minutos, a partir de seis relatos, fue uno de los grandes retos de los directores.
Construir una obra de ese tipo requiere, al menos, de tres virtudes: 1) sostener cada anécdota por sí misma para mantener la atención del público; 2) saltar de una historia a otra sin caerse en la transición; 3) manejar la condensación de cada una para no distenderse o caer en pasajes poco significativos para la totalidad de la película. En mi opinión, los hermanos Foenkinos apuestan fuerte, pero sin resultados consistentes. Cabe cuestionarse, por tanto, cuáles son los motivos de esta afirmación.
La versatilidad de las historias permite la exploración de diferentes caminos. Algunos de ellos presentan un desenvolvimiento tan natural que incentiva, incluso, el desarrollo más extenso de los personajes, al grado de estimular —valga el torpe juego de palabras— la imaginación del público para saber qué sucederá con los personajes; tal es el caso de «Ludofilia» e «Hipofilia».
En el primero, se observa la situación de un matrimonio maduro sin la viveza o la chispa de la juventud. Como el tema lo anticipa, el gran catalizador de la narrativa será el juego de rol y, por tanto, la actuación como detonante. Ésta transformará a Vincent (Denis Podalydès) al grado de darse cuenta de que su vida es miserable y debe dejar todo atrás —su familia, su trabajo, su ciudad— para lograr su sueño: convertirse en actor.
En el segundo ejemplo, Jean (Ramzy Bedia), novio de Sophie (Alice Taglioni), vive un momento sumamente incómodo cuando se da cuenta de que, en realidad, se siente atraído por la hermana de su prometida. Cuando la conoce, decide confesar su amor por ella, lo cual provoca un giro total en su drama, pues cancelan el compromiso y comienza una relación con su ex cuñada, Mélanie (Josephine de Meaux). A la muerte de su padre, Sophie y Mélanie descubren que su padre tuvo otra hija… En el funeral, Jean conoce a la media hermana de ambas y mantiene una conversación con ella, bastante sugerente para el nombre de la historia: hipofilia.
En ambos fragmentos, la historia cierra de golpe para dar paso a las otras experiencias filiáticas, cuyo principal propósito es demostrar que, para el deseo, no hay sólo una forma de saciarse. Estas historias se tensan y se distienden en diferentes momentos para dar pie a otra clase de interpretaciones, las cuales al final no podrán comprobarse porque no se exploran en la cinta.
Existen también otras tantas que resultan, al menos, interesantes, como el protagonizado por Monica Belluci (Sabrina) y Carol Bouquet (Marie), quienes interpretan a una pareja en búsqueda de experiencias cercanas a la muerte…, nunca antes mejor dicho. La trama atrae porque no es tan sencillo descifrar hacia dónde se encauzarán los hechos, aunque al final termina por forzarse y cerrar con la intromisión de un personaje poco trascendente en la historia.
Un caso más de éste último puede verse en «Dacrifilia», donde Lisa (Céline Sallette) se siente insatisfecha de Romain (Nicolas Bedos, director de La Belle Époque del Tour de cine francés de 2020), al grado de fingir su placer sexual. Por azares del destino, Lisa descubrirá el revitalizante remedio a su insatisfacción: el llanto de Romain. Es inevitable no pensar en lo particularmente extraña de esta filia, razón suficiente para explotar con mayor ingenio la historia; sin embargo, se queda estancada en la incomunicación marital y se diluye en el remedio infalible de la comicidad al fingir un cáncer para provocar las lágrimas del pobre Romain, en aras de complacer el deseo de Lisa.
Fantasías intenta constituir una mezcla de humor, fugacidad narrativa y un constante juego entre las tensiones de los personajes, sus filias, así como la amplitud de perspectivas. Después de todo, la película sí muestra algunas caras del deseo, en muchas ocasiones mal vistas, estigmatizadas («Hipofilia») o con cierto tabú en la sociedad («Autagonistofilia»). No obstante, no logra cohesionar todos los elementos entramados y desperdicia el potencial de algunas historias, con el fin de abarcar un abanico más amplio en la totalidad de la cinta. Sí nos permitirá, por el contrario, encontrarse con una exploración del deseo que posiblemente desconozcas.
Fantasías de David y Stéphane Foenkinos formará parte del 25º Tour de Cine Francés en México, próximamente en cines.