Red (Domee Shi, 2022) es la primera película de Pixar en hablar abiertamente sobre la menstruación. Su éxito es relevante no sólo para la animación infantil, sino para todo el cine en general. Aunque ocupa un papel central en la vida de la mitad de la población, menstruar sigue siendo tabú. Según un estudio realizado por Clue, en el mundo existen hasta cinco mil eufemismos para hablar de la regla sin mencionarla. En tal ambiente, no debería sorprendernos que, históricamente, el cine y la televisión hayan ignorado tratar el tema de la regla, a no ser que sea a modo de recurso cómico. Sin embargo, en géneros como el terror, la menstruación y la sexualidad femenina se han tratado desde un nuevo ángulo: lo monstruoso.
Rompiendo el tabú
Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, la menstruación estaba relegada a la vida personal femenina y no tenía lugar en la esfera pública. Un buen ejemplo es Al maestro con cariño (James Clavell, 1967), donde una de las alumnas quema una compresa como acto de rebeldía. A pesar de que no se ve ni se menciona el objeto en ningún momento, la reacción del protagonista (Sidney Poitier) deja entrever de qué se trata. Tras pedir a los alumnos que abandonen el salón, da una seria reprimenda a las alumnas. Ahora bien, su enfado no está motivado por el incendio, sino por el objeto quemado. Así pues, les dice que “sólo una puta haría eso”, que “una mujer decente se guarda esas cosas para ella misma” y que no piensa entrar hasta que se deshagan “de ese objeto asqueroso”.
Dicho “objeto asqueroso” sería tabú hasta bien entrados los ochenta, cuando la actriz Courteney Cox pronunció por primera vez la palabra “periodo” en la televisión nacional estadounidense. En el cine, la menstruación tuvo su papel central antes, con el famoso inicio de Carrie (Brian de Palma, 1976). Aquí, la protagonista tiene su primera menstruación en las duchas del instituto delante de todas sus compañeras, quienes la ridiculizan y le lanzan tampones para burlarse de ella. En ese momento, descubre sus poderes destructores, activados cada vez que siente emociones fuertes como la rabia. Aunque el vínculo entre sexualidad femenina y peligro ya había sido insinuado en el cine negro y sus femme fatales, aquí estaba aún más claro: tras su primera menstruación, Carrie no pasa de niña a mujer, sino de niña a monstruo.
De niña a monstruo
Dicha correlación es más evidente en Ginger Snaps (John Fawcett, 2000), donde la protagonista Ginger es mordida por un hombre lobo la misma noche que tiene la regla por primera vez. Así, los síntomas de la pubertad se difuminan con los de su transformación: aumento del vello corporal, calambres, entre otros. La transformación conlleva también su despertar sexual, manifestado en forma de instintos asesinos; a la vez que se vuelve más atractiva para los hombres de su entorno, descubre la pasión por matar.
Cabe destacar que los lobos y el despertar sexual ya habían sido relacionados antes. Los psicoanalistas Erich Fromm y Bruno Bettelheim hablaron sobre cómo el cuento de Caperucita Roja podría simbolizar la primera menstruación y, por lo tanto, el paso a la edad adulta. Así pues, tenemos una de las primeras posibles referencias veladas a la menstruación. Neil Jordan llevó esta lectura a la pantalla en su En compañía de lobos, donde el lobo del cuento se convertía en un seductor licántropo.
Por supuesto, Carrie no fue el primer monstruo femenino del cine. Poco antes, tenemos a Regan, la protagonista de El exorcista (William Friedkin, 1973), película interpretada por algunos como metáfora de los cambios sufridos durante la pubertad. Caso más claro es la pionera La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942), donde la protagonista se transforma en dicho animal cuando experimenta atracción sexual. Incluso antes hubo la interesante The Werewolf (Henry Macrae, 1913), película perdida a día de hoy. En ésta, una mujer lobo de la tribu navajo mata a los invasores blancos como venganza por ocupar sus tierras.
El monstruo y los miedos del momento
Todas las películas discutidas tienen algo en común: sus protagonistas son a la vez víctimas y monstruos. Aunque esto se aleja del también problemático arquetipo de la víctima y la chica final, conlleva otros problemas. Mientras que los monstruos masculinos (a excepción del vampiro) resultan poco atractivos, las protagonistas de las películas mencionadas exhiben su lado sexual, origen de su monstruosidad. ¿Por qué el monstruo femenino es a la vez sexualizado y temido? Como dice Steve Neare:
La sexualidad de la mujer, lo que la hace deseable (pero también amenazante) para los hombres es lo que constituye el problema explorado en el cine de terror y, así, lo verdaderamente monstruoso.
Steve Neare
Según esta lectura, pues, la sexualidad femenina sería algo a temer y lo que causaría este mal. Esto enlaza con la teoría del monstruo de Jeffrey Jerome Cohen según la cual los monstruos de cada época materializan los miedos del momento. Carrie y Regan son hijas de los setenta, década clave para el movimiento feminista. Cierto, ambas películas nos permiten empatizar con las protagonistas y, al menos Carrie, fue la primera en mostrar la menstruación en pantalla.
No obstante, no hay liberación posible si el único final posible para las protagonistas es la muerte. En Cat People, el médico que trata a la protagonista la mata en defensa propia; la protagonista de Ginger Snaps muere a manos de su hermana; Carrie es destruida por sus propios poderes. Todas estas muertes son la única opción para restablecer el estado natural antes de la transformación de las protagonistas. ¿Podríamos ver en este esquema un reflejo de las ansiedades ante un cambio del statu quo? Al final, el destino de estas monstruas no dista mucho del de las femme fatales, castigadas por disrumpir el orden establecido.
Durante los últimos años, el terror ha tratado el monstruo femenino bajo un nuevo prisma. En películas recientes como La bruja (Robert Eggers, 2015), el despertar sexual conlleva el desarrollo de habilidades mágicas de la protagonista, pero su desenlace no es la muerte. De todos modos, poco servirán los avances en el cine si se sigue tratando la menstruación como un tabú al que debemos referirnos mediante eufemismos. ¿Qué nos dice una sociedad que se escandaliza cuando un anuncio de compresas muestra la sangre menstrual del color que es realmente? Esperemos, pues, que el tabú roto por Red no sea más que el principio.