Para leer a María Negroni hay que deslastrarse de lo preconcebido, abrir los ojos y la mente a otras formas de entender la narrativa, la poesía, el ensayo, y simplemente entregarse al disfrute de la mezcla.
En El corazón del daño (2021), publicado por Penguin Random House, encontramos una mezcla de géneros, un libro, en teoría una novela corta, que la misma voz narrativa no logra definir, pero que nos permite disfrutar del arte escritural propio de Negroni, la mezcla, la ruptura, la magia de quien sabe hilar con las palabras.
En este libro, más allá del juego transgenérico, hay un tema mucho más profundo e interesante que descubrir y es la forma cómo la poesía hace nido en la voz poética, cómo se revela ante quien escribe y se anida en su ser como único modo de sobrevivencia posible.
Esta novela es una especie de autobiografía, un mirar al pasado para enfrentar sus fantasmas y reconocer en ellos, aunque duela, el camino para hacerse escritora a través de la palabra poética, y es que poesía, narrativa, reflexión y crónica se integran en este texto para demostrar, no cómo se escribe, sino a partir de qué momento se comienza a escribir, es el retrato a la inversa del proceso creativo, un flashback que nos lleva al momento primigenio donde la poesía surge y se anida en el alma de la autora.
Todo camino escritural tiene marcada la impronta de otras voces, ya sea de autores leídos o de personas que forman parte de la historia del escritor. En el caso que nos convoca, el camino está marcado por la impronta de la madre, un ser que se nos retrata malévolo, exigente, extremo, al punto de anular el amor y convertirlo en daño.
En El corazón del daño sólo hay dos personajes principales, que no dejan de ser personas y que más bien se hacen personajes en la reconstrucción de la memoria. Las protagonistas son la madre y la hija. Una madre que es símbolo de exigencia, autoritarismo, competencia, desprecio y también, como buena madre tóxica, mucho de victimismo. En el otro ángulo está la hija, su contraparte, la exigida, la obligada, la despreciada y criticada, la niña que se va formando mujer desde la observación de esa madre, desde su forma de manejar el lenguaje con insidia, bajo la crítica constante, el juicio y el reclamo.
La hija crece, se aísla, monta sus barreras propias o como ella lo afirma «baja las persianas» y se encierra para aislar la voz de la madre en una voz nueva, casi imperceptible al principio: la voz de la poesía.
Así, la hija aprende a describir poéticamente, a enunciar frases peligrosas contra la madre, se hace del lenguaje y se arma con él, lo convierte en refugio, arma y estandarte.
De manera insospechada, incluso sin previo aviso, la escritura se convierte entonces, para Negroni, en la única forma posible de subsistencia en medio de una casa terrible, crece en su ser, le habita, pero a su vez le abre camino, la catapulta a un mundo nuevo donde todo lo aprendido irá tomando forma en cada texto.
La historia es básicamente la de la mayoría de las hijas mayores, una lucha continua con la madre, pero de esta lucha surge algo particular, algo que no es común en todas las historias, a menos que se trate de escritores claro está: la poesía.
Pero la voz que se forma, que surge en medio de la evasión y la defensa, es una voz que inexorablemente se encuentra también atada a la de la madre. Y no es para menos, la voz de la madre se mete en la cabeza, arremete contra todo pensamiento, ante la más sencilla de las decisiones permanece allí, en la consciencia, hace nido para juzgar aún desde la distancia, o peor aún desde la muerte, cada paso de la hija.
¿Quién escribe en este texto? En cada línea aparece la voz de la madre acosando la voz poética, en un baile constante entre el recuerdo y el dolor, la disociación y la distancia. Por más que la hija intenta alejarse, la voz materna la persigue, la acosa, desde Buenos Aires a Londres, a New York o Roma, allí va la voz, metida en la cabeza de la hija quien solo consigue aplacarla, alejarla, mitigarla cuando se adentra en las profundas aguas de la poesía.
Pero hay aquí otro peligro, Negroni lo sabe, la poesía es tortuosa, puede abrirte una zanja sobre la herida y hacerla supurar de nuevo, cada vez peor hasta secarla, porque al menos eso logra, vaciarla de tanto tormento, no en vano Negroni afirma que escribir:
es también tramposo. Porque decora el dolor, le pone plantitas, fotos, manteles y después, se queda a vivir ahí para siempre, en la capilla ardiente del lenguaje, confiando en que nada pueda agravarse porque si ya duele, ¿cómo podría doler más? (p. 29)
María Negroni, El corazón del daño, Penguin Random House, 2021, p. 29
Por eso este libro, El corazón del daño, es un camino de encuentro con la voz poética de quien lo escribe, es su propio camino de vuelta a reconocer sus orígenes, no sólo como hija o mujer, sino como escritora. Es una vuelta al pasado mientras se deconstruye en cada línea para ubicar el punto exacto donde la palabra se presenta y la toma por morada.
Este libro es una revelación, un descubrir-se escritora, poeta, devota de la palabra que le da vida y la sostiene, no es una historia más sobre una madre y una hija conflictuadas, que es una de las temáticas más vistas en literatura y de la cual las escritoras parecemos no escapar; es más bien la historia propia, personal y muy sentida de como María Negroni comenzó su camino de escritura, descubriendo esa voz entre el ruido de las cosas, identificando el silencio para apropiarse de él al bajar la persiana y dejar de escuchar lo de afuera para encontrarse en ese silencio con su propia voz.
Pero aún hay más, este libro hurga en las razones para escribir, en lo que significa para quien se adentra en la página en blanco, es un ensayo, un ejercicio reflexivo sobre el oficio de la escritura, en este sentido la autora nos dice:
Un día empiezan a aburrirnos los libros que entretienen (ya lo advirtió Baudelaire, divertirse aburre) y nos volvemos adictos a la escritura indócil, la que acentúa su rareza, se concentra en las historia de nadie, los problemas de nadie, el significado del mundo y la eternidad. / Quien escribe calla. / Quien lee no rompe el silencio. / El resto es vicio. / Disposición a enfrentar lo que somos; lo que tal vez podríamos ser.
María Negroni, El corazón del daño, Penguin Random House, 2021, p. 15
Escribir es entonces la necesidad de habitar el silencio para llenarlo de otras voces, apresarlo en la página y así poder contar la vida misma, sin que el otro, generalmente el lector, pueda realmente distinguirla. Es un envolverse con palabras para vivir al fin en el silencio esperado, ese que permite acallar las voces internas de tanto explotarlas, como quien pretende despojarse de sus demonios exorcizándolos en un lienzo. Quizás por esto la autora expresa:
Tardé en saber, en cambio, que escribir es penoso. No se incuba un libro así nomás. Hay que gestarlo despacio, hurgar hasta dar con la carta infectada que, expuesta a la vista de todos, se oculta en él. A esa carta le faltan letras, le sobran letras, dice siempre lo que no dice. Y encima, va dirigida a sí misma. ¿Cómo enviarla? Se escribe, dicen, con una mano arrancada a la infancia.
María Negroni, El corazón del daño, Penguin Random House, 2021, p. 41
La escritura es don y refugio, pero también tormento y necesidad, una forma de mantenerse en la continua repetición de lo que debería ser olvido, mientras fingimos que no habitamos el rencor, aun cuando este se nos encarna en las letras. Y es justo esto lo que hay en El corazón del daño, el rencor anidado en las palabras, el rencor como método de distanciamiento pero también como puerta que abre el camino a la escritura.
No hay manera de deslastrarse de lo vivido, aunque sí de deconstruirse y reconstruirse a partir de ello, pero el camino para lograrlo pasa de forma inexorable por la escritura, y esta tarea, ardua, silenciosa y personal es lo que permite al escritor, sea cual sea, develar el misterio de la palabra misma, en especial de la palabra poética, esa especie de salvación y condena prometida y dicotómica o como Negroni lo expresa:
Bienvenidos a la salvación y perdición simultánea del poema.
María Negroni, El corazón del daño, Penguin Random House, 2021, p. 44
La poesía surge en cada página de este libro del mismo modo que surgió en la autora, en una búsqueda personal del silencio. Cada página es un poema, una narración y un ensayo, una vuelta a la patria que es la palabra poética pero entremezclada con la memoria, el rencor y el duelo. Y es que justo de esto se trata la poesía, es una forma de salvación momentánea que nos mantiene luego bajo la condena de sabernos prisioneros no solo de su influjo, sino de la impronta de lo que se supone que debería liberarnos, porque la palabra poética es un contante volver al interior, doblarse el ruedo de los pantalones para adentrarnos en las aguas tortuosas de la memoria y descubrir que eso que parecía un pequeño charco es en realidad un profundo mar de tormentos, un océano de voces acumuladas, el centro donde se acumulan los demonios, la zona pulsátil de la poesía: el corazón del daño.
Autora: María Luisa Angarita Cabaña (Venezuela, 1982). Es poeta y ensayista. Profesora de Lengua y Literatura (UPEL, 2005) y Magister en Literatura Latinoamericana (UPEL, 2010). Diplomada en Teología Católica (UCSAR, 2018) Ha ganado los siguientes premios: Primer Premio de Poesía “Sergio Medina 1999” (Venezuela), Segundo Premio de Poesía “Rotary Cid Campeador 2019” (Argentina), tercer lugar del Certamen “Cartas desde las Diáspora 2020” (Argentina). Sus poemarios publicados son Mundo Ambiguo (2000) y Ecos de la Ficción (2011). Ha participado en diferentes encuentros literarios y simposios de investigación literaria. En el año 2010 participó en el séptimo Festival Internacional de Poesía sección Aragua. Textos suyos aparecen también en la Antología de Arte Poética Venezolana. El acto y el lugar de la poesía (2002), el tomo I de Proyecciones en el siglo XXI (2004, UCV-UCAB), la Antología del séptimo Festival Internacional de Poesía (2010), Antología “Los Moradores” (2011), Antología Poética “Antropología del fuego” (2020), Antología del “III Concurso Epitafios” (2020). Sus más recientes publicaciones se encuentran en las revistas literarias digitales DigoPalabra.txt, Revista Awen, Revista Telescopio, Merece Una Reseña, The Wynwood Times, revista Sinfín, Revista Sudras y Parias, Revista Baquiana.