Ilustración de Carlos Gaytan
¿Cómo estás? Me he sentido mejor. Poco a poco. ¿Cómo han mejorado los problemas? No siento que mejoren, pero al menos ya no me culpo. ¿A qué o a quién le atribuyes los problemas? No sé. Al destino, por ejemplo. Aunque no creo que exista. ¿Entonces los problemas se determinan solos? No, los problemas están determinados, sea como sea… Supongo que es mi manera de lidiar con ellos. ¿Cómo crees que podría mejorar tu manera de enfrentarte a los problemas? Respirando. O no respirando. No sé, todavía no me decido.
Ahora existe una amplia aceptación de la terapia psicológica conductual como suceso diferenciador, como consultoría inconsciente y como plataforma para la obtención de herramientas emocionales para enfrentarse al mundo exterior, el mundo de los otros. Poner en palabras aquellos sucesos que afectan las profundidades del yo es habilitar las puertas del decir, sugeridas para llevar a la mente al mar de la tranquilidad.
Normalmente, en las sesiones se exploran los acontecimientos más recientes y se inicia una honda excavación para llegar a la disyuntiva interpersonal. ¿Qué te trajo a terapia? La primera circunstancia puesta en duda es un evento concreto cuyas implicaciones son de lo más abstractas. Decir que llegué a terapia, por, digamos, un problema de sobrepensar, llevaría a cuestionar el origen de esa raíz podrida. Supongo que soy una persona que se ve orillado a racionalizar todo para no enfrentarse a sus emociones. ¿Por qué no te les enfrentas? Porque no tengo las herramientas.
Luego, tras unas semanas, y dependiendo la inclinación psicoanalítica del/la expertx, las sesiones llegarán al análisis de varios momentos claves en la crianza. Sentimiento de inferioridad, síndrome del impostor, TDAH, ansiedad, depresión, casi cualquier cosa puede relacionarse con uno o varios escenarios formadores. Supongo que tengo miedo de enfrentarlos. ¿Supones? ¿Cómo te sientes al respecto? Impotente.
Se trata de tener una visión más amplia de las afecciones del yo para manejarlas y dedicarles cuidados. Se maneja la ira, la decepción, el nerviosismo, la hiperactividad al mismo tiempo que se promueve un estado más sólido de las emociones. Toma aire por la nariz. Aguanta. Mantén un poco más. Exhala por la boca. Lento. Funciona, siento menos latidos. El resultado es una conciencia reflexiva de aquello que es articulado en el discurso y de aquello que es encarnado en el estómago, en el pecho, en el cuello, en la espalda, o en cualquier lugar donde se perciba asco, ira, tristeza, alegría, sorpresa y miedo.
“We are ruled by effete arseholes. It’s a shite state of affairs and all the fresh air in the world will not make any fucking difference” («Estamos gobernados por pendejos decadentes. Es un pinche estado de las cosas y todo el aire fresco en el mundo no haría una puta diferencia»), grita Renton a Tommy antes de tomar la saludable, informada y democrática decisión de volver a la heroína (Trainspotting, 1996). Por momentos me siento como si todo fuera un paliativo, como si saber el origen de mis afecciones no me diera herramientas para nada. Estar consciente del problema es el primer paso. ¿Cuál es el segundo?
Los campos de la psicología y la psiquiatría han actuado históricamente a favor de encerrar a los desviados y de establecer las directrices de la cordura y los niveles aceptables de locura. Las terapias de shock fueron aplicadas a personas cuyos diagnósticos les impedían decidir sobre su propio rumbo. Ahora los tratamientos son más sutiles. ¿Has considerado los antidepresivos? El fenómeno es la desocialización de los problemas mentales. Se vende el problema como un simple desbalance en la química cerebral susceptible de ser solucionado con fármacos que tomen el control del caótico laboratorio.
Las pastillas con bata se hacen con el control del laboratorio y, dejando de lado la adicción y los efectos secundarios, parece que la producción cerebral no podría tener un mejor momento. Pero la introducción del medicamento también conlleva códigos y lógicas bajo las cuales su producción se permite, su distribución se extiende, y su prescripción se potencia. Vuelve a la respiración. Recuerda, siempre reflexivo entre la sensación y el ritmo respiratorio. Mejor, mucho mejor. ¿Qué pasa si el control se disfraza de manejo de las emociones? Tenemos muchos motivos para desconfiar de las ciencias de la mente.
El ejercicio clínico de la psicología sin empatía, sin reflexividad en sí misma, sin perspectiva incluyente del género, sin aterrizaje personal de los problemas culturales y del sistema económico, sin deconstrucción del inconsciente, sin arqueología subjetiva y sin acciones que repercutan en lo colectivo es una terapia de meditación narrativa, idea de algún neuromarketer, un paliativo diseñado para poder vivir con las inhibiciones de aquellos estados que no benefician al poder. Cambia de terapeuta. Nos vemos la próxima semana, no olvides respirar.
Ilustrador: Carlos Gaytan Tamayo (Ciudad de México, 1999). Estudia Ciencias y Artes para el Diseño en la UAM Azcapotzalco. Formó parte de varias exposiciones colectivas de cartel en su universidad. Algunas de sus obras ilustran artículos de Cultura Colectiva. Su trabajo se inspira en diversas técnicas y se encuentra en el diseño gráfico y la ilustración.