“Jackie Kennedy o Marilyn Monroe. Todas las mujeres son una o la otra”, dicen en la serie Mad Men. Dicha frase refleja no sólo el contexto cultural de una época, sino la dicotomía a la que las mujeres han sido reducidas a lo largo de la historia: elegancia y clase o atractivo físico y sexual. En el cine, la mayoría de las veces ha ido asociado al físico de las protagonistas: la morena respetable, pero aburrida y la rubia fascinante, pero sólo para un rato.
El aspecto físico de una mujer y, más concretamente el pelo, puede determinar la manera como es percibida. La revista en línea Refinery29 publicó la serie de artículos «Hair«, donde varias mujeres cuentan su historia para poner de manifiesto el vínculo entre el pelo y la identidad. En su texto sobre el pelo rubio, Daniela Morosini explica cómo un hombre le dijo una vez que “no parecía inteligente”. Este juicio, pues, no estaría basado en sus palabras ni en su trabajo, sino simplemente, en su aspecto físico. En un estudio de 1996, se descubrió que las mujeres rubias se percibían como menos profesionales que las morenas o pelirrojas. Tales estereotipos responden a siglos de mitos sobre las rubias, la mayoría de ellos con un denominador común: la falta de inteligencia. Tal y como afirma Morosini:
Ser rubia ofrece muchas posibilidades. Puedes ser una rubia sofisticada como Gwyneth Paltrow, una rubia roquera como Debbie Harrie, una sex symbol rubia como Marilyn Monroe. Diablos, puedes ser el tipo de rubia que quieras -siempre y cuando seas tonta.
Daniela Morosini
Los orígenes de la rubia tonta
El cliché de la rubia tonta se remonta a finales del siglo XVIII, con la obra Les curiosités de la foire. En ésta, como recoge Victoria Shellow en su libro La enciclopedia del pelo, se ridiculizaba a la cortesana Rosalie Duthé, calificándola de poco brillante a causa de las largas pausas que tomaba antes de hablar. En realidad, tal burla dice menos de la inteligencia de Duthé que de las envidias que despertaba, principalmente porque gracias a su atractivo físico pudo tener acceso a las altas esferas de la época. Así pues, encontramos que el estereotipo de la rubia tonta tiene más que ver con su belleza que con su color de pelo. Un buen ejemplo de esto es la peluca rubia usada por las prostitutas romanas. En su Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo, Paul Lacroix cuenta que, al ser un color de pelo menos habitual que el moreno, se percibía como más exótico y, por lo tanto, más atractivo. Sin embargo, esto conllevó asociar el pelo rubio a cualidades negativas como la promiscuidad.
En el cine, la asociación entre pelo rubio y atractivo sexual no fue inmediata. Las flappers, primeras sex symbol de la gran pantalla, como Clara Bow, eran morenas. No fue hasta la irrupción de Jean Harlow que cambió el panorama. Con el estreno de Platinum Blonde (Frank Capra, 1931) y Bombshell (Victor Fleming, 1933), apareció el arquetipo de la rubia divertida, desinhibida y, sobre todo, con un gran atractivo sexual. No es de extrañar que durante años la marca de tintes Clairol utilizara el eslogan “Las rubias se divierten más”, impulsado por la publicista Shirley Polykoff.
Tres tipos de rubias en el cine
A partir de entonces, las actrices rubias dominaron el cine. Con su popularización, el personaje se diversificó. La académica Annete Kuhn habla de tres tipos de rubias en el cine. En primer lugar, la ya mencionada rubia explosiva, representada por Harlow y, más tarde, Marilyn Monroe. En segundo lugar, la rubia tonta, que conserva el atractivo de la rubia explosiva, pero es menos inteligente. Esto, irónicamente, la vuelve más atractiva. Buen ejemplo de esto son Jayne Mansfield y Marion Davies. En tercer lugar, tenemos a la rubia gélida, con las femme fatales Veronica Lake o Lauren Bacall o las protagonistas de Hitchcock. Esta mujer esconde pasión detrás de su aspecto frío y traerá mal al protagonista masculino. El arquetipo no murió con la edad de oro de Hollywood. En su película Belle de Jour, Catherine Deneuve representa a una mujer definida como “frígida” que oculta en realidad fantasías sadomasoquistas. En los 80, Sharon Stone representó a una de las femme fatales más célebres del cine en Instinto Básico.
Cabe destacar que estos arquetipos suelen confluir, y muchas rubias célebres encajan en más de uno. En Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953), Marilyn Monroe es definida como una “rubia tonta” en oposición a su amiga morena, interpretada por Jane Russell, pero a la vez es consciente de que este es un papel que interpreta para atraer a los hombres y aprovecharse de su dinero. “Puedo ser lista cuando hace falta, pero a los hombres no les gusta”, dice. Además, no siempre que se opone a una mujer morena y una rubia se cumplen los estereotipos ya mencionados. En el caso de las mujeres racializadas, suelen ser asociadas al exotismo y al atractivo físico, mientras que las rubias son sinónimo de la tradición y los ideales familiares.
El complejo Madonna-prostituta
En cualquier caso, la esencia de esta dualidad es la misma: la mujer bondadosa e inteligente contra la mujer atractiva sexualmente. Esta dicotomía limita las habilidades de las mujeres, insinuando que sólo se puede ser o una o la otra. Esto remite a la dualidad Madonna-prostituta, término acuñado por Sigmund Freud para referirse a pacientes masculinos incapaces de establecer relaciones sexuales sanas con mujeres al concebirlas sólo como dos categorías excluyentes. O bien son santas e inmaculadas (Madonnas) por quien no sienten ninguna atracción sexual, o bien son mujeres moralmente inferiores (prostitutas), que sí les atraen. En 2009, el psicólogo clínico Uwe Hartmann demostró que muchos hombres siguen padeciendo este complejo.
Sin embargo, dicha percepción distorsionada de la realidad no debería afectar a la representación de las mujeres en la pantalla. En los últimos años, muchas películas han decidido desafiar la creencia de que una mujer sólo puede ser o guapa o inteligente. Un ejemplo es Legalmente rubia (Robert Luketic, 2001), donde Elle Woods, mujer rubia, guapa y con gustos tradicionalmente femeninos se convierte en una reputada abogada, demostrando que una mujer no tiene por qué elegir entre belleza y éxito profesional.
Más recientemente, en TikTok hemos visto la popularización de la estética bimbo (del italiano bambino, niño) utilizada de manera peyorativa en los años 2000 para referirse a mujeres rubias, atractivas y con una estética marcadamente femenina como Paris Hilton. Quienes adoptan la moda bimbo toman inspiración de “rubias tontas” de la historia para vestir, pero no dejan que esto limite la percepción que se tiene de ellas. Con video ensayos de temas como política, filosofía, cine o literatura, parecen responder a la creencia de que una mujer debe adoptar una estética concreta para que la tomen en serio. De este modo, reivindican el derecho de cualquier mujer a ser respetada independientemente de su aspecto físico. Así, parece ser que los días en que una mujer debía elegir entre atractivo o respeto quedan poco a poco atrás.