El paso de una flor marchita – Poema de Sheylin R.

Ayer… ¿Qué pasó hoy?

Lo único que te une al pasado son las memorias,
los recuerdos de un déjà vu vivido.
Sin ellos atándote,
es como entregarse a la Muerte;
sin memorias que sustenten tu vida,
es como suspenderse en la Nada.

Siento vivir en la mentira de un Ayer
de un Pasado que nunca me tuvo y nunca viví.
siento estar atrapada en los brazos del Olvido,
atascada en los hilos del Presente.

El desgaste en mi corteza y el fallo en mi conciencia
borran las imágenes
como pequeñas gotas de una gélida lluvia pasada bajo el sol,
vaporizándose en segundos, haciéndose una con la brisa.

He escuchado anécdotas de otras bocas y otros entendimientos
que ya no reconozco.
He sentido roces de dedos y manos
que no han dejado rastro.

Mi cabeza se empolva,
se congela y se desvanece.
Y aunque el corazón se mueva, la mente ha olvidado.

Así como al mudar de piel,
nuestro cuerpo abandona las células que han perdido utilidad.
Las articulaciones olvidan que pueden moverse.
Los sentidos omiten las formas, las texturas, los sabores.

Cuando, por las noches, al dormir, lo nítido se vuelve borroso;
todo es consumido hasta que solo queda una vaga y lejana sensación.
No hay más rostros, no hay más palabras ni tampoco vida.
Sólo huecos, tonalidades oscuras.
Todo el tiempo estamos siendo vaciados y llenados de nuevo,
pero la diferencia es que algunos terminan siendo devorados.

Entonces, me pregunto cuál será el segundo
en el que en mi cabeza no queden más que cenizas
y en el que todos esos ojos, que alguna vez me regresaron la mirada,
dejarán ser parte de una historia
que ha comenzado a extinguirse.
Y aunque no duela, hace de la desolación el tinte diario de los días.

Así que, cuando las luces dejan de alumbrar las abatidas calles de mi mente,
los que habían sido, sus nombres, sus caras
se convierten en pequeños pétalos que el suave, pero ajeno viento, se lleva bailando.

Y, sin embargo, me doy cuenta, en la soledad del invierno,
que el olvido es la excusa más verdadera
y la liberación más sanadora.


Autora: Paula Sheilyn Robles López (México, 2002). Estudiante de la Licenciatura en Letras Hispánicas.