Pero mi cuerpo, a decir verdad,
Michel Foucault
no se deja someter con tanta facilidad. Después de todo,
él mismo tiene sus recursos de lo fantástico…
Soy un entramado complejo y difuso. Apenas reconozco el rostro que miro al espejo durante las noches, al calor de la mañana o en una tarde lluviosa mientras la paloma busca refugio y entra por la ventana. En realidad, somos un cuerpo tenebroso y frágil. Si pongo la mano sobre la lumbre, comenzaré a sentir dolor y ansiedad. ¿Qué es sentir dolor y ansiedad? Seguramente tiene que ver, en un aspecto metafísico, con una percepción singular de mi esencia. El cuerpo está en cantidades diminutas y efímeras de estructura espacio-tiempo. Soy lo que habito y vivo. O bien, somos un imaginario discreto y complejo que se realiza a sí mismo a partir de su estructura espaciotemporal navegante de la circunstancia que vive.
A través de Foucault, trataré de decir algunas cosas sobre habitar cuerpo. No «el» cuerpo, sino cuerpo atravesado, distorsionado, pululante, cruel y manifiesto. Un cuerpo suceso que se distorsiona en lo social y se vuelve político. Foucault nos dice:
Mi cuerpo, de hecho, está siempre en otra parte, está ligado a todas las otras partes del mundo, y a decir verdad está en otra parte que en el mundo. Porque es a su alrededor donde están dispuestas las cosas, es con respecto a él -y con respecto a él como con respecto a un soberano- como hay un encima, un debajo, una derecha, una izquierda, un adelante, un atrás, un cercano, un lejano. El cuerpo es el punto cero del mundo, allí donde los caminos y los espacios vienen a cruzarse el cuerpo no está en ninguna parte: en el corazón del mundo es ese pequeño núcleo utópico a partir del cual sueño, hablo, expreso, imagino, percibo las cosas en su lugar y también las niego por el poder indefinido de las utopías que imagino. Mi cuerpo es como la Ciudad del Sol, no tiene un lugar pero de él salen e irradian todos los lugares posibles, reales o utópicos.
Michel Foucault, El cuerpo utópico, 2010
La completitud, la integración de la experiencia corporal, se hace manifiesta, al menos de manera evidente, cuando un-otro espejo me mira. Entre los pliegues de la luz me reconozco y encuentro satisfacción (o no) del ser que represento. Las extremidades, las distorsiones, pliegues y agujeros minúsculos defectuosos son el yo con el que convivo. Fragmentariamente soy nada. Apresado en las complejas redes con las que convivo, doy a cada minúsculo grano un ser incompleto, que se reconoce apenas, pues la existencia está indeterminada. Fluctuando con lo otro, existo y me desvanezco en las despedidas. Soy un mal observador de mi cuerpo cuando escribo, pues tan solo miro unas manos moverse al son de mis pensamientos y reacción ante mis neuronas. No me miro completamente. Soy en cantidades.
En este horizonte oceánico las olas rompen mi estructura y en cada ondular aparece un nuevo imaginario. Visto de ropajes la desnudez con la que me encuentro y siento. El tacto me erotiza, me mueve, salpica de sí determinadas esencias pasajeras. Un «te quiero» me ha hecho corporizarme en cantidades más grandes, pero un día se desvanecerá y habrá dejado una huella imborrable en los rincones que no logro mirarme. Espalda que desaparece cada atardecer bajo los besos de la lluvia. Uñas que lamen piernas que anduvieron en lodo y que pocas veces siento tan mías como cuando un-otro espejo las aprieta. He probado el aroma húmedo de un pliegue fantástico. También se ha roto el cuerpo que soy. Lo he sentido al borde del abismo cuando un gusano naranja pasa silbando y todos los sueños se arrinconan para abordarlo. He querido saltar y abrir espacio en la estructura espumeante que habitamos.
Me vuelvo de los otros en la medida que quiero ser libre. Corporizo mi esencia al entenderme suceso del orden cósmico. Habito espacio y tiempo dependiendo de las zonas en las que me mueva. Soy en espacio-tiempo cada que la circunstancia me deja. He estado en círculos donde la gente ríe, llora, salpica de felicidad y a veces, en pequeñas ocasiones, nadie me ha mirado. Habito espacio-tiempo, pero no soy en espacio-tiempo. Mi existencia depende de los muchos sucesos que habitamos en este preciso y precioso instante. He abrazado al árbol más viejo de mi colonia, y llorado a lado de la hormiga trabajadora. Nos fijamos en la inquietud imaginaria del orden social, donde a veces me he capitalizado, buscando adornos y tambores para ganar puntos en la fantasía que todos juntos hemos creado. Mi casa es mediana, y el hogar que soy infinito. Todos pueden habitar mi pensamiento, y tan solo ella el espacio entre mis brazos que dan abrazo, y mis besos que besan de manera tormentosa y fugaz.
Expresados a través de la estrella, habitamos cuerpo sin darnos cuenta cada que miramos hacia arriba y nos entendemos orden de la naturaleza. En la tierra hemos creado una sociedad imaginaria que nos alimenta, nos succiona; pero que también nos deja ser en espacio-tiempo y amar cada suceso con el que nos encontramos. Igual que los átomos que habitan simultáneamente cada probabilidad, somos tan solo posibilidad de la existencia de los otros. En este habitar cuerpo es desde donde les hablo, los miro y nos reconocemos. Aquí, donde sus ojos dan lugar a mi existencia soy posible, y quizá cuando termines de leer yo desvanezca entre tus pensamientos y un día, tenlo por seguro, dejaré de existir.
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Autor: Ricardo Jesús García Gómez (1996). Licenciado en Psicología por la UNAM, ha publicado en la revista Letramía, Grezza, Revarena Ediciones, Fantastique, De-lirio, Por escrito, Claroscuro, Littengineer, Tabaquería, Artífice. Participó con la Editorial Argentina Equinoxio, en la antología “Homenaje mexicano a Lovecraft-Poe” y con el Círculo Lovecraftiano. Mención honorífica en el concurso de Ciencia Ficción UNAM. Miembro del seminario Estéticas de Ciencia Ficción del Centro Nacional de Investigación, Documentación e información de Artes Plásticas (CENART) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y columnista en la revista Littengineer. Cuenta con artículos en la revista Reflexiones marginales de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM; en la revista Protrepsis de la Facultad de la Universidad de Guadalajara; y en Philosophy International Journal de MEDWIN PUBLISHERS.