Escúchanos, Señor, protégenos de la maldad
y líbranos de toda mancha del alma
La impureza es, según la segunda acepción de la RAE, la “materia que, en una sustancia, deteriora alguna o algunas de sus cualidades”. Mísera contaminación que irrumpe un estado de perfección. Mezcla, degradación, deterioro. Sustancia indeseable.
Los peces de la amargura, libro de Fernando Aramburu, abre justamente con una emblemática dedicatoria dirigida a la impureza, una frase demoledora que planta cara a una de esas palabras desgastadas por el tiempo, que cargan a cuestas la historia de una cultura y una ideología creyente de las esencias puras y perfectas.
Dedico este libro a la impureza
Fernando aramburu
En este libro de cuentos se reconstruyen pequeños episodios que dan cuenta de la historia lateral de unos de los momentos más crueles del pueblo euskera. El conflicto vasco, una guerra de más de cincuenta años en donde el extremismo ideológico gestó el odio a muerte entre el pueblo vasco y el español. Así, Los peces de la amargura constituye un retrato que refleja la multiplicidad de realidades que conformaron un evento tan complejo como el que tuvo lugar desde la década de los cincuenta hasta hace menos de diez años, medio siglo en donde dos sociedades hermanas se volvieron hostiles por la intolerancia del pensamiento purista.
Reflejar esta noción de la “impureza” es una de las intenciones fundamentales del autor vasco. Sus cuentos están narrados desde los más diversos puntos de la voz enunciativa. Las historias se cuentan a través de las voces de las madres, los padres, los hijos, los hermanos, los amigos, todas esas presencias anónimas que sufrieron en primera persona la violencia de los altercados provocados por la lucha de los dos bandos.
Gianni Vattimo, en su obra Adiós a la verdad, comenta que la noción de verdad es una categoría que en el mundo moderno está deslavada por la tendencia a creer que existe una sola versión de la realidad y que ésta es capaz de negar todas las demás visiones de la misma. En contraposición a esto, el filósofo italiano afirmó que la única forma de aprehender un atisbo de “la Verdad” es a través de un constructo generado por la mayor cantidad de verdades posibles.
Éste es, a mi parecer, uno de los más grandes aciertos de la obra de Aramburu. Aún cuando él forma parte de la comunidad vasca, en ningún momento se percibe una tajante toma de posicionamiento hacia ninguno de los dos grupos enfrentados sino que, por el contrario, busca generar una mirada heterogénea del conflicto. La impureza, entonces, es vista como la mejor manera de aproximarse a una visión completa de los acontecimientos.
La construcción fragmentaria, entendiéndose como fragmentos que conforman un todo, le dota al libro un sentido pluralista y multipartita, en donde se realiza una crítica directa a los motivos que terminaron desencadenando una guerra fratricida: la falta de empatía, intolerancia y la renuencia a aceptar la otredad como una forma de reconocimiento de nosotros mismos.
De la misma forma, el tipo de cuentos que nos presenta nos imprime un carácter muy cercano, casi intimista, que nos permite aproximarnos a la naturaleza del conflicto aún perteneciendo a un contexto completamente diferente. Toma la tristeza como un valor universal y la emplea para generar un fuerte impacto en la recepción de las historias. La cotidianidad propia de los conflictos humanos nos arroja de lleno a una meditación en torno a nuestra vida diaria y a los problemas propios de nuestra sociedad.
La configuración misma de los cuentos nos muestra todas las caras que puede adoptar el dolor provocado por la incapacidad de aceptar las diferencias. De manera cruda se nos revela que en una guerra nadie acapara el monopolio del sufrimiento.
Cada uno de los cuentos se antoja más doloroso que el anterior. La atmósfera se llena del ruido provocado por estallidos de bombas, de llantos desconsolados, de voces con sentencias implacables. Los peces de la amargura nos humedecen el más hondo sentimiento, dejándonos indefensos ante la brutalidad que subyace a cualquier acto de odio. Hasta que llega la vuelta de tuerca.
A pesar de ser un libro sumamente amargo, el autor decide ir un paso más allá, dándole un giro al desarrollo de su discurso al incluir una narración esperanzadora justo al centro del libro, posicionándolo textual y conceptualmente como el eje de toda la obra. De esta manera, “Informe desde Creta” dibuja a través del duelo compartido una posibilidad de escape a todo el dolor que desborda el contenido de las páginas.
La comprensión y la ternura superan al odio y al miedo. Actos de profunda humanidad que se niegan a hundirse en el fango del desconsuelo y que con valentía enfrentan la realidad para superar los estragos de una guerra perdida. Una mano llena de esperanza se nos tiende para indicarnos el camino.
No dejemos que el odio amargue nuestras vidas.
Patria (2016) – Fernando Aramburu
Con todo, este libro muestra a la impureza como una condición natural del ser humano y al acto de aceptarla como el rasgo de más sincera humanidad. Aramburu nos incita a aceptar cada parte que nos distingue de los demás y así vivir el duelo compartido, ya que a través de él es como lograremos aprender de nuestras diferencias y conformar una verdad que integre todas las verdades y, al fin, dejar de ver la otredad como esa sustancia extraña que hemos buscado evitar durante siglos.