Felipe Cazals y Jorge Fons realizaron, posiblemente, los únicos dos largometrajes que cuentan de manera efectiva los hechos de dos noches trágicas en la historia del país: Rojo amanecer acerca de «la matanza del 68» y Canoa, sobre una matanza en Puebla también en aquel desconcertante año. Sus repercusiones hasta el día de hoy son de indignación, enojo y frustración en un pueblo que no ha parado de sangrar al recordar por medio de estas dos cintas mexicanas. Y es que podemos perdonar, pero no debemos olvidar.
En 1989 el director Jorge Fons buscó la aprobación de RTC para poder realizar la película de Rojo amanecer. Recibió una respuesta negativa:
Con el 2 de octubre ni se metan, señores.
Después el director decidió, sin permiso, comenzar a construir un set que simulara un departamento de los alrededores de la Plaza de las tres culturas en Tlatelolco. Esta clandestinidad causó que la producción filmará los exteriores en la madrugada dentro de los pasillos en los departamentos reales. También debían asegurarse de que ningún policía los hubiera visto para poder regresar a sus hogares sin ser encarcelados.
Al término de la filmación, la cinta fue llevada por el propio Héctor Bonilla a los Estudios Churubusco, donde el actor Valentín Trujillo, productor de la cinta, tenía oficinas. Ahí fue revelada y editada. Posteriormente la cinta fue llevada a RTC para su aprobación y fue «enlatada» seis meses, tiempo en el que el gobierno de Carlos Salinas decidió romper la censura sobre los hechos de 1968 y decidieron estrenar la cinta, con la consigna de quitar algunas escenas que involucraban al ejercito nacional.
El estreno fue el 17 de octubre de 1990. La película fue criticada por la baja calidad de su producción, pero justificada por la prensa al contar con sin casi nada de presupuesto: 320 mil pesos en la época. Su estreno fue en las instalaciones de la Cineteca Nacional y fue todo un éxito de taquilla, recaudó 726 millones y tuvo 370 mil 846 asistentes. Rojo amanecer permaneció seis semanas en cartelera dentro de cines en los que ya no se programaba cine mexicano.
El productor Valentín Trujillo intentó que la Academia Mexicana de Cinematografía considerará Rojo amanecer como candidata para los premios Óscar. El ruego fue infructuoso y sin embargo quedó considerada Cabeza de vaca, que después fue descalificada por la Academia de Artes Cinematográficas de EE.UU.
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Por otro lado, el 14 de septiembre de 1968, en el pueblo de San Miguel de la Canoa, se dio un hecho sangriento y por demás bochornoso en la historia de nuestro país. Cinco trabajadores de la Universidad Benemérita de Puebla fueron linchados por los pobladores de esta comunidad, debido a la influencia político-religiosa de un sacerdote, quien indujo a los pobladores a linchar a «comunistas». Los trabajadores no eran conocidos en San Miguel, por lo que los habitantes reaccionaron contra ellos violentamente. Sólo dos sobrevivieron.
En 1976, el director de cine Felipe Cazals decidió hacer una representación de este evento con base en testimonios de los mismos sobrevivientes… y no me refiero a una adaptación de memorias: los agredidos que lograron sobrevivir estuvieron en el montaje de la película, en cada ensayo, para confirmar la realidad de los sucesos plasmados.
La técnica narrativa empleada por Cazals rompió con todo paradigma. Su tono en forma documental y el rompimiento de la cuarta pared hacen de esta película algo estrujante, real y visceral.
La frase «cristianismo sí, comunismo no» es repetida por un habitante de Canoa, mientras están, literalmente, matando a palos a uno de los excursionistas que se dirigían a la montaña llamada «Malitzin». Con una violencia explícita, el director muestra lo sucedido en esa noche del 14 de septiembre. Los trabajadores de la universidad no esperaban la reacción del pueblo, tanto que al escuchar la revuelta y el repique de las campanas de la iglesia pensaron que era tradición del lugar adelantar los festejos de independencia.
Este suceso fue tan solo un presagio de lo que sucedería semanas después en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968 en la Ciudad de México. Hechos históricos muy sangrietos que dan muestra de un México sanguinario y violento, donde se levantaría la antorcha olímpica meses después. Antorcha que, paradójicamente, representa la unión, la paz y sobre todo la tolerancia entres diferentes culturas.
Pero esto, me atreveré a hablar por mi país, sólo es en apariencia. Sólo es una fachada que se presenta al mundo. Una ciudad donde se recogían miles de cuerpos con camiones trascavos y se cubría de aserrín la sangre de jóvenes estudiantes, como método para limpiar y absorber el color rojo del asesinato y la vejación.
1968 fue un año decisivo en México, un tiempo donde se dio a conocer un país por su violenta forma de resolver las diferencias, de dar a notar su intolerancia a lo que se ve y se piensa diferente y, como es diferente, hay que desaparecerlo para que no exista.
En esto también se encuentra la religión mezclada, cuya representación, en el caso de Canoa, recae en el nombre del sacerdote Enrique Meza, que a falta de autoridad gubernamental en el pueblo se apodera de las mentes, ideas y decisiones del pueblo para llenarlos de radicalismo y extremismo religioso.
Tanto Canoa de Felipe Cazals como Rojo amanecer de Jorge Fons, son testimonios vivos y voces fuertes en el cine mexicano de una época de prohibición, de extremismo ideológico, religioso y político. Estas voces vuelven a reclamar, se hacen escuchar para no quedar en el olvido, para que no se vuelva a cometer, porque pueblo que no conoce su historia tiende a repetirla.
Autor: Luis Toriz ¿Es mejor ser respetado o temido? ¿Es mucho pedir ser ambos? Diría Tony Stark. Veo y escribo de cine . Colaboro para el flamante Tour de Cine Francés y estoy orgulloso de estar aquí. Nunca les diré no la vayan a ver , sería atentar contra el crecimiento de su propio criterio |