Hoy presentamos con gran felicidad una serie de poemas inéditos de Iván Palacios Ocaña, nacido en Oaxaca pero residente en la Ciudad de México. Poca o nula presentación necesitan sus textos, que hablan por sí mismos:
Taxi Driver
Cuando me siento mal trabajo de taxista
en Grand Theft Auto, y llevo gente sin materia
a lugares sin fondo. Un cubano va por su ropa,
una viejita a una tienda de armas, una prostituta
a la estación de autobuses, un hombre deportista
a las carreras de autos. Me concentro en el camino,
intento no pensar y sólo escucho Radio Espantoso.
Nunca hablo con los pasajeros.
Veo lo mucho que ha cambiado Vice City estos años.
Hoy gané siete mil dólares, atropellé varios policías,
destrocé cuatro taxis y tres veces me ahogué
en el mar antes de que los ojos me ardieran y se pusieran rojos.
El artista
Fui a ver el atardecer al muelle.
Alguien tocaba en acordeón un vals sobre las olas,y los pescadores
descargaban sus redes y lanchas. La playa estaba llena
de peces moribundos o cadáver.
Había uno enorme. Nunca había visto un pez tan grande
morir frente a mí. El aire le ardía y lo desesperaba.
Entonces pasó un niño con su mamá, y dijo: “¡Mira, ma, el pez
está bailando!” y él también comenzó a bailar
junto al pez, que se agitaba
cada vez menos. Al terminar la canción
todos los pescadores aplaudieron.
El padre del niño salió de un Oxxo
“¿Qué pasa?” dijo,
pero la función ya había acabado.
Don Harumi
La gente lloraba al escuchar a mi padre. Mi padre cantaba
durante la tempestad que mató a sus hijos . Su canto aterraba
a la gente porque lo hacía en japonés. Desenterraban a los muertos
aguaceros incesantes y desbordaban los ríos. Yo crecí
escuchando que la gente lloraba
al escuchar a mi padre cantar durante la tempestad
que mató a sus hijos.
Cosas del cuerpo
Todavía despiertas en el mismo hospital,
por la ventana ves árboles desnutridos
y resignados: un bosque de riguroso luto
amarillo. Afuera la luz y el día persisten
abriendo posibilidades. Pero no
para ti. A nosotros sólo nos queda esperar, juntos
mientras tus pulmones se deshojan
para ninguna ventana. En las radiografías
parecen raíces negras. ¿En cuánto tiempo
serán verdes
o del color que sea
que tomen los pulmones enterrados?
Cada vez falta menos para que la vida
bajo tu piel sude peste. No es fácil
aceptar que así termine un cuerpo
que amamos: sin color ni peso
ves que las ramas del árbol también
se entregan al aire.
El progreso no es más real que los ciclos de la sangre y el amor
Las flores de 1940 desaparecieron. Es bien sabido.
¿pero no olían igual que las de este año?
¿no tenían los mismos colores y casi las mismas abejas?
Algo así pasa con el colonialismo, la esclavitud y todo
eso. Nos tocaron tiempos difíciles, como a todos los hombres.
Tal vez el odio también es parte del paisaje
(como las ardillas muertas que dejó el frente frío
o los niños que salen de una escuela primaria)
Esa es la razón, querido capitán,
de mi extraña melancolía.
Iván Palacios Ocaña (Oaxaca, 1992) No tiene ningún libro publicado y aún no se titula. En 2015 asistió a un campamento de literatura para jóvenes en Xalapa (f,l,m) y en 2016 fue segundo lugar en Punto de partida. Ha publicado un par de ensayos sobre alquimia, poesía y ocultismo donde se lo han permitido.