Presentamos hoy una muestra del poeta salvadoreño Josué Andrés Moz, autor del libro Carcoma, además de organizar los ciclos permanentes de poesía en el Salvador titulados «Los heraldos negros» en honor a César Vallejo. Los poemas pertenecen al libro mencionado.
CASQUILLOS
San Salvador es una vena rota sobre la que caminamos descalzos
Relámpago de voces extraviadas en la palma de Jesucristo
río de vértebras antiguas y lágrimas con el aroma de sus causas
vertedero de nombres de quienes bautizaron su silencio por medio de la sangre
para reafirmar el absoluto evangelio de la pólvora y el olvido.
LENTA DIATRIBA DEL CARNERO
Desde tu nombre caen lágrimas
como una lluvia antiguamente conocida
Arrodillados y plagados de moscas
hemos aprendido a lavar tus pies con nuestro llanto
Yo no vengo a predicar tu silencio ni tu ira
ni a beber tus ojos enrollados con firmeza
a los nervios de los hombres que te escriben
Tampoco vengo a contemplar tu espíritu larvario
ni el juicio de tus garras sobre la paz que no conoces
Desde esta cruz
agacho la mirada hasta tu cielo:
amargo símbolo de sangre en la memoria
último laberinto para cruzar desnudo
el temblor de los corazones y el misterio.
DEFINITIVA CARTA AL PADRE
Hemos aprendido a decir tu nombre con otras lenguas
a pronunciar la estatura que esperamos de tu misericordia
e instalar tu rostro en las grietas de nuestras rodillas
Aprendimos a esperar tu abrazo:
colgados de esta cruz podrida por la desesperanza
y acechada por los perros que custodian
los designios del hambre en esta ciudad
Padre devuélvenos las plegarias que depositamos en tu manto
Manda a que el olvido recoja cada uno de nuestros cuerpos
ahora derrotados en el limpio valle de tu ira
Nosotros que solo hemos nacido para la muerte
estamos inconformes con tu silencio
con tu mano oculta detrás de los escombros
con la paciencia que guardas ante tus hijos
que sólo pueden verte desde el ojo de una bala
Bajo estas aguas en que se clavan tus pasos
yacen insepultos los hombres y sus corazones
quebrantados por el ladrido de la pólvora
y abrasados hábilmente por el beso del exilio
pero no les desconozcas querido Padre
porque sus gargantas y sus gritos te pertenecen
porque sus estrellas masticadas y huérfanas de todo cariño
son tuyas
Desde este dolor plantamos un grano de mostaza en tu nombre
como quien planta su tristeza en el centro de una lágrima
cuya humedad no será jamás escuchada por tus oídos
Padre esta noche siento la furia de Caín en mis manos
CARTA A PROPÓSITO DE LA SOLEDAD
A veces ocurre
que estoy irremediablemente solo
y escribo tu nombre con la blancura de mi sangre
tristemente derramada sobre la ropa sucia
Ocurre también
que mi recuerdo es una rosa pálida
que yace en el vientre de un animal salvaje
y este animal salvaje
ha dejado de respirar el polvo
de nuestros amaneceres
Yo estoy aquí
bajo la extensa sombra de tu melancolía
Construyo un abismo
con cicatrices que escapan de mi boca
y con las llagas que dejaste depositadas entre mis manos
Demasiado humano ha sido este amor y su derrota
Siempre humana la lengua tuya clavada en mi costado
la desesperación del hombre que amanece
con una mujer que afirma ser un condominio
con suficiente espacio para la ternura
A veces ocurre
que estoy desnudo
sin recordar mi nombre
en una calle desconocida y sitiada por las moscas
y que vienen hacia mí
las terribles imágenes de tus labios
Han pasado ya cinco años
y en el sótano de mi sangre
el tiempo aún fabrica: el lenguaje del abandono.
RETRATO DE UNA MUJER PARECIDA AL CAOS
Ella entra a la noche
como un hilo de luz a través de los cristales
Revela que alrededor de su ombligo
hace ya quinientos labios
alguien celebra un ritual semejante a la nostalgia
Ella no comprende
que la muerte se reparte
entre las manos de aquellos
que lograron escalar entre sus piernas
Declara que su beso es una espora
deslizándose entre la edad y la incertidumbre
Anclados a los hilos de su falda
lleva los cadáveres de los hombres
que pretendieron conocerle.
BABEL
Tu vientre
siempre fue una república de lenguas predestinadas al exilio
Tus manos
estrellas calcinadas en la madrugada de los perros
He aquí la oscura carne habitando los pasillos de mi memoria
La costra en las rodillas
de quien se inclina ante el recuerdo de tu sexo
como ante una catedral que derrumbaron los años.
A TRAVÉS DEL OJO MUERTO DE UNA PALOMA BLANCA FRENTE A LA PLAZA PÚBLICA
Una espada de hielo atraviesa por las costillas
a los cuerpos estacionados en la cara norte del edificio
Todos ellos sostienen un cuervo en su mano
esperando que la angustia llegue hasta la orilla de su hambre
El pecado original
fue no estar dispuestos para la muerte
Acá no existe el hombre
la madrugada la han declarado los perros
y un enjambre de ojos persiguiendo
la espalda roja de una cuchara
Bendita sea la última jeringa después de la pelea
¡Qué esfuerzo este de mantener voces y pastillas en el mismo sitio!
¡Qué dureza la de este hueso!
¡Qué constancia la de estas venas!
¡Qué tibios los ojos azules que ven crecer esta herida
como quien ve crecer la hierba!.
Acerca del autor: Josué Andrés Moz (San Salvador, 1994) Poeta y gestor cultural. Actual estudiante de la Licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador. Ha publicado poemas en revistas literarias como ‘‘República de papel’’ (Honduras, 2015), ‘‘Progetto 7Lune’’ (Italia, 2015), ‘‘Mandrágora’’ (Guatemala, 2016), ‘‘Cinco Centros’’ (México, 2016) y en distintas antologías dentro y fuera de su país. Publicó Carcoma (Editorial La Chifurnia, 2017). Miembro de Fundación Metáfora, miembro y fundador del Colectivo Cultural Metafilia y del Colectivo de Difusión Cultural Mosaicos. Miembro del equipo coordinador del Festival Internacional de poesía ‘‘Amada Libertad’’, y director de los ciclos permanentes de poesía: »Los Heraldos Negros» y »La Hora de la Ceniza».
Imagen destacada: «Cain Slaying Abel» de Peter Paul Rubens.