So long, Leonard
Mais je n’ai pas peur
J’ai repris mon âme.
Un día pudiste volver mortal a la muerte, amigo.
También amé a Mariana.
Debajo de mi lengua, la saliva derritiéndose en palabras y el aullido profanando mi soledad. Aúllo a las pléyades y a la imaginación. Olvidé cantar, todo es silencio y te pertenece.
Los latidos del corazón se cansaron por volar demasiado tiempo con los ojos cerrados.
Cuando voy sobre los puentes quisiera caer para sentir la caricia desnuda del abismo.
Esta noche es desgarradora, como una pandilla de niños con mugre en el rostro, desdentados y sin desdicha.
Abrí mis libros de pasado, encontré mis antiguas grietas. Vi también mi calavera.
Tendré un cadáver sonriente, puesto que soy un hombre moderno. Las caricias de la muerte se han banalizado, también las promesas de los amantes, también las flores de olor siniestro.
Espero del viento la fulminación de dios, cargo en mis adentros la furia de su olvido. Es cristal su monumento. Acrisoladas imágenes de cuerpos desnudos y furia me reviven. Como me revive el orgasmo que tuve en regiones desamparadas.
Por las cuencas de mis ojos
dejé caer la luz hacia lo oscuro.
Íbamos a perseguir nuestras sombras hasta el fin de la poesía. Nos alejó la maravilla. Estupefacto de los resultados de mis terribles acciones, de mis blancas manos, de mi rostro envejecido. Ando con la sonrisa del niño y la mirada del enamorado enfermo.
Leonard Cohen acaba de morir. Es momento de una nueva tristeza. En lo alto de la ciudad, fumo y espero alejar los temblores. Pequeñas hormigas entran en mis zapatos y comen de mí lentamente, poco a poco me infestan. Hoy nació Arthur Rimbaud, sé que no me equivoco. Es momento de una nueva felicidad.
Los tupidos montes cobijan nuestros pasos en el aguacero, avancemos.
Quizás después de callar tanto vuelva la música. Más bella que nunca.
Noviembre 10, 2016
Del autor:
Demian Ernesto: Sociólogo por la UNAM, periodista para el diario Excélsior y principalmente, hombre condenado a la poesía.