El libro que publicó Mario Calderón Lenguajes en la poesía mexicana (entre el canon y el folclore) causó cierto polémica [1] en el medio de las letras debido a que desató una vieja lucha acerca de las antologías de poesía, pues para Calderón el antologador debe basarse en criterios “convincentes” y no guiarse bajo el gusto del que antologa. Entonces, son los teóricos y críticos que tienen “autoridad para hacer antologías» y no el poeta:
“las antologías que han despertado mayor polémica son las que han pretendido, sin criterios o argumentos convincentes, decir cuál es la lista de los verdaderos poetas mexicanos merecedores de trascendencia”[2]
Esta afirmación se encuentra en el capítulo “Legitimación de la poesía en México en los últimos treinta años”. Irónicamente, el ensayo parece más un apunte de ideas algo vagas porque carece de rigor académico que sustente sus argumentos, escribe sin desarrollar algunas premisas más allá de una mención, por ejemplo, en el apartado “premios” menciona que en México hay una gran cantidad de premios de poesía solventados por instituciones del Estado, pero no profundiza la reflexión hasta convertirla en teoría o categoría que responda al fenómeno de si los premios literarios son relevantes para que un poeta se legitime dentro de una comunidad de artistas.
Algo que ignora Calderón es que el campo literario es también un campo de poder. En este caso, hablar de legitimación no es apropiado debido a que define la categoría como “justificar la calidad de algo” con la finalidad de que ese “algo” sea convenientemente asimilado por el “pueblo”. Los conceptos de “legitimidad” y “pueblo” servirían si se estudiase literatura en el siglo XIX y principios del XX cuando la literatura se concebía como transmisora del espíritu nacional, sus valores e identidad como nación. Está dejando de lado que la poesía actual ya no es consumida ni producida por un solo grupo ni toma en consideración el papel del Estado como agente cultural del país. Por otra parte, tiene una visión muy simplista de la poesía, pues hace una división maniquea de la misma entre culta y popular, canon y folclore en el apartado “corrientes estéticas” donde no problematiza el proceso poético en los último treinta años encasillando a los poetas (contados) en dos cajones reducidos. Además, afirma que ambas corrientes agrupan a un gran número de poetas quienes coinciden en concepción estética y escritura:
“En los últimos treinta años se advierte, en cuanto a corrientes estéticas se refiere, a un grupo de poetas pretendidamente cultos […] Se percibe en el otro extremo otro grupo de poetas con arraigo popular” [3]
Bajo estas premisas, Mario Calderón desecha por completo a los poetas que no pertenecen ni al canon ni al folclore, como la generación Dextro, la Alt-Lit, el Slam Poetry y las poéticas extendidas-
En lo que resta del texto intenta abordar las prácticas dentro del campo literario que funcionan como mecanismos para la legitimación de un escritor, ya sea los talleres de creación literaria, las editoriales, las becas para creadores, la crítica, revistas, premios, antologías, grupos, puestos de poder cultural, títulos y grados universitarios, etcétera. No hace más que nombrar personajes relevantes, fechas y libros sin ahondar en el ámbito sociológico de la literatura o pensar en las consecuencias estéticas de dichas prácticas sociales. Así pues, no hay ninguna orientación teórica o crítica en el ensayo de Mario Calderón, que propone una reflexión más o menos sociológica, pero que no se acerca siquiera al primer modo de estudio sociológico de la literatura de los seis propuestos por Antonio Cándido ni reconoce el principio de jerarquización de Pierre Bordieu (porque resulta más conveniente hablar de una jerarquización en el ámbito cultural donde existe la pugna entre grupos marginales y grupos dominantes por conservar o cambiar los valores del campo literario) que esclarecería mejor los procesos de “legitimación” (dominación y marginalización según Bordieu) y la acumulación de capital simbólico y cultural por parte del grupo dominante.
El libro carece de rigor académico aunque intenta abordar los temas relevantes acerca de la poesía en los últimos años, por lo menos desde la década de los noventa. No utiliza ninguna herramienta crítica o teórica para analizar el proceso de legitimación de la poesía, generando más dudas que acercamientos (¿Legitimar un poeta ante quién y para qué?). Resulta, por lo tanto, un acercamiento ingenuo a la vastedad de la producción poética en México.
[1] El artículo que movió las aguas fue el de Cristopher Domínguez en Letras Libres «Poetas reprobados» en donde hace una crítica visceral y patética hacia el libro de Calderón.
[2] Mario Calderón. Lenguajes en la poesía mexicana (entre el canon y el folclore). México: UNAM, 2015, p. 71.
[3] Ibid, p. 79.
Autor: David Paredes (Ciudad de México, 1993)Estudiante de Letras Hispánicas en la UNAM y colaborador en Primera Página. Ha publicado narración breve en revistas como Opción, La Colmena y EnEspiral.