EE: Evodio Escalante
EPP: Editores Primera Página
EPP: Háblenos acerca de alguna de las muchas figuras capitales en su formación como poeta y como crítico. Es difícil, sabemos, referirse sólo a una.
EE: Sí, creo que es difícil sintetizar en una sola figura pero, espontáneamente, al escritor que yo considero más importante en mi vida es, sin duda, José Revueltas. Lo empecé a leer, desde que era niño (sin saber quién era), porque había unos libros de él en casa y, más que eso, porque yo soy generación del 68. No participé en el movimiento porque en ese momento no vivía en el DF pero por formación, gustos e inclinaciones políticas me siento miembro de esa generación. Como ustedes saben Revueltas, no solo como escritor sino como diligente político, como disidente, como intelectual, tuvo un papel simbólico fuerte en el movimiento. Se fue a vivir en esa época a la Facultad de Filosofía y Letras, redactaba manifiestos, intervenía en asambleas cuando lo dejaban hablar (si lo dejaban hablar); luego, la orden de aprehensión contra él y contra otros profesores y estudiantes. Por eso unas semanas permanece oculto. Al fin la policía lo agarra y permanece varios años en Lecumberri sentenciado por su actividad política de izquierda. En fin, permanezco muy cercano a esa figura aunque yo no soy novelista. Me considero crítico literario y, a veces, en ratos libres, poeta. Pero sí, la figura de más peso literario para mí es José Revueltas. Una vez dicho esto también quiero decir que por razones generacionales, esa debe ser la explicación (no encuentro otra), los escritores que más me influyen y tienen más presencia en mí, incuso hasta el día de hoy son, también, Efraín Huerta y Octavio Paz. Yo nací hacia el 46, todos ellos son de 1914, hay cosa de treinta años de distancia que es, precisamente, un lapso generacional. Entonces sin dejar de admirar a Antonio Caso, a José Vasconcelos o a Alfonso Reyes, grandes figuras del Ateneo; o sin dejar de admirar a Gorostiza o a Villaurrutia que son de Contemporáneos, yo puedo decir que hay algo, algo más entrañable: los escritores que están más cerca de mí no son los ateneístas, ni los contemporáneos sino los de Taller. Creo que Efraín Huerta es un poeta al que no se le ha dado el suficiente reconocimiento. Y Octavio Paz es un monstruo, no puedes permanecer indiferente ante él. Es la figura después de Alfonso Reyes, que a la distancia le vemos ya muchos defectos. Octavio Paz, también con sus defectos, es sin duda un monstruo: extraordinario poeta, ensayista y hasta teórico; y también crítico de primer orden. Es imposible sustraerse de él, está vivo.
Octavio Paz, también con sus defectos, es sin duda un monstruo: extraordinario poeta, ensayista y hasta teórico; y también crítico de primer orden. Es imposible sustraerse de él, está vivo.
EPP: Quizás hoy más que nunca ¿no?
EE: Pues sí. Quizás más ahora que nunca. No se ha estudiado su papel en la crítica y sí en el ensayo. Hay mucho que hacer con Paz todavía. Yo diría que está pendiente trabajo sobre El arco y la lira, que es un libro de madurez muy importante; un libro excepcional también porque fuera de Reyes con El deslinde no tenemos un trabajo donde se aborde el problema de la creación poética. Es un libro, me parece, muy actual y también envejecido. Habría que hacer un verdadero balance de su vigencia. Y también una historia intelectual de Paz: qué lecturas sintetiza en su escritura. Tarea no fácil porque era un gran lector de filosofía y para una persona (de manera esquemática) “literata” esto es complicado. Yo creo que por eso ni Stanton ni Sheridan han podido entrar bien a bien en la creación de Paz porque se olvidan que era, en sus años de juventud, profundamente marxista.
EPP: Como Huerta y Revueltas.
EE: Así es.
EPP: Fue precisamente la comparación que mostró en el Seminario de Poesía Mexicana en la FFyL ¿no es así? La modificación de Entre la piedra y la flor en el 76.
Estoy convencido de que la poesía joven de Paz está profundamente influida por esos manuscritos económicos filosóficos de Marx. No solo en él, sino también en Huerta y Revueltas.
EE: Sí. Estoy convencido de que la poesía joven de Paz está profundamente influida por esos manuscritos económicos filosóficos de Marx. No solo en él, sino también en Huerta y Revueltas. Y esto no lo digo yo, sino un colega fallecido de la UAM, Jorge Fuentes Morua que escribió una historia intelectual de José Revueltas donde declara la influencia de esos manuscritos que lo acompañan toda la vida. Tenía una copia de esos manuscritos en Lecumberri que es el momento en que escribió La dialéctica de la conciencia. Regresando a Paz, ahora que he estado releyendo El arco y la lira he notado que hay un componente antropocentrista que recorre como un hilo conductor todo el libro y que está tomado de ese texto juvenil de Marx, que a su vez hace una simbiosis entre la dialéctica Hegeliana y Fauerbach, ahora un filósofo muy olvidado. Pero Fauerbach en su momento fue muy importante sobre todo porque Marx lo adoraba. Entonces, esa idea antropocentrista de que el principal alimento del hombre es el hombre, de que el hombre es hombre entre los hombres, de que el hombre es como un Dios, es lo que Fauerbach dice: “La filosofía no es sino teología disfrazada”. Para qué estudiar filosofía si es teología en el fondo. Alienando una fuerza imaginativa hemos creado a Dios, ahora lo que falta es contener esa fuerza e identificarla, ya no en algo extraterrestre sino en algo que somos nosotros mismos. Entonces el antropocentrismo, como hombre creador del hombre está en El arco y la lira: el hombre crea al poema y al crear al poema se crea a sí mismo. Esa es la dialéctica esencial de todo ese libro. Los poderes del hombre están vinculados al lenguaje y a la creación del poema; el hombre no es hombre sino hasta que crea un poema y entonces el poema le da existencia. Habría que hacer un seguimiento.
EPP: ¿Cree que con El arco y la lira la figura de Octavio Paz vira hacia otro lado? Fue con dicho libro que Paz gana en el 57 el premio Villaurrutia.
EE: Los años cincuenta son la maduración espléndida de Paz. Comienza a pisar fuerte en el 49 cuando publica Águila o Sol aunque ese libro no tiene mucha influencia en México, naturalmente, pues no se sabía cómo leerlo porque no son poemas. Es prosa y aforismos mezclados con relatos. Es un gran libro pero no pesa sino hasta después. Sin embargo, Antonio Castro Leal en el 53 publica una reseña estratégica en el Fondo de Cultura Económica a la Antología de la poesía mexicana moderna donde la figura dominante es Pellicer. La mayor cantidad de páginas son para Pellicer. En segundo lugar viene Paz, tiene una página menos que Pellicer. Pero Castro Leal comente la imprudencia de decir que Paz dejó sus ideales de juventud. Esto le molesta al poeta y responde a Castro Leal lo que hace que Leal caiga. Para la siguiente antología la figura principal es Paz. La antología de Leal nunca se reedita y para cuando buscan hacer una nueva antología buscan a Paz, de ahí nace Poesía en movimiento con Siglo XXI. Y también, hasta la antología de Castro, la idea anochecida de la poesía de Henríquez Ureña permanecía, idea que surgió en el 13. Villaurrutia recicló esa estética. Pues con la reseña de Paz del 54, esa visión cambia también y se convierte en fuerza con un poema como Las palabras. Entonces sí, pienso que esa reseña divide las aguas. Un año después Paz publica El cántaro roto que como ya comentamos considero una reescritura de Entre la piedra y la flor con inclinación surrealista. En el 56 El arco y la lira, en el 57 Piedra de Sol. Es decir, son años de consolidación.
EPP: ¿En El arco y la lira Paz propone una poética?
EE: Él se asume como un poeta surrealista, pero es una definición muy primitiva. Él se siente romántico, habla de Novalis. Permanece fiel a una idea irracionalista de inspiración. Entonces, El arco y la lira es justificar racionalmente el acto de la inspiración. Y también es muy sincrético, reúne muchas tradiciones, une a Freud a Heidegger y a Marx; mete a Mallarmé también. El antecedente de eso es El deslinde de Reyes.
EPP: ¿Así fue el acercamiento suyo a Octavio Paz?
EE: Yo soy un joven de 20 años en el momento en que Paz madura. Era una presencia muy poderosa, simplemente Libertad bajo palabra, Corriente alterna y Poesía en movimiento posicionaban a Paz como la figura intelectual más importante y más completa. Y además en embajador en la India. Todo ello lo convierte en un líder. A mí me tocó ver una lectura de Octavio Paz en el auditorio Ché Guevara y estuvo lleno. Aunque parezca imposible. Era un Paz diferente, traía toda el aura de la contrariedad. Después la cosa cambió, se volvió impensable que se parara en la Universidad.
EPP: ¿Y en su creación?
EE: Está él y muchos otros. Me impresionó mucho Marco Antonio Montes de Oca. O Efraín.
EPP: Dijo que Efraín no tiene el lugar que merece ¿aún con el centenario?
EE: Me puedo equivocar, pero tengo la sensación que no ocupa su lugar estratégico. Le ha hecho un poco de daño lo de los poemínimos. La aportación poética de Huerta no está ahí, está en La muchacha ebria, Los hombres del alba, El Tajín, Los responsos. El Tajín yo lo podría poner a la par de Piedra de Sol.
EPP: ¿Hubo correspondencia poética, por amistad, entre Paz y Huerta?
EE: No sabría en qué medida específicamente. Quizá no haya muchos vínculos.
EPP: ¿Qué hay del poema largo? Por aquello de Piedra de Sol y El Tajín.
EE: El Tajín está más bien en diálogo con Himno entre ruinas. Poema de una extraordinaria riqueza, es una crítica de la civilización contemporánea, con la reminiscencia prehispánica. Que estarían también a la par con Alturas de Machu Picchu de Neruda. Creo que ese es el modelo que tiene Huerta.
EPP: ¿Cree entonces que el poema extenso es una cuestión generacional?
EE: No, es una cuestión de toda la vida. En todas las épocas y momentos. Poema extenso es El sueño de Sor Juana, Muerte sin fin de Gorostiza.
EPP: Y ¿dónde queda Revueltas aquí?
EE: Es muy curioso este trio. Paz reconoce que su voz la descubre muy tarde, entonces, a principio de los cuarenta resulta que Huerta publica La muchacha ebria. En el 43 revueltas publica El luto humano novela muy galardonada. Creo que Paz estaba en la zozobra porque no se sentía a gusto en México y de ahí publicó unas críticas a todos y a todo, entre ellos a sus dos cuates, sin mencionarlos. “[…] Como esos poetas que creen que la poesía verdadera es esa poesía burdelera de cabaret. Hacerles poemas a las putas. Y los otros que quieren hacer de la novela, algo totalmente marxista.” Estaba enojado con los dos. Lo que me extraña es que no le hayan retirado la amistad.
EPP: ¿Figuras posteriores a estos tres pilares?
EE: Eduardo Lizalde, gran poeta. Lo conocí con vinculación a Revueltas. Entré a estudiar Políticas en el 66. En una reunión me dijeron “Oye nos vemos tal día en tal casa. Va a llegar José Revueltas”. Me presenté pero oh decepción, no llegó Revueltas sino Lizalde. Me llamó la atención que llegara de traje, con puro y un vino. Prejuicios de la época porque, por qué no. Podía ser perfectamente marxista y que te gustara el vino, o tener un buen aparato de sonido para escuchar ópera. Después leí Cada cosa es Babel que como poema extenso me llamó la atención. Pero ya El tigre en la casa es una obra magistral definitivamente. Se reconoce que es el poeta vivo más importante de México pero le falta mucha presencia. Es muy discreto como lo fue Gorostiza.
EPP: ¿Y figuras actuales que hay que considerar?
EE: Francisco Hernández. Tengo la sensación de está haciendo falta el poema extenso por su desafío estructural, algo que tiene que ver con algo. Es digamos el equivalente de la sinfonía. Hace falta volver pero sí es un reto estructural.
Tengo la sensación de está haciendo falta el poema extenso por su desafío estructural, algo que tiene que ver con algo. Es digamos el equivalente de la sinfonía. Hace falta volver pero sí es un reto estructural.
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