Ilustración de Darío Cortizo
Siempre consideré el mío como un caso atípico. Desde muy temprana edad, asumí que no tenía ni tendría facilidad para muchas cosas. Era un niño con sobrepeso, los deportes no eran mi fuerte, y eso me limitó bastante al intentar socializar con otros infantes que tampoco mostraban demasiado interés en mí. No era precisamente un estudiante destacado, aunque tampoco me iba mal en la escuela; pero no contaba con la misma agilidad mental que la niña sentada al frente del salón. Mi constante aislamiento me hizo buscar a mis amigos y mi naturaleza dentro de mi estuche.