No soy un gran lector del tema policíaco, pero soy un arduo y exigente lector de cuentos, un género tan propio de nuestra América, y en donde tengo la intuición que se ha abierto paso de manera prolifera, pero con una marca muy propia de estas jóvenes naciones: el misterio y terror son mantos que forjan los entramados narrativos.
Nocturlabio Ediciones, joven editorial mexicana, ha conseguido lo que puede resultar complicado: hacer una buena antología de cuentos. Con el boom editorial que se arrastra desde el estallido latinoamericano de las letras, allá por mediados del siglo pasado, la literatura ha entrado en una crisis genérica, pues a veces parecemos preocuparnos más por la venta que por la difusión del objeto textual. Peor aún, queremos clasificar por supuestas “especialidades” de las casas editoriales, y no por el contenido estructural del texto.
Enigmas de la noche fría, como se titula la antología que reúne a los autores Amanda Espinosa, Jorge Estrada, Mariana Figueroa y Héctor Vizcarra, y coordinada por Elik Troconis, me ha dejado un buen sabor de boca. El ordenamiento de los textos me parece certero, los momentos de tensión son audaces y el universo compartido una innovación fresca. Habrá ciertos errores, quizá en construcción sintáctica o con descuidos en el habla, pero se vuelven menores ante los precisos aciertos que obtiene la obra publicada. Confío en que la antología, un almanaque rojo y ficticio de aquella oscura y fría noche de abril, sea el principio de una buena racha de valientes propuestas de lectura para un público amplísimo. Les deseo suerte.