“Sabe, Sra. Buckman, se necesita sacar una licencia para comprar un perro. Se necesita sacar una licencia para manejar un carro. Diablos, se necesita sacar una licencia incluso para pescar. Pero dejan a cualquier pendejo ser padre”. Esta frase de Todo en la familia (Ron Howard, 1989) ejemplifica uno de los clichés más populares del cine: el mal padre. En efecto, si la bondad materna se da por sentada (y cualquier comportamiento fuera del ideal inspira cuentos terroríficos), la paternidad se suele asociar con la ausencia, el maltrato o la ineptitud. Sin embargo, contamos con algún buen padre que, además de ayudar a sus hijos, nos ofrecen una alternativa a la masculinidad más tóxica.
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«Los hombres de verdad llevan pantalones»
“No existe ninguna sociedad que pueda sobrevivir sin hombres fuertes. Oriente lo sabe. En Occidente, la feminización constante de nuestros hombres al mismo tiempo que se enseña marxismo a nuestros hijos no es una coincidencia. Es un ataque directo. Devolvednos al hombre varonil”. Así hablaba la bloguera Candace Owens sobre la portada de Harry Styles para la edición de diciembre de 2020 de Vogue, en la que el cantante aparecía con falda. Esta reacción, lejos de ser una anécdota aislada, ejemplifica la incomodidad de nuestra sociedad ante los hombres que abrazan su feminidad sin tapujos. Un hecho a priori tan superficial como la elección del atuendo se convierte en destrucción de unos principios considerados inmemoriales e inamovibles. Si hacemos memoria, recordaremos que griegos y romanos, sobre los cuales se ha construido la cultura occidental, llevaban túnicas. Mucho más tarde, “machos” de la talla de Charlton Heston lucieron dichas prendas en péplums como Ben-Hur (William Wyler, 1959). Sin embargo, olvidamos pronto. Casos como el de Jack Lemmon y Tony Curtis en Una Eva y dos Adanes (Con faldas y a lo loco en España, Billy Wilder, 1959), podemos perdonarlos debido al contexto cómico: al fin y al cabo, nadie es perfecto. Pero si sacamos lo cómico, sólo puede haber una explicación a un hombre con falda: algo contra natura, como Norman Bates en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). Sólo un loco llevaría falda. ¿Por qué nos dan tanto miedo los hombres con falda?
Del romance al bromance: Mujeres emancipadas y hombres en crisis
En artículos anteriores he hablado sobre un nuevo modelo de masculinidad que, lejos del “macho” insensible de los cuarenta y cincuenta, es más sensible y, en definitiva, humano. Sin embargo, cuesta encontrar a hombres así en comedias románticas recientes, tales como Super cool o Ligeramente embarazada (ambas de Judd Apatow, 2007). En ellas, se reivindica el poder del bromance, la amistad entre hombres. La relación con las mujeres, tras la tercera oleada del feminismo, es mucho más complicada.
La sonrisa de Bogart y la “nueva masculinidad”
Hasta ahora, se han discutido los arquetipos femeninos principales de la historia del cine: la flapper, la femme fatale, la villana, la embarazada. Ya se ha visto que, en un mundo escrito por hombres, la representación de la mujer se vio afectada, ofreciendo una visión distorsionada de la realidad femenina. Ahora bien, a pesar de contar con una mayor variedad de personajes, los hombres también se vieron reducidos a meros estereotipos. Quizá el más significativo de ellos es el del hombre viril e insensible, el que jamás llora. Esta idea ha condicionado la visión de la masculinidad hasta hoy.