Etiqueta: autoras mexicanas contemporáneas

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Perros de baldío – Cuento de Mariana Alcántara Lozano

Ilustración de Rubén Ojeda Guzmán

Qué tristes y polvosos son esos perros que viven en los baldíos. Siempre en grupos de tres o cuatro, casi nunca hay más porque con facilidad se detona la violencia y terminan matándose de forma brutal entre ladridos, gruñidos, aullidos y jadeos intermitentes. Ahí están ante el sol inclemente arrebujados en puñados en las ínfimas sombras que va dejando el día, siempre adormilados, mosqueados y rascándose, parecen perdidos, pero no están tanto. Atacan intempestivamente a cualquier otro perro o persona que los toque fortuitamente, con una dosis de la naturaleza violenta y salvaje con la que han curtido sus pieles. Los perros de baldío son nocturnos casi siempre en ausencia del calor y la rasquiña que subleva los bochornos del sol, salen a pasear con mayor ligereza, sin ese letargo infinito que provoca el calor y la deshidratación. Por la noche buscan alimento en la basura o en los restos de los puestos de comida que tiran migajas, llenando casi nada esas panzas vacías, ruidosas infestadas de lombrices. Estos perros van juntos y si se separan no van muy lejos uno de los otros, pues saben de los peligros que implica vivir entre humanos, esa especie ruin que los golpea, los usa para pelearlos, vejarlos o desquitar su propia rabia, esos que día con día los desprecian y ahuyentan de todos los lugares en los que intentan resguardarse. Los humanos representan lo peor, pero también representan el sueño de una vida mejor. Por generaciones han oído el mito del amo, del amoroso dueño. Sus orejas gachas y mordisqueadas, infestadas de garrapatas y ácaros, han escuchado el rumor de que existen algunos humanos capaces de tener actos amorosos, de proporcionarles casa y sustento durante toda su vida, otorgándoles el valioso privilegio de vivir en su manada. Cuentan que es tanto el amor que sienten por los perros que cuando mueren sufren su partida con gran dolor y tristeza, dicen que algunos no lo superan nunca. Esos humanos, los amorosos, les dedican poemas, novelas, retratos, fotografías y disciplinas especializadas para entenderlos y poder curarlos. 

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“Somos animales en peligro”, de Verónica Bujeiro: identidad y morriña

Pero si un día ya no está notarías la diferencia.

Verónica Bujeiro

Somos animales en peligro (2022), de Verónica Bujeiro (Ciudad de México, 1976), publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, se presenta como teatro. Ahora bien, quien espere encontrar una pieza convencional quedará gratamente sorprendido con una obra híbrida, a ratos más cercana a la poesía, donde la autora nos confía, como quien habla a un amigo, un pedazo esencial de su vida e identidad. El resultado es una historia que, aunque parte de la experiencia autobiográfica de su creadora, apela a cada uno de nosotros por los conceptos tratados: la identidad, el sentimiento de pertenencia, el miedo a ser olvidado y la morriña (concepto gallego para designar la nostalgia de la tierra natal).

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“Una casa con jardín”: cuando la niñez colinda con la realidad adulta

¿Recuerdas cuando veías el mundo con los ojos de la niñez? ¿Cuando la verdad absoluta era aquello que nos decían nuestros papás y la realidad parecía superar nuestra capacidad para procesarla? Publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, Una casa con jardín (2022), novela escrita por Itzel Guevara del Angel (México, 1976), nos permite entrar en la mente de una niña que vive una ruptura familiar más grande de lo que es capaz de comprender. Su narración revela los detalles del pensamiento de una pequeña durante la infancia temprana, de modo que destaca su intento por asimilar información familiar y cultural, además de su inocencia confrontada con la realidad adulta. 

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Febrero 9, 2023 – Cuento de Judith Valeria Trujillo Morales

No quiero envejecer, pero sin duda es un proceso inevitable. Temo envejecer superficialmente porque me hace dar cuenta de que no puedo hacer borradores de mi vida una y otra vez, comenzando como si tuviera veinte. Siempre ha sido mi más grande miedo y mi fin autoprogramado está llegando.