Pintura: Agonía de David Manzur
oigo a madre toser.
sus pulmones como grandes hostias
hechas para los labios de la muerte.
Creación literaria. Narrativa, poesía, minificción y otros híbridos.
Pintura: Agonía de David Manzur
oigo a madre toser.
sus pulmones como grandes hostias
hechas para los labios de la muerte.
Ilustración de Aimeé Cervantes
Quiero dar las gracias a todas las personas que han venido a este homenaje, pero definitivamente la elocuencia no es mi fuerte. Recuerdo lo que desde niño me decía mi madre: “Cada vez que abres la boca es para meter la pata”.
Ilustración de Aimeé Cervantes
Oh, Dios mío.
¡Este poema!
Cada vez que intento hacer que permanezca en la línea de la realidad
Ella revolotea como el vestido de Marilyn Monroe en la imaginación de los hombres.
Le dije que permaneciera en un significado.
Pero ella me desafía
Mientras se atavía con la máscara de la interpretación
Y cuando intenta describir el campo de batalla
Ella persigue las secuelas de los besos
En los collares de los soldados que están atados a sus trincheras
Con miedo y desesperanza
Pero si volaran en pedazos
Y sus cuerpos estuvieran dispersos por todas partes
Sus palabras no tendrían sentido
Porque ella se esconde detrás del símbolo
No puede sentir el horror de los niños por las bombas.
Y sus intentos de acurrucarse contra los restos de los muros arrasados
Sus mejillas no duelen
Como las secas mejillas de las madres que han derramado quemantes lágrimas mientras esperaban las cartas retrasadas de sus hijos ausentes.
Ella no se arriesga a pensar
Así que, ella no puede creer ninguna verdad
A ella le es indiferente mi devastada vida
Que ha sido aplastada por la dura máquina de los días
Ella intenta que sus palabras sean hermosas.
Así que, esparce agua de rosas sobre un volcán en erupción
Ella se siente cómoda con la muerte e incluso la ensalza.
Ella resume toda esta pérdida, oscuridad, combustión, destrucción, armas químicas. Banderas negras, ataúdes, despellejamientos, orfanatos, toques de queda, advertencia, sirenas, alambre de púas, tanques, ruido de aviones, explosiones. Asesinato, sangre derramada en el camino, muerte, cenizas, desplazamientos, vacío, cuerpos carbonizados, fosas comunes, ataúdes, lápidas, gritos, tristeza, ira, hambre, sed, asedio, bofetadas, etc.…
Ella resume todo esto en una sola periferia
Guerra
Mientras yo soy, el poeta que está en el medio
Viendo mi cuerpo saltar de muerte en muerte
Para nada
Sólo para dejar que el poema se haga carne
Pero después de todas estas tribulaciones
Ella sólo llega imperfectamente.
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Alguien
dispersa la luna
llanura de batracios
que croan fuertemente en la charca
y aclaran el sendero a la noche
Los árboles mienten
la Oscura esparce juguetes
anuncia anclar sobre las ramas de los árboles
tirar la vertebral fronda
y el aire azul que verde insiste
Entran las barcas al corazón
la arena ciñe su espuma en un costado de la lluvia
a nave zarpa rumbo a mis gajos
nace del monte
furiosa avanza para estrellarse
con Dios al final de la tarde
La piedra de mi mano se vuelve pájaro
Una noche en compañía del insomnio, nació este diálogo que podría ser la sátira de un Platón y un Sócrates envejecidos. Mi pretensión no es ofender a los verdaderos filósofos; sin embargo, algunos académicos suelen criticar la poca habilidad filosófica que hay en las obras de escritores no reconocidos. Siendo sincero, me tiene sin cuidado. En este diálogo irónicamente hay algo de verdad, pues su tema central es la misma. Hay que tomar que Platón no haya dialogado con su maestro Sócrates como señal y oportunidad para retratar la plática entre estos dos: ¿qué hubiera sucedido? ¿De qué hubieran hablado?
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Vivimos en un medio aislante
rodeados de oscuridad.
Pero existen descargas repentinas
esa breve emisión de luz de lo desconocido
que se enciende fugazmente
para el deleite de los observadores de lo inédito.
“Globalmente, se puede tener la impresión de que casi no se habla del sexo. Pero basta echar una mirada a los dispositivos arquitectónicos, a los reglamentos de disciplina, y a toda la organización interior, para comprobar que el sexo está siempre presente”.
Michel Foucault
Estaba anocheciendo y debajo de la banqueta había un montón de basura inorgánica apilada junto a una coladera. La calle estaba repleta de comerciantes informales que exceden el precio de los productos para alimentar a los suyos. Compré una botella de agua natural para combatir los efectos de la cruda que tendría al día siguiente e ingresé a la estación Balderas. El metro de la Ciudad de México es visto por muchos como un ente que engulle miles de personas cada día y devuelve seres grises y sin esperanzas. Esa tarde había excedido el consumo de cerveza recomendado. Eran las siete y media de la tarde y la hora pico parecía terminar gradualmente. Yo debía transportarme a Potrero. Pude hacer las cuentas a pesar de mi embriaguez: eran cinco estaciones las que tendría que sufrir.
Ilustración de Aimeé Cervantes
A veces me peleo con la noche por tu culpa.
Minutos que caen cuan fortalezas
y se rinden las puertas como pétalos de abril.
Es tu recuerdo, entonces, la dulce muerte del presente.
La gran batalla entre mis sueños y tu nombre.
Ilustración de Aimeé Cervantes
Monsif Ouadai Saleh es un poeta de la visión que pone al ser frente a su infinito, escribiendo una apología profunda de lo efímero destinada por la sentencia del exilio a la destitución, al desvanecimiento, a la contemplación marginal… La poesía de Monsif Ouadai Saleh busca una simbiosis vital entre la verdad y el desvanecimiento, de la cual fluiría un matiz absolutamente necesario. La verdad es que el rastro de lo efímero es un desvanecimiento; su poesía quiere que el desvanecimiento sea el rastro más revelador del ser, del absoluto mismo. Lo efímero es más fiel a la vida, a la belleza, a la revelación, a la restauración, que lo absoluto. Lo efímero es más fiel a la verdad que a la verdad, siendo la verdad un peso, lo efímero siendo el hombre que habita en las fronteras flotantes y que nunca deja de soñar con las promesas de lo infinito. La verdad traza, la poesía restaura y revela. Revela el rastro que nace del desvanecimiento justamente para que la verdad no se inmovilice en su propio peso. Su poesía quiere que lo efímero sea una huella radical e indeleble. Su poesía quiere que lo que debería haber pasado sin dejar rastro sea el rastro de todos los rastros.
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores
Poemas a Salvador Novo
Alguien
llega a casa tan gris
del trabajo, en la cama se recuesta
y recorre, con los ojos bien cerrados,
los sitios de su infancia.
Se
ilumina
el principio de una lágrima
y canta, en pensamientos, una canción
que ya todos olvidaron.
Parecía que de la infancia
ya no tenía nada; y sin embargo,
las sábanas amanecen húmedas
como en aquellos días
donde los peores monstruos
visitaron sus sueños.