Categoría: Ciudad en papel

A diferencia de las estirpes, las ciudades condenadas a 100 años de soledad siempre merecen una segunda oportunidad sobre la tierra.

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De bibliotecas: la «Biblioteca de Babel» y la Biblioteca Nacional de México

La palabra ‘biblioteca’ se encuentra definida en el Diccionario de la Real Academia Española como la “institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos”. Es decir, se trata de un espacio brindado al interés público, donde el objetivo es una especie de vaivén entre el tener y el procurar textos. Reducida a una dinámica de transacción material y reclutamiento de documentos, podría decirse que la biblioteca no encierra ningún tipo de enigma. Afortunadamente, la literatura tiene registro de otro tipo de apreciaciones sobre estos espacios. Jorge Luis Borges, por ejemplo, reveló lo fascinante que puede llegar a ser este sitio en su cuento “La Biblioteca de Babel”.

Lo que Borges propuso se presenta inconmensurable, como el mismo universo. Las galerías que contienen los libros se expanden quizá hasta el infinito y hacia todos los puntos, eternamente. Los libros que ella resguarda abarcan todas las lenguas y los dialectos, todas las exégesis, todos los manuscritos variables. Incluso en esta Biblioteca uno podría adentrarse a buscar el libro que hablara de todos los libros, con la posibilidad de no encontrarlo nunca, o bien, de hallarlo “milagrosamente”. La Biblioteca de la que habla Borges cuenta con sus propios métodos lógicos que en teoría posibilitan acertar con el libro buscado. No hay un solo volumen que no esté en ella y pareciera que la posible existencia de esta Biblioteca fuera la prueba inefable de que el hombre por fin haya ha logrado preservar y organizar el conocimiento de la humanidad.

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Otto Dix: la realidad en el arte

La exposición Otto Dix. Violencia y Pasión, uno de los eventos más relevantes de la programación germana del Año Dual Alemania-México 2016-2017, se presentará a partir del 11 de octubre en el Museo Nacional de Arte.

No estoy obsesionado con hacer representaciones de la fealdad. Todo lo que he visto es bello”.

Probablemente estas palabras resumen la poética o el estilo que el pintor alemán Otto Dix trazó a lo largo de toda su vida y obra. Su trabajo retrata los contrastes sociales, los estragos de la guerra, los bares, el jazz, el rostro de los marginados, de los habitantes de la noche, la luz y oscuridad de las ciudades, y la doble moral de una civilización en decadencia.

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US AND THEM: la experiencia de creerse un ladrillo menos en la pared

Por Cecilia Saucedo

Fotos de Santiago Arau Pontones

…And after all we’re only ordinary man
…who is who?
‘Haven´t you heard it’s a battle of words?’

Es impresionante la capacidad que tiene la música de transmitirnos algo con tanta fuerza. Una historia, una idea, una sensación. La semana pasada, nuestra hermosamente surreal pero decadente y enferma Ciudad de México, fue invadida por un personaje legendario a nivel musical: un Roger Waters tocado por los años y la experiencia, sudando un anhelo de hiperactividad protestante corriendo por sus arrugas como canales de agua turbia. El enmascarado desenmascarando los mecanismos de defensa de un público que ha vivido bajo el asqueroso manto de inseguridad y pobreza social, estimulando esa parte aún latente y capaz de desbordarse de manera sublime y entregada, que nació, seguramente, como una especie de desahogo ante todos los problemas y malestares que estamos atravesando como país. Al menos en mí logró despertar una mezcla de emociones descomunales que se asomaban progresivamente a la par del desarrollo del show.

Me dedicaré a escribir sobre el concierto que ofreció en el Zócalo de la ciudad, el día 1 de octubre, aunque, a decir verdad, esta presentación fue exactamente la misma que brindó en las dos fechas que se vivieron en el Foro Sol, sin variación alguna.

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Mi ciudad cambió de nombre

Desde febrero del 2016 mi ciudad cambió de repente. Ella dejó de llamarse Distrito Federal para llamarse ahora Ciudad de México o CDMX, para los cuates. A pesar de que su transformación resonó entre algunas letras impresas y fue tema de discusión, realmente no fue algo tan grave; su noticia pasó de largo tanto entre los dedos como por los ojos y oídos de propios y ajenos sin ninguna relevancia, a nadie parecía molestarle, pero para mí sí porque dejaba una extraña sensación. No obstante, no fue algo tan malo porque ella ya estaba acostumbrada a que la llamaran por su segundo nombre desde hace unos cientos de años, quinientos aproximadamente; pensar en ello generó dentro de mí una serie de dudas: ¿qué se habrá ido junto con su viejo nombre?, ¿acaso seguirá siendo la ciudad que alguna vez conocí?, pero más importante: ¿podríamos seguir amándonos?