A cien años de su nacimiento, las advertencias sobre lo que podría ser el futuro del escritor estadounidense se vuelven más importantes que nunca. Su amor y esperanza sobre las bibliotecas y los libros son fundamentales para nuestro presente. Revista Primera Página presenta el siguiente texto de Víctor Balam a modo de homenaje.
‘We are cups, constantly and quietly being filled. The trick is, knowing how to tip ourselves over and let the beautiful stuff out.’
–RAY BRADBURY
En el verano de 1920, cuando los libros aún no ardían bajo el furor de los lanzallamas ni la última noche del mundo había comenzado a escribirse, nació Ray Bradbury en Waukegan, Illinois, un 22 de agosto. La botella de vino de diente de león se había destapado.
Esto marcó el comienzo de un verano sin fin, una historia protagonizada por las letras. Primero aparecieron en el lenguaje oral a través de las historias que sus familiares le contaban, posteriormente las conoció en el lenguaje escrito de la mano de Edgar Allan Poe y sus Narraciones extraordinarias. No contento, Bradbury también escribiría sus propias historias: primero las plasmó en papel encerado de la carnicería de sus padres, pero en 1932, conscientes de la dedicación de Ray, éstos le regalarían su primera máquina de escribir. Pronto el cohete a Marte despegaría. En ese mismo año, Bradbury sostendría un encuentro con un mago de carnaval, el Sr. Eléctrico, quien se le acercó, lo tocó con su espada cargada de energía y le ordenó: «¡Vive para siempre!» Bradbury dijo: “Decidí que era la mejor idea que jamás había escuchado. Empecé a escribir todos los días. Nunca paré.” Después de 70 años de carrera, el resultado fue de 400 cuentos y casi cincuenta libros de diversos géneros, sin contar los numerosos poemas, ensayos, obras de teatro, óperas, y guiones, que lo convirtieron en uno de los escritores más productivos y admirados de nuestro tiempo, así como uno de los más traducidos del mundo.
El camino no fue nada fácil. Tristemente, debido a la pobre condición económica que tenía, le fue imposible estudiar la universidad, por tanto, decidió ser autodidacta; dedicarse por completo a la escritura, y ganarse el sustento como vendedor de periódicos, o sin abandonar su sueño: realizar su primera publicación. Aunque esto le costó varios rechazos, en el verano de 1943, logró publicar “Pendulum”en la Revista Super Science Stories.
Corría el año 1950, cuando vio la luz uno de sus libros más populares: Crónicas marcianas. Este relata la colonización del planeta rojo por parte de los humanos. A través de la historia se encuentran los temas de la guerra, el racismo y la lucha del hombre contra la naturaleza y sí mismo. La novela verdaderamente trascendió en el mundo, tanto que la nave espacial Phoenix Mars Lander llevó una copia digital a Marte. De igual forma, las rocas de ese planeta llevan el nombre de “Crónicas marcianas”; un asteroide fue nombrado “9766 Bradbury” y un cráter lunar lleva por nombre “Dandelion” en honor al libro El vino del estío o Dandelion wine en inglés. De este hablaremos más adelante.
Tres años después, surgió la novela distópica Fahrenheit 451, como producto del enfado y desacuerdo de Ray ante las declaraciones del senador ultra conservador Joseph McCarthy de saquear todas las librerías y quemar los libros que promuevan actividades antiamericanas. La historia de Fahrenheit 451 gira en torno al bombero Guy Montag, cuyo trabajo es contrario a lo que haría cualquier bombero en nuestro mundo; Guy se dedica a quemar libros bajo su feroz lanzallamas. Mientras todo eso ocurre, las personas se encuentran pegadas a pantallas gigantes de televisión. Guy es apasionado en su trabajo, hasta que conoce a Clarisse, y las dudas e inconformidades salen a la luz, ¿qué tanto es lo que ocultan los libros para ser destruidos de esa manera? Sin duda, la crítica en contra de la censura y a favor de la educación relucen en la novela. El título de este libro se debe a que las páginas ardiendo alcanzan los 451 grados Fahrenheit.
Siguiendo la línea de ciencia ficción podemos mencionar el cuento “Marionetas S.A”, publicado en El hombre ilustrado (1950). La historia nos presenta a Smith y Braling, ambos con 35 años y compañeros de trabajo. Compartían la misma desilusión en su matrimonio, ambos estaban cansados de sus esposas. Pero Braling ya había encontrado la solución: una asociación que hacía marionetas idénticas a uno mismo, una de estas se haría pasar por él mientras disfrutaba de su viaje por Río de Janeiro. Pero hay un problema que nadie se esperaba, las marionetas son tan perfectas que a veces es imposible distinguir entre ellas y los humanos…
En el terreno de la fantasía, vale la pena nombrar la novela El vino del estío (1957). Que nos conducirá de la mano de Douglas Spaulding, un chico de 12 años, al verano de 1928, cuando “bastaba levantarse y asomarse a la ventana para saber que éste era realmente el tiempo primero de la libertad y la vida”.
Douglas está consciente, más que nunca, de que está vivo, puede sentir los latidos de su corazón y millones de cabellos brotando en su cabeza. A raíz de esto, es que no quiere olvidar ninguna de las aventuras que se aproximan en el verano. Junto a su hermano Tom llevarán una libreta para registrar todos los sucesos y revelaciones que les irán ocurriendo.
Entre estas vivencias destacan los encuentros amorosos, las primeras sensaciones del césped húmedo bajo los pies, la creación de una máquina de la felicidad y el descubrimiento de una máquina que viaja por el tiempo; y por supuesto, la elaboración del vino hecho con diente de león, tradición que se realiza cada verano. Esta es la razón del título del libro.
Sin embargo, estar vivo también significa estar consciente de que algún día lo dejaremos de estar. Es por eso, que la muerte también es un tema recurrente en su obra, pero no revestida completamente de tristeza, sino con un toque de agradecimiento por el recuerdo que han dejado.
Esta es la manera en la que deberíamos recordar a Ray Bradbury, conscientes de su legado que prevalece hasta nuestros días; por tanto no es casualidad que al visitar su página web www.raybradbury.com y al dirigirnos a la pestaña life nos encontraremos con un encabezado poco común: “1920 – forever”. Es decir, una vida que nunca acaba, un estío sin fin, lleno de infinitas historias y recuerdos maravillosos que se extiende hasta nuestros tiempos. Solamente basta ponerse cómodos, volver a destapar la botella de vino y elegir el destino: la infancia, el verano, o ¿por qué no? Imaginarnos como sería la última noche del mundo.
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Autor: Víctor Balam Villanueva, (Mérida, Yucatán, 1999). Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán. Gestor de eventos culturales. Publicó la reseña «Santa. Donde el día se torna oscuro» en la revista Sinfín.