Contada de otra manera, ésta es la historia de un hombre joven que se cansó de vivir, que dejó de gustarle la vida o que descubrió que nunca le había gustado, y que decide matarse. Finalmente decidió aprovechar el viaje y matar a Franco. Ya tenía decidido morir por su propia mano, mataría de paso al principal culpable de sus males.
Luis Ángel Martínez Diez – Yo también maté a Franco
Éstas son las palabras de un narrador que mira a un hombre durante sus primeras semanas de encierro, las más duras para cualquiera que pisa por vez primera la cárcel –aun cuando la falta de libertad se viva de ambos lados de las rejas–. De origen mexicano, Jaime llega a la España del régimen franquista, acusado y encarcelado por el peor crimen contra el Estado: ser comunista.
Preso político en la prisión de Carabanchel, Madrid, Jaime pasa a formar parte de las comunas antifranquistas, anarquistas y republicanas de aquella cárcel, edificada durante la dictadura con el objetivo de acallar las voces disidentes. La reclusión da rienda suelta a la reflexión, a los recuerdos y al diálogo entre ideologías distintas, pero con fines comunes:
La última escalada de represión del régimen franquista permitía a los grupos de oposición más importantes de España reunirse en la cárcel, como difícilmente podrían hacerlo afuera: en libertad.
Luis Ángel Martínez Diez – Yo también maté a Franco
En un tiempo que transcurre a una velocidad distinta a la del mundo exterior, los días de Jaime en el reclusorio discurren lentamente entre memorias de su infancia en el norte de México, lecturas de izquierda y reuniones de hermandad con fervientes deseos por transformar la lógica de las sociedades, configuradas hasta entonces –y hasta ahora– de manera binaria en oprimidos y opresores.
El protagonista tiene sumamente presentes las desigualdades entre clases sociales; sin embargo, parece ignorar que las injusticias también se juegan en el terreno del género y de su normatividad. En este sentido, no puedo dejar de señalar que el relato de resistencia trazado entre las páginas de este libro constituye sólo la mitad de la historia. Es cierto que muchos fueron los hombres que, como Jaime, se opusieron física e intelectualmente al régimen de Franco, pero muchas fueron también las mujeres que quebrantaron los espacios y mandatos que les fueron designados según su género para, así, luchar desde la prensa y la militancia política. El caso de Dolores Ibárruri, conocida como La Pasionaria, quien estuviera al frente del Partido Comunista de España (PCE) –institución que tanto se menciona en la obra de Martínez Diez– no fue en absoluto inusual. Jaime piensa en las mujeres como meras compañeras sexuales, cuando éstas fueron más bien sus compañeras de lucha.
Hemos de subvertir los discursos históricos, artísticos y, por supuesto, también literarios si deseamos alcanzar algún día la equidad que Jaime y sus compañeros proponen:
Una sociedad que sustituya a todos los órganos de coerción por la autogestión comunista; en la que privará la solidaridad y no la discordia […].
Luis Ángel Martínez Diez – Yo también maté a Franco
A salvedad de lo anterior, Yo también maté a Franco es, en muchos sentidos, y como su subtítulo lo indica, un romance anarquista; una reflexión sobre los postulados del comunismo y sus muchas malinterpretaciones; una crítica a las dictaduras y al ejercicio del poder; pero también un cuestionamiento sobre la paradoja entre la reflexión teórica y la praxis.
A fin de cuentas, resultaba duro ver nuestras magníficas ideas de la vida encerradas en la cárcel de Carabanchel con todo y nuestros cuerpos.
Luis Ángel Martínez Diez – Yo también maté a Franco
¿Cómo llevar a cabo un verdadero cambio? Parce una pregunta sumamente vigente y es ello lo que hace que los pensamientos de Jaime y sus compañeros presos toquen el presente del lector, colocado cronológicamente casi un siglo después pero con inquietudes similares. Tal vez sea esto lo que vuelve a Yo también maté a Franco un libro necesario.
Las preocupaciones y motivaciones del protagonista parecen encontrar eco en todas y en todos, pues no sólo cavilaciones históricas y políticas se hacen presentes entre sus páginas, sino también otras de carácter tan humano como aquellas que giran en torno a la sexualidad, al amor y al sentido de la vida. Así, Yo también maté a Franco se vuelve un libro cercano, de cierta esperanza y claridad en un mundo de caos y pesimismo.
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