El Útero: microcosmos interdisciplinario de artes

Fotografías cortesía El Útero

A mediados de este año, por invitación de Piso 16. Laboratorio de iniciativas culturales de la UNAMPrimera Página participó en el Mercado de Industrias Creativas Europa – Latinoamérica organizado desde Madrid, España. La dinámica consistía en lo siguiente: a través de una plataforma, solicitábamos reuniones con iniciativas e instancias culturales de Latinoamérica y España; si alguna estaba interesada y aceptaba, se programaba una breve reunión virtual según la disponibilidad de ambas partes. Quince minutos debían ser suficientes para generar vinculaciones; es decir, apenas intercambiar contactos y, con mucha suerte, sugerir alguna ruta de colaboración con la esperanza de retomarla en una charla posterior.

Nuestros esfuerzos, sin embargo, se diluían por los retrasos en las videollamadas, las complicaciones habituales del internet y las no pocas ocasiones en las que esperábamos la llegada de nuestra contraparte en la charla. A pesar de lo anterior, en una de aquellas reuniones, tuve la fortuna de conocer a Luz Albán, cofundadora de una de las iniciativas más ambiciosas, abarcadoras, lindas y multifacéticas que he conocido: El Útero. Lastimosamente, no tengo agendada una visita próxima a Ecuador, pero para nuestro público residente del país vecino no hay razón alguna para perderse una visita a este maravilloso paraíso interdisciplinario.

¿Qué es El Útero?

En la esquina de Reina Victoria y Jerónimo Carrión, en la capital ecuatoriana, se encuentra un inmueble llamativo: una casa patrimonial de 720 m², llamativa por su arquitectura y notablemente restaurada. En este recinto urbano reside El Útero. La construcción aloja un sinfín de actividades multidisciplinarias que dan vida a un sitio repleto de propuesta cultural y artística.

El Útero se define como un espacio sociocultural. Fue fundado por cuatro miembros en 2017 y desde entonces se conformó como una iniciativa autogestionada sin fines de lucro, pero sí con la firme convicción de fomentar y participar activamente en las propuestas de artistas consagrados, emergentes e independientes. A partir de 2018, ha brindado actividades ininterrumpidamente.

En principio, este lugar fue el recipiente de los distintos anhelos personales de quienes lo fundaron y arroparon como un proyecto único: tener un salón de danza, gestionar un taller de cerrajería y abrir un restaurante. Luego de cinco años, El Útero ha conseguido cristalizar cada uno de esos deseos.

¿Cómo está conformado?

Por medio de una serie de audios de WhatsApp, Luz me dio un recorrido imaginario por cada uno de los rincones de El Útero. En el exterior, es posible disfrutar de diversas áreas verdes para la tranquilidad de lxs visitantxs —ya sea para leer un libro o bien para refugiarse, aunque sea por un instante, de la vida urbana de Quito—. Si el estómago reclama alimento, puede visitarse el restaurante, especializado en comida vegetariana y vegana a un precio accesible. Asimismo, se encuentra una tienda de productos para microemprendimientos —conocida como La Polilla— donde pueden comprarse souvenirs únicos, pues la idea es vender artesanías con un diseño exclusivo y original para cualquier persona visitante (o no) de Ecuador. Ahora bien, si lo importante es conseguir un buen libro, también cuentan con Cosmonauta, una librería enfocada en editoriales independientes y dedicadas a las humanidades.

En algunos espacios, no necesariamente interiores, también se brinda una amplia oferta de actividades. El Útero cuenta con tres salas multifuncionales para artes escénicas, danza, teatro, yoga, capoeira, canto y, en ocasiones, de otras disciplinas como encuadernación o realizaciones audiovisuales. Ya dentro del inmueble, hay una oficina compartida para quienes administran el lugar. En el primer piso se encuentran algunos cuartos más para otras propuestas: un club aéreo dedicado a las artes circenses y acrobacias, un estudio de psicología, un espacio para danza de vientre, uno más para clases de macramé y artesanías, un estudio de artes plásticas. Si aún pareciera poco, también hay un cuarto para grabación y ensayo de música, un estudio de tatuajes y otro dedicado a la producción audiovisual. Por poco olvido el espacio para exposiciones y cerrajería, donde se trabaja con esculturas de metal y pedidos mobiliarios.

Como puede advertirse, El Útero tiene como propósito generar una experiencia multidisciplinaria para quienes tengan el placer de visitarlo. Por supuesto, cumple su objetivo… con creces.

¿Cómo trabaja El Útero en el día a día?

En un espacio con una distribución tan vasta, pueden imaginarse un sinfín de actividades. Cotidianamente, no puede ser de otra manera. En palabras de la propia Luz, es posible disfrutar de un lugar donde se trabaja de manera individual, pero en el que siempre hay intersecciones: unx talleristx planea sus sesiones y en sus ratos libres, alguna clase de artes plásticas; o bien, unx artistx residente dedicado a la gráfica puede probar suerte en el canto. Es así: El Útero no sólo es un microcosmos interdisciplinario, sino también una constante interseccionalidad de disciplinas.

De este modo, en el espacio convergen esfuerzos y trabajos tanto administrativos, como de comunicadorxs, diseñadorxs gráficxs, contadorxs y personal de limpieza y cuidado, además de los numerosxs artistxs, residentes, talleristxs, público y gente curiosa que decide adentrarse a las profundidades de El Útero.

Evidentemente, gestionar todas las actividades —y considerar que además tienen tiempos y necesidades específicas por la multiplicidad de sus giros— conlleva un esfuerzo titánico que no se concentra sólo en la organización, sino también en la búsqueda de financiamientos y esfuerzos para generar la sostenibilidad de este proyecto.

¿Cómo se sostiene y de qué manera puedo trabajar con El Útero?

La iniciativa contempla una constante diversificación respecto a su economía. Desde buscar fondos hasta explorar colaboraciones, El Útero se enfoca en combinar la pasión del quehacer artístico con un esfuerzo admirable de no precarizar la labor cultural, la gestión colectiva y las tareas  complementarias para el mantenimiento del inmueble. Así como la oferta de actividades y productos es muy variada, también la responsabilidad de mantener cada componente de este microcosmos.

El Útero se ha sostenido de diferentes fuentes: financiamientos, participación ciudadana, fondos municipales, administrativos y estatales, proyectos socioculturales, apoyos de fundaciones, así como otros modos de relacionarse fuera de los modelos hegemónicos impuestos por el capitalismo —trueque, intercambio, voluntariado, por ejemplo—. Estos mecanismos de economía circulares también proponen una alternativa como resistencia ante los pocos o nulos, en ocasiones, apoyos oficiales para las artes y la gestión cultural. Además, fomentan la asociación entre artistxs emergentes y forman redes de apoyo.

Asimismo, la iniciativa plantea tres maneras de colaboración: 1) su convocatoria permanente —a través de la cual se evalúa la pertinencia de cada propuesta, según la experiencia, el tipo de actividad y los públicos a los que se dirige—, 2) invitaciones a artistas y 3) renta de espacios. Cada una de ellas puede consultarse en su sitio web.

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Definitivamente, El Útero es un espacio que alberga no sólo actividades culturales como talleres o exposiciones; más bien, aloja experiencias compartidas, posibilidades de trabajo y de vivencia únicas para quienes se apasionen por la multidisciplina y las intersecciones artísticas. Si estuviera en Ecuador, sería de los primeros lugares en mi lista de visitas obligadas. Espero haber contagiado ese mismo entusiasmo.