Levitaba en la marea
Llegué a la tierra titánica, vasta
en hileras de majestuosos fenómenos,
como cuando las zarpas de los riscos,
oníricos, se efervescen en la piedra muerta.
Criaturas purificándose en el zenit,
con su piel erguida de navajas oblicuas
y ojos avispados que se realzan en la muselina:
—Allá, en la marea, habita la fiera formidable— me señalan con garras pedregosas.
Atrás del bosque diurno,
adonde el ave de ágil vuelo voy,
tal cual me seduce el beso entumecido
con galanterías y un conjunto de plumas
que surcan los senderos. Su apellido es Dubois;
fénix de reyes que no hay quien presuma.
El carromato me dirige a la blanca espuma,
en el vaivén de la arena y los cadáveres cirrosos
que se encuentran a la orilla:
Tierra cópula de castidad
Teatro de sombras transeúntes
donde nadie habita
donde callan los que zarpan;
desde mis ojos avisto fosas
de llanto y azufre que avisan
la venida del Leviatán.
Y, cuando chocan nuestros cuerpos
como el flujo de las olas, en sus ojos
me veo a mí mismo y él se ve en los míos,
porque hemos sido criados
del mismo bosque naciente,
donde nadie y habla y nadie siente
cuando el abismo ve dentro de ellos.
*
En la mugre de un beso
Cariño mío, ¿cómo darte un beso sin callar el grito
que nos tiene desguindados bajo el mundo?
Aquí, en el sol palúdico que encallece
nuestros labios en el flagelo del viento,
ven y rechina los dientes para compadecernos de la peste.
He sentido el aliento de los mozos
encrespado por la suciedad del alma,
y su valor se engrandece alígero sobre el acto de amor,
que más parece, la peor de las epidemias.
¿Quiénes somos para el roce famélico de nuestras lenguas?
Sólo vamos entonando la saliva
hasta desgastarla por el exangüe del amor y la tierra.
En las bocas brota el gusano que se hiende con la mugre y el deseo.
Siendo aquí, la carne lúgubre de la espuela,
arrollados nacemos bajo la suela cuerina de un zapato pútrido.
Hagámoslo, de todos modos,
descendamos a paso de liendre los peldaños,
arribando con anzuelo y garlo
nuestros cuerpos embalsamados de polvo.
Autor: Alberto Férrera (Santa Ana, El Salvador, 2001). Escritor, poeta y estudiante de Ciencias Jurídicas. Ha asistido a diversos eventos culturales, y ha participado en la presentación de libros, peñas poéticas y algunos talleres literarios. Asimismo, es miembro activo del colectivo santaneco Rescoldos Literarios y sus poemas han sido publicados en sitios divulgativos como El Norteño News y la revista Oclésis, México. Desde niño, adoptó un interés por el arte narrativo y cinematográfico, y jugó con historias que acrecentaron el desarrollo de su creatividad. A los trece años ingresó al colegio Bautista; sitio educacional donde comienza a surgir su pasión por la poesía; ahí creó sus primeros escritos.