Ilustración de Carlos Gaytan
He decidido guardar silencio por la mayor cantidad de tiempo posible. He decidido estar solo en la mayor extensión de espacio posible. Pero mis palabras encuentran, casi por sí mismas, el eco despersonalizado de Instagram, Facebook, Twitter, TikTok, Youtube, y mi cuerpo se desborda, con un poco de ayuda, hacia el catálogo de personas de Tinder, Badoo, Happn, Bumble, Grindr. Actualmente, uno no puede estar ni callado ni en soledad por mucho tiempo. Es la condena del ruido perpetuo, la condena de la compañía incesante.
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Deleuze decía que el problema no es que nos dejan solxs, es que no nos dejan lo suficientemente solxs. Deleuze decía que la labor del docente es reconciliar al alumnx con su soledad. Deleuze decía que el mal de nuestro tiempo es el exceso de palabras, información, ruidos. Deleuze decía que sería mejor crear vacuolas de soledad y de silencio para por fin tener algo qué decir. Al pensar en Godart, Deleuze decía que era un hombre trabajador, y, por tanto, inevitablemente solo, con ese deseo creador que únicamente puede alcanzarse por unx mismx.
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En Spotify hay una lista de reproducción que se llama White Noise. Está especialmente curada para ponerla de fondo mientras unx se relaja o se concentra. Se compone por más de 250 canciones y, si se sube suficientemente el volumen, unx casi se siente entre humos y nubes blancas. Claro, si unx no tiene cuenta premium, cada dos o tres canciones aparecerá una juvenil y amable voz diciendo: “Con la prueba gratuita de un mes de Spotify premium puedes escuchar cualquier canción o playlist que quieras sin que te interrumpan los anuncios. ¿Todo listo para pasarte a premium? Pulsa el banner para más información”. Supongo que uno no puede pretender estar solo, callado, concentrado, sin pagar algo a cambio.
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Hay cosas que sólo pueden alcanzarse a través de la soledad: cocinar, masturbarse, nadar, correr, escuchar, leer, pensar. Incluso escribo estas líneas en total soledad. Hay una diferencia entre producir en solitario, para unx mismo, y producir acompañado, para otros o para modos de producción. El equipo laboral de una empresa está destinado a nunca estar solo; tampoco estará solo el freelancer mientras se comunica con sus clientes. Hay, seguramente, contadas profesiones, oficios, que tienen la dicha de tener el recurso del aislamiento. Programadores, estilistas, escritores, filósofos, barrenderos, choferes, periodistas, vendedores, todos pueden disfrutar, aunque sea por un momento, de la incomunicación, eso a lo que algunos llaman “la zona”. El problema es que “la zona” sólo se utiliza para trabajar, para producir en favor de la plusvalía de otros. La tarea por delante para expropiarle “la zona” al capitalismo es usarla para aprender sin ánimo de lucro, para ayudar, para apoyar, para amar, para proteger, para cultivar y, si sobra tiempo, para trabajar, leer, escribir, vivir. Ésta es la soledad política de la anarquía enfrentándose al individualismo capitalístico.
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¿Qué es esta maldita necesidad de estar acompañado sino una imposición? ¿Qué es esta perversa obligación de estar con otros entes deshumanizados: perfiles, cuentas, likes, comentarios? Nos han dominado a través de la contradicción: quiero un acompañante sexual, sentimental, amistoso; quiero un interlocutor elocuente que viva desde mí y para mí, aunque yo no viva desde él ni para él, aunque apenas sea capaz de acompañarme a mí mismo sexual, sentimental y amistosamente.
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Soledad: (del lat. solĭtas) f. Acción o efecto de oponerse a la necesidad de estar acompañado. Evento de resistencia.
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Silencio: (del lat. silentium) m. Acción o efecto de oponerse a la necesidad del ruido. Evento de resistencia.
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La más fuerte soledad, aquella soledad productora, es la que se encuentra ampliamente poblada por conceptos, ideas, personas, conexiones, testimonios, voces. Es un punto de partida para enfrentarse a las injusticias, las desigualdades y las injurias. No podemos pretender ser individualistas, egoístas, para maximizar nuestro beneficio. Debemos ser solitarios, productores de sentidos aislados, dispuestos a entablar el diálogo con más soledades, acaso más productoras que las nuestras.
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Estoy tan solo que hasta mi sombra se niega a estar conmigo. Mi soledad brilla tanto que hasta mi sombra le teme.
Ilustrador: Carlos Gaytan Tamayo (Ciudad de México, 1999). Estudia Ciencias y Artes para el Diseño en la UAM Azcapotzalco. Formó parte de varias exposiciones colectivas de cartel en su universidad. Algunas de sus obras ilustran artículos de Cultura Colectiva. Su trabajo se inspira en diversas técnicas y se encuentra en el diseño gráfico y la ilustración.