¡Calaveritas literarias 2021! – Primera parte

Terminó la cuarentena

Casi quedo sin cordura,
venga de una vez la Parca
a romper mis ataduras.
No tardes mucho, calaca,
¡esperar por ti es tortura!
Te haré un espacio en mi celda
para que alivies mis penas.
¡Quiero entregarme a la fría!,
¡quiero cederle mi vida!
Terminó la cuarentena.

Amargo fue el 2020,
me tuvo al albor llorando
lo funesto de su peste.
¡Cumple, pálida, el milagro
de arroparme con tus vestes!
Ven, mi calva Dulcinea,
a evaporar mi tristeza,
sería mejor si envías
febril coreomanía.
Terminó la cuarentena.

Ven, chupada (in)oportuna,
que tu amarantino aliento
elimine mi amargura;
imprime en mi frente un beso,
toma mi temperatura.
Terminó la cuarentena
y eso es ocasión de fiesta,
queda sanar las heridas,
liberar mi alma cautiva:
¡Terminó la cuarentena!

*

A la flaca se le invita

El primero de noviembre
en Naolinco es tradición
abrir las puertas a la gente 
cuando se esconde el sol.

Cantan el rosario santo,
salgan ánimas en pena.
Por la sierra tienen vena
de entonar juntos sus canto.

Buenas noches les deseo,
la flaca dicen que soy.
Burla en sus rostros leo,
aunque no sea sólo hoy.

Yo vengo de reteneos
a jalar patas y orejas;
sean pollos y conejos 
hasta gatos de las tejas.

Del altar cuatro elementos:
la lumbre en las veladoras,
pa’l papel china los vientos,
tierra, cosecha de ñoras,

yo les digo, el agua al agua. 
Mucho argüende y poco tiempo
es la fecha que se fragua,
aunque se halle contratiempo. 

Pancito de los catanos
de un escalón del altar,
le eché el ojo pa’probar
No’más échenme las manos.

Vinito naolinqueño
en una copa de cristal
para curarte del sueño 
y no dormir en el maizal.

Copal caliente de incienso
que perfuma el ambiente,
pues no se baña el menso,
¡con que no me tenga en frente!

Un tamalito pa’l vivo
que no sea de sardina.
¡Ah, qué rica medecina!,
carne de perro o de chivo.

Pero que sea costilla 
o del lomo pico y como
ya que por donde me asomo
no hay quien no haga bulla y grilla.

¡Viva el mole de guajolota!
No hay lugar como el hogar
Xico daña el paladar
no sabe ni una jota.

De chocos y chocolate:
ate de mi corazón
el que no me lo adivine
es un burro cabezón.

Hablando de algunas frutas,
parto en gajos mandarinas,
guayabas que nacen brutas
ansina como tutunas.

A Dios le pido las velas 
pa’lumbrarles los caminos
y que sus patas cojuelas
no patién a los vecinos

La sal salero salió.
Una prima… del incienso 
que algunas veces yo pienso 
este verso no salió.

Linda flor de cempasúchil,
que por San Pablo nacistes,
al primer pétalo que distes
a parar al altar fuistes

Papel, herencia del viento,
picado a tijera y mano.
La cuna del movimiento,
sol que despunta al serrano.

Sopla sopas viento norte,
galán de copas con porte.
No sólo las hojas levantas
a las almas también arrastras.

Uno, tres, siete o nueve
contados los escalones.
Cielo o infierno, pecadores
que el novenario los lleve.

No me voy si no hasta tarde
cuando al sol solo resta el nombre.
Una vela que sola arde
olvidada por el hombre.

Arde el recuerdo del alma
vida del ánima sola
vela por ella la flaca
guía me dicen en bola.

Al siguiente me despido,
ya con este me les voy.
Y yo no’más les aviso
mañana vuelvo como hoy.

Si se escucha un titilar
mis costillitas serán
por allá me voy a arrimar
quita y me dan de cenar.


Autor de «Terminó la cuarentena»: Alonso Rojas Cruz.

Autora de «A la flaca se le invita»: Arnoldo J. Gómez García y Erick J. Vázquez Jiménez.