«Mandíbulas»: más allá de la mosca gigante

Todos esperamos a la mosca gigante en Mandíbulas. Es uno de los grandes alicientes de la nueva comedia de Quentin Dupieux, presente en la mayoría de carteles y vídeos promocionales. Una internauta en Letterboxd incluso la definió como una mezcla entre los hermanos Farrelly y Kafka. Sin embargo, la estrella de la película no es el insecto, sino la amistad entre Manu (Grégoire Ludig) y Jean-Gab (David Marsais). He aquí las claves de la propuesta más alocada del Tour de Cine Francés de este año.

Manu (Grégoire Ludig) y Jean-Gab (David Marsais)

Manu (Grégoire Ludig), un joven sin casa ni empleo fijo, recibe un encargo de un conocido. El trabajo es simple: transportar un misterioso paquete de un lugar a otro, gracias a lo cual puede ganar 500 euros. La única condición para poder desempeñarlo es poseer un auto con cajuela, cosa que le falta a Manu. Por eso, decide robar el primer auto que encuentra e ir a buscar a su íntimo amigo Jean-Gab (David Marsais) para que lo acompañe en su aventura. Sin embargo, el vehículo robado les depara una sorpresa: en la parte trasera se esconde una mosca gigante. A partir de ese momento, Manu y Jean-Gab cambian de plan y se disponen a educar a la mosca para conseguir aún más dinero que con el primer encargo. Cuando una desconocida en la carretera confunde a Manu con un antiguo compañero de clase, las circunstancias se complican aún más.

Mandíbulas se basa en dos personajes caricaturescos inmersos en una serie de aventuras que desafían las normas de la lógica. Su extravagancia e inocencia, más que los acontecimientos en sí, son lo que genera el humor, en una fina línea entre reírse con y reírse de los protagonistas. Con estas premisas, podemos creer encontrarnos ante otro exponente más de la comedia absurda estadounidense, con los ya mencionados Farrelly como máximos exponentes. Sin embargo, un breve análisis nos permite apreciar las innovaciones aportadas por Dupieux al género.

En primer lugar, lleva la fantasía al absurdo, algo visto en otras películas del director como Wheel (sobre un neumático asesino), pero sin dejar jamás que el aspecto sobrenatural domine la cinta; como aprecia Raquel Hernández Luján en su reseña, la mosca no es más que un McGuffin. En segundo lugar, no traspasa jamás los límites del humor estúpido. Es cierto, Manu y Jean-Gab no brillan por su ingenio, pero, aun así, son lo bastante funcionales como para que el público se los pueda tomar en serio. De hecho, son apenas una versión un poco exagerada de alguien quien podríamos conocer en la vida real. Por último, la buena química entre ambos actores, que resulta en un entrañable homenaje a la amistad. Aunque el desencadenante inicial de la acción es su deseo de enriquecerse, al final lo único que desean ambos protagonistas es pasar un buen rato juntos y sobrevivir como buenamente puedan. Todo ello en apenas 77 minutos que pasamos con una sonrisa en la cara.

Quizás Mandíbulas no goce de un guion impecable ni de un presupuesto estelar, pero sabe jugar muy bien con sus recursos y mantener al espectador entretenido en todo momento. A medida que se suceden los acontecimientos no podemos evitar preguntarnos: ¿qué otra locura les depara a Manu y Jean-Gab? También es destacable el buen uso del fuera de plano, como indica Hernández Luján, para hacernos saber que la mosca está allí sin mostrarla explícitamente. Todo ello contribuye a crear tensión y a mantenernos enganchados.

El otro elemento que roba nuestra atención a lo largo de toda la película son las mandíbulas que le dan nombre. ¿Qué mandíbulas? ¿Las moscas tienen esqueleto siquiera? ¿Quizás se refieren a nuestros protagonistas? Pues bien, dicho título no es más que otra ocurrencia para picar nuestra curiosidad por parte de Dupieux, quien resuelve nuestras dudas en un brillante gag casi al final de la trama.  

Evidentemente, tan loca propuesta no se sostendría sin unas interpretaciones a la altura. Destacan, por supuesto, Ludig y Marsais como el dúo protagonista, cuya actuación les valió un premio en el reconocido Festival de Cine de Sitges (celebrado en Cataluña, España). En el reparto contamos también con caras conocidas como la de Adèle Exarchopoulos (célebre por su papel en La vida de Adèle) o la del rapero Roméo Elvis (hermano de la cantante Angèle).

En definitiva, Mandíbulas es una comedia atrevida y con marcada personalidad que sabe estar a la altura y cumplir con las expectativas de cualquier cinta del género: entretener al espectador. Convencerá a los amantes de la comedia absurda que busquen una mirada fresca y diferente y puede ser una primera incursión en la filmografía de uno de los cineastas europeos más extravagantes del panorama actual.