«El hombre del sótano» y el cuestionamiento de las «verdades»

Vivir sin red nos hace sentir huérfanos.

Gianni Vattimo

La polarización de opiniones deriva en el cuestionamiento o incluso rompimiento de la tolerancia. ¿Hasta qué punto una (o varias) verdad(es) se convierten en un absoluto? Más aún: cuando a un hecho se le adjetiva como oficial, adquiere un sentido que pareciera ser irrefutable, pues se encuentra respaldado por todo un sistema sociopolítico. «Si uno dice que no hay verdades absolutas, la gente se enfada» (Gianni Vattimo), pero si las hay también se genera la misma reacción. El hombre del sótano (L’homme de la cave, 2021), dirigida por Philippe Le Guay, profundiza en tales temas.

Fonzic (François Cluzet)

El director regresa al Tour de Cine Francés, luego de haber sido parte de la edición número 22 con Normandía al desnudo (Normandie nue, 2018). Sin embargo, esta vez no vuelve con un largometraje de corte humorístico, sino con una historia más oscura, misteriosa y plagada de conflictos: El hombre del sótano.

Simon (Jérémie Renier) y Hélène (Berenice Bejo) han decidido vender el sótano de su edificio al sr. Fonzic (François Cluzet), un hombre de apariencia tranquila y responsable. Luego de cerrar el trato, se percatan de que en realidad Fonzic no desea ocupar el espacio como una bodega, sino vivir en él literalmente. Ante el desconcierto de la familia, poco a poco descubren que Fonzic esconde más secretos de los que aparenta. Pronto Simon emprenderá la ardua tarea de intentar despojarlo de su propiedad, mientras lidia con el desquicio de su personalidad y la tensión en sus relaciones familiares.

El tema central de la historia, como puede entreverse, recae en la diferencia ideológica, específicamente entre Fonzic y Simon, quien en el transcurso del filme devela más sobre su pasado, así como posibles motivaciones de sus diferencias con Fonzic. La película polemiza acerca del negacionismo, la tolerancia y cómo se enfatizan o se cuestionan las afirmaciones oficiales o incluso testimoniales. En este sentido, el tema se vuelve problemático por la diferencia de perspectivas; sin embargo, ni el director ni la película se decantan hacia uno u otro bando —gran acierto para abordar el tópico—. A lo largo de los 114 minutos, la pugna entre ambos se intensifica de forma paulatina, de modo que sus vidas se ven afectadas —más la de Simon— en diferentes niveles.

Simon (Jérémie Renier)

Como la trama focaliza en Simon, Hélène y su hija Justine (Victoria Eber), se centra en las acciones y la decadencia de ellos, mientras Fonzic se sitúa como un agente con presencia, pero con menor peso en la cinta. No obstante, el papel realizado por François Cluzet resulta destacable por su seriedad, pragmatismo y frialdad, razones que a la larga desquician a Simon. Por su parte, el personaje de Jérémie Renier resalta por su desesperación creciente ante la impotencia por no poder correr a Fonzic, al grado de violentarlo físicamente.

Las diferencias entre ambos se originan del hostigamiento «mutuo». Uso con ironía y cierta precaución las comillas, ya que algunos excesos mostrados nunca son esclarecidos por completo. El director, así, juega con el público para mostrar o esconder detalles importantes para la transparencia de la historia. De ahí que, en buena medida, la cinta se torne más oscura. El momento climático surge al final de la película, en la confrontación entre ambos, donde dejan, de alguna forma, entrever con mayor claridad sus opiniones, ideologías y emociones.

Fonzic cuestiona abiertamente las verdades sobreentendidas en contra de la «libertad» de pensamiento, así como a la estigmatización de las opiniones no oficiales. Por tanto, el propósito de Le Guay se encuentra en sembrar una pregunta al público espectador: ¿qué tanto creer o no en dichas verdades? En palabras de Vattimo, vivimos en un contexto donde ya no es posible distinguir una sola verdad, sino varias dependientes de sus propias situaciones. Quizá el verdadero problema para Simon sea caer en esa «orfandad» aludida en el epígrafe de este texto, pues involucra la negación de las verdades que nos conforman ideológicamente.

El hombre del sótano forma parte de la selección del 25º Tour Cine Francés. Su trama removerá a más de uno, debido a sus cuestionamientos y a la pugna constante entre sus protagonistas. En definitiva, una de las películas más llamativas de este año.