«Neologías Artificiales»: Co-exposición de aprendizaje máquina en las artes

Cuando, sea cual sea el motivo, me siento ajena al discurso que se plantea en una exposición de arte, suelo recurrir a herramientas que, con la práctica, he desarrollado para defender mi incomprensión. En ocasiones, decido no leer ninguna de las hoja de sala que se me presenta y no tardo en calificarlas, indignada, de pretenciosas y/o viciadas. Opto entonces por recorrer el espacio a mi gusto y busco formar mi propia experiencia estética al encontrarme con las obras que me resultan más atractivas. Cuando, a pesar de mis esfuerzos, la sensación de desasosiego continúa ganando, siempre queda un as bajo la manga: disimular y fingir. Entonces, me muestro interesada y recorro el espacio lo más rápido posible intentando no romper la ilusión de que sé lo que hago allí. Esto es el caso del enfrentamiento con muestras en espacios expositivos “convencionales”, pero las reglas del juego se ven fuertemente alteradas cuando me encuentro en un sitio alterno, por ejemplo: un espacio virtual.

Neologías Artificiales es una exposición digital que se creó como parte del curso de Inteligencia Artificial Creativa impartido por CUNA —plataforma educativa en temas de ciencia, arte y tecnología—. En ésta, se presentan obras en diversos formatos (sonido, texto, imagen, video, 3D) que comparten en su elaboración la aplicación de la inteligencia artificial creativa. Como principio, según entiendo, las piezas se basan en el modelo matemático Red Neuronal Artificial, el cual está inspirado en el comportamiento biológico de las neuronas y en la estructura cerebral en general. Así, a través de diferentes maneras de ordenamiento y presentación de datos, se componen piezas inéditas que sintetizan los procesos creativos de humanos y máquinas y se acomodan en el espacio de una galería virtual.

La galería puede recorrerse desde diferentes dispositivos: celulares, computadoras e incluso visores de realidad aumentada. Se accede a las distintas salas a través de un avatar y un nombre de usuario de elección propia. El tránsito por el espacio es relativamente sencillo; sin embargo, yo no me libré de los corajes derivados de chocar con muros o de no poder centrar las obras a la perfección en la pantalla de mi laptop. Si tienes suerte, puedes encontrarte con otrxs cuerpxs de formas variadas, lxs cuales junto contigo comparten el cachito de ciberespacio que es Neologías Artificiales.

Mapa de la exposición Neologías Artificiales

Ante la espacialidad que compone esta exposición, contacto con una vulnerabilidad particular sobre la cual no he construido modos de defensa claros todavía. Aparentar seguridad y comprensión no funciona cuando no hay nadie más mirando y no me parece que valga la pena engañarme a mí misma. En este caso mi única herramienta es negociar el sentido de lo que se me propone con lo que ya conozco. De manera que solo me queda enfrentarme a esas tenebrosas siglas que de entrada, a mí —que sigo buscando la definición de NFT cada que se me presenta el término— no me dicen mucho (“GAM”, “LSTM”, “RNN”).

Pero poco a poco mi experiencia se organiza. Me dejo fascinar por lo que de por sí me seduce: jardines secretos, animales fantásticos, escrituras infinitas, tapetes persas, atmósferas oníricas. También me ayuda aprender de las fuentes de información que alimentan a las distintas obras, las cuales van desde la literatura de viajeros del siglo XIX, hasta la información del propio perfil de Facebook de una de las artistas, pasando por Zoología Fantástica de Borges y los discursos hipócritas de la ex primera dama de Perú, Keiko Fujimori.

Considero que Neologías Artificiales, a través de la convergencia entre las inteligencias artificial y humana, se presenta como un ejemplo de la estética de archivo llevada a tope. Aquí, los proyectos artísticos se nutren de la acumulación de datos para construir nuevas narrativas sociales que «ninguna entidad podría haber soñado por sí sola«.

No es ninguna novedad afirmar que la inteligencia artificial está revolucionando las maneras en las que opera el mundo en distintos ámbitos. En el caso del arte, se encuentra modificando radicalmente los procesos del quehacer creativo. Paralelamente, el mundo del arte en su totalidad se ve también transformado y esto no excluye a quienes nos encontramos del lado del público. En mi caso, la razón por la que me siento desarmada ante una exposición como Neologías Artificiales es que el poder se juega de una manera distinta. Mi capital artístico y cultural, pulido por una serie de privilegios, flaquea ante las nuevas posibilidades creativas, y ahí radica el poder subversivo de esta tecnología.

No me atrevo a decir que la virtualidad acerca al arte a su democratización, pero definitivamente redistribuye su acceso y comprensión, por lo que vale la pena explorar sus posibilidades. Si bien yo no entendí un montón de cositas que aparecen en Neologías Artificiales, sí me aventuré a organizar mi experiencia estética de nuevas maneras y a abrazar la incomprensión que, a fin de cuentas, traigo siempre a mi lado.