Agnosia – Poemas de Guillermo Arbona

Que me lleve

Porque la vida se me va a ir,
cuando ya sea menos,
y no recuerde leer,
y no recuerde escribir
miraré el cielo,
con sus estrellas y sus nubes
y lloraré sin saber el por qué lloro,
y algo dentro
me señalará con su dedo acusatorio
sin saber
todo el tiempo que perdí
leyendo todos los libros
que olvidé
y todos los cielos
que dejé pasar
para más tarde,
y la muerte vendrá
y seré yo el que le suplique
que me lleve
con ella.

*

Y esto es todo lo que se dieron

Tomaron una escueta cena;
zanahorias, hummus, trocitos de pan.

Después él recogió la mesa,
antes de levantarse colocó la cabeza de ella
sobre un cojín
(el más deformado, el que más se adaptaba a la forma de su cuello)
y la dejó viendo el programa de la tarde.

Ya en la cocina, él preparó la medicación
y añadió una dosis extra en cada ración.

Anduvo de vuelta al salón y por un momento hizo el esfuerzo
de recordar los años pasados
y de pie, con las piernas peludas y marcadas por los huesos
su mente comenzó a viajar desde su primer recuerdo
su padre y el campo
(unos cinco años)
y después su mente fue hasta el día de su boda
y ella se veía tan triste y asustada
(tardaron un par de días en entablar una conversación amena entre ambos)
pero al final, la conversación duró cincuenta y tres años,
no está mal para un tipo que nunca hablaba, que no tenía
nada que expresar.

Y mientras recordaba todo aquello,
el suelo, las paredes, los trapos colgados en la pared, los cuadros,
las servilletas, las medias, la colchay el techo
comenzaron a desaparecer,
y él estaba tieso delante de la televisión
el programa favorito de ella se reflejaba en sus ojos.

Despertó y acercó su cuerpo al suyo,
con ayuda de un poco de agua le introdujo las pastillas y le ayudó a tragar.
Él hizo lo mismo
sin ayuda.

Se dejó caer y casi por costumbre, entornó un poco los ojos,
como queriendo desaparecer del mundo
(pero esta forma de muerte no suele ser rápida, lleva tiempo)
y mientras la lengua de un gato raspaba la mano de una joven a mil kilómetros de allí,
los dos ancianos comenzaban a abandonar todo lo que conocían, todo lo que se dieron
sin más celebración, sin música, sin ruido.

La mano de él a medio gas hasta dar con la de ella,
un último esfuerzo que marcaba el principio y final de la tragedia.

Y todo lo demás,
quedó más o menos reflejado
en el informe de autopsias
del funcionario.

Y la casa, mercancía del banco
fue habitada unas semanas después por una chica solitaria
una estudiante de Filosofía que apelmazó el sofá, colgó algunos cuadros,
arregló la cisterna del baño
y ventiló todas y cada una de las habitaciones.

*

Sábado

Como flores marchitas al amanecer,
los consejos han ido hundiéndose en el pozo del ser,
ya los libros no parecen contener claves,
ya las personas se han ido haciendo transparentes, y donde
Dios mandó su último rayo, abrieron un centro comercial,
repleto de ropa, ferreterías, discos, ordenadores, libros, personas
y estás ahí, en medio y desplazado,
en la sección textil,
das la vuelta y te marchas, camino a las paredes que te atrapan.
Te detienes a ver cómo
un gato persigue a un ratón
y un perro persigue su propia cola
los libros no parecen responder a ciertas cuestiones.

Cerbero trae la pelota del infierno, y la vuelves a lanzar lejos,
parece que hay mucho que hacer,

cuando queda todo por hacerlo.


Autor: Guillermo Arbona (Jaen, España, 1991). Escritor y estudiante de Literatura General y Comparada en la Universidad Complutense de Madrid. Desde los quince años trabajó como camarero, agente de aparcamiento, mago, clow, dependiente en tiendas de segunda mano, reponedor y librero entre otros empleos que no cotizan en la Seguridad social. Las ideas y venidas entre trabajo y estudios son constantes. Es autor de Ez (2018), novela con la que dio el salto al mundo literario en 2018. Un año después publicó El Gallinero (2019), libro compuesto por trece relatos. Asimismo, compatibiliza la producción de novelas con la creación de guiones y poemas. En 2016 obtuvo el segundo en el III Certamen literario Efecto Mariposa con su relato titulado «El principito», que denuncia el abandono infantil y la precariedad laboral. A su vez ha colaborado con diversas revistas y publicaciones orientadas a la literatura, haciendo un uso directo y sin decoro. Algunos de sus cuentos y poemas han sido publicados en las Letraria, Revista Kuma, Revista Primera Página, Revista Nefelismos, Revista Alborismos, Factoría de Autores, Espacio Ulises. También fue seleccionado para el libro homenaje al poeta Mario Benedetti por Ediciones Cerezo.