Primer piso
Cuando iba en el último año de la prepa, en 2016, la maestra de arte nos invitó a la inauguración de «Si tiene dudas… pregunte», la exposición retrocolectiva de Mónica Mayer, curada por Karen Cordero, en el MUAC. La verdad es que no recuerdo si se trataba de una invitación o de una asignación, pero me inclino por la primera pues me parece que no muchos asistimos, lo cual era poco común cuando había alguna calificación en juego. Yo no conocía a Mónica ni había visto nunca su trabajo; sin embargo, sí me sonaba su apellido porque una amiga (quien tiempo después me enteré es sobrina de Mónica) se apellida igual. Linda, la maestra, no nos habló mucho al respecto, pero su exaltación dejaba en claro que la muestra le parecía un acontecimiento importante, por decir lo menos.
Lo tentador y tenebroso recaía en que la convocatoria de Linda no se limitaba a asistir y visitar la exposición, sino que se trataba de una invitación a participar en un auténtico performance, chan, chan, chan. Nos pidió a todos llevar una manzana roja el día de la inauguración, la cual debíamos entregar a Mónica en algún momento del evento. Me acuerdo que no entendí muy bien el sentido de las manzanas, tenía algo que ver con el conocimiento, con lo prohibido y con el ser mujer, creo. En ese entonces, cuando me enfrentaba a algo que desbordaba mi entendimiento me frustraba. En vez de preguntar, me tragué mis dudas e hice como que no me interesaba mucho.
El día de la inauguración de «Si tiene dudas… pregunte» fui a C.U. con mi manzana roja y con mi novio del momento. Pasamos al auditorio del museo y ya empezado el conversatorio de apertura llegó una de mis mejores amigas quien, para mi tranquilidad, llevaba consigo su manzana.
Segundo piso
La semana pasada estuve en una videollamada de Zoom repleta de reacciones de corazoncito. Se trataba de la jornada de capacitación de la Editatona de Mujeres Artistas Mexicanas 2021, una iniciativa de la agrupación Art&Feminism y Wikimedia México que busca cerrar la brecha de género en Wikipedia. Esto último va en tres sentidos. Por un lado, responde al hecho de que la información en Wikipedia de mujeres artistas y agrupaciones culturales feministas es muy escasa, a pesar de las iniciativas por desarrollarla en los últimos años. Por otro lado, reconoce que la participación de mujeres editoras en Wikipedia es mucho más baja que la de los hombres. Sobre la misma línea y como tercer sentido, se enfatiza en la importancia de Wikipedia como la enciclopedia más consultada de internet, buscando construir conocimiento desde ópticas que ayuden a superar las relaciones de poder entre géneros. Salir, por poner un ejemplo burdo, pero clave, de la narrativa “esposa de” o “hija de”.
Dentro del grupo de mujeres que guiaron la capacitación estuvieron Karen Cordero y Mónica Mayer.
Mezanine
Durante mi primer semestre de la carrera en historia del arte, encontré en la biblioteca de mi universidad el libro de Mónica Mayer Rosa Chillante: mujeres y performance en México, a partir del cual realicé mi primer trabajo de la licenciatura titulado «Cómo el performance resulta en un medio de expresión utilizado por mujeres artistas para crear un arte social, político y personal». Cuando realicé esta investigación me fue muy evidente la falta de información respecto al tema en internet, especialmente al haber querido centrar mi trabajo en artistas mexicanas; Wikipedia ni sus luces. Lo dejé pasar fácilmente diciéndome a mí misma: “si no está en Wikipedia, es porque el tema está chido”.
Mezanine 2
Como parte de la muestra «Si tiene dudas… pregunte», se incluyó una pieza de Mónica llamada Archiva. Ésta consiste en una caja de cartón con un letrero que dice “OBRAS MAESTRAS DEL ARTE FEMINISTA EN MÉXICO” y en su interior incluye fichas de más de setenta mujeres o colectivos que ella considera artistas feministas. La caja ha visitado todo tipo de sedes. Fue a raíz de esta pieza y en el marco de la exposición, buscando realizar una activación colectiva, que se organizó la primera Editatona de Mujeres Artistas Mexicanas, en 2016.
Escaleras
Durante el conversatorio de inauguración de «Si tiene dudas… pregunte», por misteriosos motivos estuve muy inquieta. Sudé mucho y me temblaba el cuerpo. Mi mente iba a mil por hora intentando procesar la información que recibía desde el otro lado de las butacas, estaba viviendo una pequeña revolución en mi cuerpo. En eso, una compañera con la que pocas veces platiqué en la escuela, se levantó de su asiento y se acercó a Mónica para entregarle la manzana que llevaba consigo. Posteriormente, pasó al micrófono a enunciar ese sentido para mí indescifrable, aquel que tenía que ver con la sabiduría, lo clandestino y el ser una mujer artista.
Yo no me atreví a entregarle mi manzana a Mónica, por lo que decidí, junto con mi amiga, dejar nuestras frutas en algún recoveco de la muestra. Recuerdo que puse la mía, con el corazón agitadísimo, sobre una mesa, junto a un monitor, debajo de delantales de colores en donde se leía “NO A LAS MATERNIDADES SECUESTRADAS”.
Hace poco escuché a Karen Cordero decir en una ponencia (titulada Herencias, vivencias y retos en la Historia del Arte feminista) que «Si tiene dudas… pregunte» fue probablemente la exposición en donde más plenamente pudieron poner en práctica lo que puede entenderse como una curaduría feminista. Se trató de la primera ocasión en donde toda la obra de Mónica —más de cuarenta años de trabajo— se reunía en búsqueda de tejer un diálogo, o más bien muchos diálogos, con el público.
Para poder terminar de sostener este andamiaje pienso en el curso que tuve en quinto semestre (la mitad en modo presencial y la segunda ya en formato virtual): Estudios de género. Esta materia, junto con otros esfuerzos para transformar el plan de estudios de la carrera hacia uno más abierto a pensar en modos alternativos de hacer historia del arte, fue iniciativa de Karen Cordero y Dina Comisarenco (una de mis más queridas profesoras), para romper con la violencia epistémica que reposa en las narrativas hegemónicas de la academia. En este espacio, el trabajo de Mónica, el vacío de Wikipedia, la curaduría feminista, las performanceras mexicanas, el sudor y los temblores, y probablemente inclusive la manzana, encontraron un espacio para reposar, relacionarse y continuar construyendo.