«Los años azules»: La sociedad inútil

El director Antonio Serrano dirigió, en 1999, una película mexicana que retrataba las relaciones humanas de hombres y mujeres en el inicio de sus treintas, con inseguridades, traumas, soledades, pero también una falta de propio descubrimiento en un contexto de transición milenaria. Las problemáticas, entre muchas otras, tenían que ver con los encuentros y desencuentros amorosos entre este grupo de amigos y vecinos agrupados en un mismo edificio. Aunque hoy en día todo parecería igual, todo ha cambiado…

Escribir de cine mexicano a veces me resulta complicado porque, como he escrito varias veces, el cine nacional o retrata una sociedad que no existe o bien exagera las deficiencias de sectores y termina por plasmar una especie de pornografía social bastante incómoda y desgastada.

Sexo, pudor y lagrimas resultó ser un parteaguas en el cine mexicano por retratar esta sociedad desde varios ámbitos, incluso en el profesional. Sin embargo, los problemas residían en sólo romances imposibles o inconclusos, al mismo tiempo que frustrados. Dentro de todo este muégano de amigos que exhibe la película, se encuentra Tomás, interpretado por Demián Bichir, un personaje que, a diferencia de todos los demás, a sus treinta años no tiene dónde vivir, tampoco una familia y no sabe qué es lo que quiere de la vida… aunque, eso sí, se muestre siempre muy gracioso en una aparente vida aventurera y culta.

Los años azules, de Sofía Gómez-Cordova, intenta retratar, si no de la misma forma, la manera de interactuar de un grupo de amigos que viven en una casa vieja que se cae a pedazos. Cinco amigos reciben a una inquilina llamada Diana, estudiante de arte dramático, que se integra a esta dinámica de forma muy natural, pero que no termina nunca por encajar con ninguno de ellos porque ella, en el fondo, existencialmente no se encuentra a sí misma en lo que hace y en cómo se relaciona con los demás.

Hago el vínculo entre ambas producciones cinematográficas porque tratan de plasmar a un grupo de jóvenes maduros a finales de sus veintes e inicios de sus treintas; sin embargo, se pueden ver diferencias notables en cómo este sector social ha cambiado durante 21 años. Mientras que la película de finales de los noventa proponía a personajes realizados en muchos aspectos y sólo uno era quien no encontraba su camino, en la historia de Sofía Gómez, todos están igual de perdidos. Al tiempo que la película trata de encontrar su rumbo en cada uno de estos personajes, el espectador se envuelve en historias no concluidas de problemas de jóvenes maduros que nunca cierran, pero en las que tampoco se profundiza demasiado.

Aun así, y con que la historia trata de encontrar a su propio protagonista, ese con quien el espectador cree un vínculo sentimental (conmigo, en lo personal, no lo logró), Los años azules es una ópera prima que funciona para retratar los problemas existencialistas de inicios de los treinta: esos replanteamientos acerca de si realmente se está logrando lo propuesto, o si se están cumpliendo expectativas sociales o familiares, pero, al mismo tiempo, también si se es feliz con las autodeterminaciones sexuales asumidas por uno mismo y por los que nos rodean. En el fondo esa es la cuestión: pensar que estamos jugando un rol que creemos que nos tocó desempeñar en una historia que, en realidad, es de todos y no solamente propia.

La película viaja en círculos dramáticos en los que no se profundiza demasiado y que parece estar confundida al igual que sus propios personajes, con un final igual de abrupto que el término de cada una de las relaciones sentimentales de ellos pero que tampoco los concluye y eso puede dejar en el espectador una sensación de indiferencia ante cada uno de los personajes y no haber generado empatía por ninguno de ellos.

En algo en lo que sí tiene mucho éxito es en poner a cuadro personajes indecisos, inútiles, que no saben cambiar ni siquiera un foco y, por lo tanto, mucho menos saben cómo sobrellevar sus heridas emocionales familiares, asó como sus vínculos de pareja. Esto explora más el reflejo de una sociedad madura y joven que existe en la actualidad y que pareciera que lo tiene todo como generación millenial, pero que en ocasiones no encuentra su propio camino, o no se siente satisfecha con lo que se ha trazado en cada momento.

Los años azules compitió en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara como mejor ópera prima y ya está en la plataforma de Filmin Latino para que se pueda ver desde casa por medio de la aplicación.