Factores de comportamiento o acercamiento al mundo individual || Ensayo de Víctor Hugo Espino

Con ello surgió la buena nueva de la filosofía: que, por mucho que le deprima el desorden en que vive, el ser humano no puede caerse fuera del universo.

Peter Sloterdijk. El mundo interior del capital.

En el libro El eros electrónico (2000), específicamente en el ensayo «De la caverna a la electrónica», Román Gubern explora la intención individual sobre lo colectivo. Él escribe:

“Pero, como hemos dicho, los líderes mediáticos establecen y difunden modelos jerárquicos de comportamiento, patrones de conducta, porte y vestimenta, que generan en el público lo que los antropólogos denominan «mimetismo de rango», aunque es bien sabido que cuando tales modelos se popularizan y banalizan son abandonados por las élites.

El espectador está a expensas de lo presentado en público: examina, mira, analiza, asimila, imita. Pero, lo público no está determinado por alguna ley moral o ideal. Basta mirar al andrajoso, al sátiro, al suicida, al asesino, al ratero cómo establecen la ley de los intereses individuales, muchas veces, intereses participativos, en lo público. La actividad publicitaria, por eso, es un factor importante para el incremento de los deseos y la actividad virtual es un elemento importante para la creación de mundos ilusorios.

Gubern no sitúa su análisis basándose en la interacción espectador-compras o espectador-mundos ilusorios. Lo que le interesa es la interacción del espectador con el entorno: las compras y los mundos ilusorios no son entornos. Para Gubern el entorno del espectador es lo que engendra su comportamiento: “El panteón de los ricos y famosos que aparecen en la pantalla —tanto los reales como los de ficción— genera modelos de comportamiento en la audiencia, sobre todo en aquellos segmentos más vulnerables intelectualmente o emocionalmente”. Los espectadores voluntariamente crean realidades ficcionales. El crítico musical inglés Mark Fisher reconocerá estas creaciones como un “realismo capitalista” imposible de descomposición.

La satisfacción, la insatisfacción, lo agradable y verídico son valores del individuo, del mundo en el que está inmerso. No resulta extraño que la convivencia con las opiniones, que se propagan en las redes sociales, sea el soporte cultural de la gran mayoría. La mentira alcanza grandes velocidades y la ingenuidad es un excelente transmisor. La evidencia es observar cómo una vaga creencia pasa de individuo a individuo y se convierte en verdad.

La lucidez de Albert Einstein podría considerarse profecía cuando habla del comportamiento individual en la época futura: nuestros tiempos y los que están por venir. Me remito a la claridad de estas líneas que escribió en 1952: “De una persona que sólo lee los periódicos o libros de autores contemporáneos se dice que es como un miope que se burlara de las gafas. Depende por completo de los prejuicios y modas de su época, puesto que nunca llega a ver ni oír otra cosa.” En cierta forma, Einstein y Gubern consideran al contexto el espacio posible para la formación del criterio; un factor que está emparentado con el carácter. Pero, tanto Gubern como Einstein tienen una percepción inductiva que muestra la influencia del entorno sobre el sujeto y su forma de actuar.

Por otro lado, es admirable contemplar el nacimiento de la verdad en la mentira. “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”[1]. La mentira se presenta en la sociedad y sus creencias. Por esto, las redes sociales son aceptadas por un gran público: la “selfi” o autorretrato afirma la existencia del individuo y ayuda a disipar las mentiras sobre sí mismo. Feo, narizón, asqueroso no son valores usados para determinar y criticar en las redes sociales, sino para individualizar, para ser lo que, supuestamente, se es.

Byung Chul-Han apunta en su trabajo La sociedad de la transparencia (2012) que “las cosas se revisten de un valor solamente cuando son vistas”. Esto quiere decir que la exposición guarda en sí un valor para el espectador, aunque el espectador produzca dicho valor. Todo recae finalmente en el sujeto. Su mundo es creado con sus propios valores. Aquí está lo determinante: la decisión individual no es fundamento de su mundo, sino de sus valores. Una individualidad creada a partir de lo visto y lo visto valorado por el mundo creado.

Si Gubern refiere que lo visto “genera modelos de comportamiento” en los espectadores, entonces cualquier entorno conduce a un mundo individual. Y, posiblemente, el concepto de sujeto no tiene otro significado más que el conocimiento de ese entorno.


[1] Frase atribuida a Joseph Göbbels.

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Autor: Víctor Hugo Espino Hernández, licenciado en Filosofía, ha colaborado en distintas páginas electrónicas, entre ellas destaca Primera PáginaLa piedra de Sísifo, y escribe notas periodísticas para Quadratín CDMX