James Weldon Johnson: Dos poemas en traducción de Marco Antonio Toriz Sosa

Diplomático, escritor de canciones, periodista y poeta, James Weldon Jonhson (1871 – 1938) luchó por los derechos humanos en los Estados Unidos. Fue uno de los primeros profesores afroamericanos en la Universidad de Nueva York. Publicó tres libros de poesía, tres antologías, entre algunos otros trabajos. Sus obras se acercan a los temas espirituales de la cultura negra.

Presentamos a continuación «Listen, Lord – A prayer» y «The creation» (que forman parte del libro God’s Trombones: Seven negro sermones in verse de 1927) y enseguida la traducción de Marco Antonio Toriz Sosa.

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Listen, Lord – A prayer

O Lord, we come this morning

Knee-bowed and body-bent

Before thy throne of grace.

O Lord  ― this morning ―

Bow our hearts beneath our knees,

And our knees in some lonesome valley.

We come this morning ―

Like empty pitchers to a full fountain,

With no merits of our own.

O Lord ― open up a window of heaven,

And lean out far over the battlements of glory,

And listen this morning.

Lord, have mercy on proud and dying sinners ―

Sinners hanging over the mouth of hell,

Who seem to love their distance well.

Lord ― ride by this morning ―

Mount your milk-white horse,

And ride-a this morning ―

And in your ride, ride by old hell,

Ride by the dingy gates of hell,

And stop poor sinners in their headlong plunge.

And now, O Lord, this man of God,

Who breaks the bread of life this morning ―

Shadow him in the hollow of thy hand,

And keep him out of the gunshot of the devil.

Take him, Lord ― this morning ―

Wash him with hyssop inside and out,

Hang him up and drain him dry of sin.

Pin his ear to the wisdom-post,

And make his words sledge hammers of truth ―

Beating on the iron heart of sin.

Lord God, this morning ―

Put his eye to the telescope of eternity,

And let him look upon the paper walls of time.

Lord, turpentine his imagination,

Put perpetual motion in his arms,

Fill him full of the dynamite of thy power,

Anoint him all over with the oil of thy salvation,

And set his tongue on fire.

And now, O Lord ―

When I’ve done drunk my last cup of sorrow ―

When I’ve been called everything but a child of God ―

When I’m done travelling up the rough side of the mountain ―

O ― Mary’s Baby ―

When I start down the steep and slippery steps of death ―

When this old world beggins to rock beneath my feet ―

Lower me to my dust grave in peace

To wait for that great gittin’ up morning ― Amen.

 

Escucha, señor― Una plegaria

Oh, Señor, venimos esta mañana,

Arrodillados y con el cuerpo inclinado

Ante tu trono divino.

Oh, Señor ―esta mañana―

Con el corazón bajo las rodillas,

Y las rodillas en algún valle lejano.

Venimos esta mañana ―

Como cántaros vacíos a un manantial repleto,

Sin ser dueños de nuestro mérito.

Oh, Señor ― abre una ventana del paraíso

Y asómate por encima de las murallas de la gloria,

Y presta atención a esta mañana.

Señor, ten piedad de los pecadores orgullosos, moribundos, ―

Pecadores al borde del infierno

Que parecen amar a bien su distancia.

Señor ―cabalga esta mañana―

Monta tu caballo blanco,

Y cabalga esta mañana ―

Y en tu paseo, cruza por el viejo infierno,

Por las sucias puertas del infierno

Y detén a los pobres pecadores

En su caída precipitada.

Ahora, Señor, a este hombre de Dios

Que parte el pan de vida esta mañana ―

Protégelo en el cuenco de tu mano

Y aléjalo del golpe del demonio.

Tómalo, Señor ― esta mañana ―

Lávalo a fondo por dentro y por fuera,

Cuélgalo hasta dejarlo seco de pecado.

Prende su oreja al poste de la sabiduría,

Y haz de sus palabras mazas de la verdad ―

Golpeando el duro corazón del pecado.

Señor Dios, esta mañana ―

Pon su ojo en el telescopio de la eternidad,

Que mire sobre los frágiles muros del tiempo.

Señor, diluye su imaginación,

Pon movimiento perpetuo en sus brazos,

Llénalo con la implosión de tu poder,

Úngelo del óleo de tu salvación

Y prende su lengua en fuego.

Y ahora, Oh, Señor,

Cuando he bebido mi última copa de pena ―

Cuando he sido nombrado de cualquier forma

Menos como hijo de Dios ―

Cuando estoy listo para viajar

Hacia el lado áspero de la montaña ―

Oh ― Hijo de María ―

Cuando comienzo a bajar

Por los escalones resbaladizos de la muerte ―

Cuando este viejo mundo

Comienza a oscilar bajo mis pies ―

Llévame en paz hacia mi tumba polvosa

A esperar aquel glorioso amanecer ― Amén.

***

The creation

And God stepped out on space,

And he looked around and said:

I’m lonely ―

I’ll make me a world.

And far as the eye of God could see

Darkness covered everything,

Blacker than a hundred midnights

Down in a cypress swamp.

Then God smiled,

And the light broke.

And the darkness rolled up on one side,

And the light stood shining on the other,

And God said: That’s good!

The God reached out and took the light in his hands

And God rolled the light around his hands

Until he made the sun;

And he set that sun a-blazing in the heavens.

And the light that was left from making the sun

God gathered it up in a shining ball

And flung it against the darkness,

Spangling the night with the moon and stars.

Then down between

The darkness and the light

He hurled the world;

And God said: That’s good!

Then God himself stepped down ―

And the sun was on his right hand,

And the moon was on his left;

The stars were clustered about his head,

And the earth was under his feet.

And God walked, and were he trod

His footsteps hollowed the valleys out

And bulged the mountains up.

Then he stopped and looked and saw

That the earth was hot and barren.

So God stepped over to the edge of the world

And he spat out the seven seas ―

He batted his eyes, and the lightnings flashed ―

He clapped his hands, and the thunders rolled ―

And the waters above the earth came down,

The cooling waters came down.

Then the green grass sprouted,

And the little red flowers blossomed,

The pine tree pointed his fingers to the sky,

And the oak spread out his arms,

The lakes cuddled down in the hollows on the ground,

And the rivers ran down to the sea;

And God smiled again,

And the rainbow appeared,

And curled itself around his shoulder.

Then God raised his arms and he waved his hand

Over the sea and over the land,

And he said: Bring forth! Bring forth!

And quicker tan God could drop his hand,

Fishes and fowls

And beasts and birds

Swam the rivers and the seas,

Roamed the forests and the woods,

And split the air with their wings.

And God said: That’s good!

Then God walked around,

And God looked around

On all that he had made.

He looked at his sun,

And he looked at his moon,

And he looked at his little stars;

He looked on his world

With all its living things,

And God said: I’m lonely still.

Then God sat down ―

On the side of a hill where he could think;

By a deep, wide river he sat down;

With his head in his hands,

God tought and tought,

Till he tought: I’ll make me a man!

Up from the bed of the river

God scooped the clay;

And by the bank of the river

He kneeled him down;

And there the great God Almightly

Who lit the sun and fixed it in the sky,

Who flung the stars to the most far corner of the night,

Who rounded the earth in the middle of his hand;

This great God,

Like a mammy bending over her baby,

Kneeled down in the dust

Toiling over a lump of clay

Till he shaped it in his own image;

Then into it he blew the breath of life,

And man became a living soul.

Amen.    Amen.

 

La creación

Y Dios caminó fuera del espacio

Y miró alrededor y dijo:

Estoy solo ―

Voy a hacerme un mundo.

Y tan lejos como el ojo de Dios pudo ver

La oscuridad lo cubría todo,

Más negra que cien noches

En un pantano de cipreses.

Entonces Dios sonrió

Y la luz se hizo.

Y la oscuridad se enrolló hacia un lado,

Y la luz quedó brillando en el otro,

Y Dios dijo: ¡Eso es bueno!

Entonces Dios se estiró y tomó la luz en sus manos

Y Dios estrujó la luz en sus manos

Hasta crear el sol;

Y fijó aquel ardiente sol en los cielos.

Y aquella luz que sobró al formar el sol

Dios la reunió en un brillante globo

Y lo arrojó en contra de la oscuridad

Adornando la noche con la luna y las estrellas.

Entonces abajo, entre

La oscuridad y la luz,

Él arrojó al mundo;

Y Dios dijo: ¡Eso es bueno!

Entonces Dios mismo bajó ―

Y el sol estaba en su mano derecha,

Y la luna estaba en su mano izquierda;

Las estrellas se agruparon en torno a su cabeza

Y la tierra estaba bajo sus pies.

Entonces Dios caminó, y en donde él pisó

Sus huellas cavaron los valles

Y se curvaron las montañas.

Entonces se detuvo a observar y vió

Que la tierra era ardiente e infértil.

Así que Dios se acercó al borde del mundo

Y escupió los siete mares ―

Abrió los ojos y centellearon los relámpagos ―

Retumbaron los truenos al aplaudir ―

Y cayeron las aguas sobre la tierra:

Corrieron las aguas refrescantes.

Entonces brotó el pasto verde,

Y las pequeñas flores rojas se abrieron,

El pino apuntó sus dedos hacia el cielo

Y el roble extendió los brazos,

Los lagos se acunaron en los huecos del suelo

Y los ríos corrieron hacia el mar;

Y Dios sonrió de nuevo,

Apareció el arcoíris

Y se enroscó en sí mismo alrededor de su hombro.

Entonces Dios levantó los brazos y batió su mano

Sobre el mar y  la tierra

Diciendo: ¡Nazcan! ¡Nazcan!

Y tan pronto como Dios dejó caer su mano,

Los peces y las aves,

Las bestias y los pájaros,

Nadaron por los ríos y los mares,

Vagaron por los bosques y los montes

Y partieron el aire con sus alas.

Y Dios dijo: ¡Eso es bueno!

Entonces Dios caminó en su entorno

Mirando alrededor

Sobre todo lo que había hecho.

Contemplo su sol,

Y miró su luna,

Y sus pequeñas estrellas;

Miró a su mundo

Con todos sus seres vivos,

Y Dios dijo: Aún estoy solo.

Entonces Dios tomó asiento ―

A las faldas de un monte en dónde pensar;

Al lado de un río profundo y ancho se sentó;

Sosteniendo su cabeza entre las manos,

Dios pensó y reflexionó,

Hasta exclamar: ¡Me haré un hombre!

Sobre el lecho del río

Dios recogió la arcilla con sus manos,

Y al borde de la rivera

Él se arrodilló;

Y allí el gran Dios Todopoderoso

Que iluminó el sol y lo fijó en el cielo,

Que arrojó las estrellas al más lejano rincón de la noche,

Que hizo girar la tierra en la palma de su mano,

Este gran Dios,

Como una madre inclinándose ante su hijo,

De rodillas sobre el polvo

Trabajando un montón de arcilla

La modeló a su propia imagen;

Entonces en él sopló el aliento de la vida

Y el hombre se convirtió en un alma viviente.

Amén.    Amén.

Marco Antonio Toriz SosaAutor: Marco Antonio Toriz Sosa Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Escribe cuento, poesía y, a veces, crónica y ensayo. Sus cuentos y poemas han aparecido en las revistas Primera Página, Osario, Punto de Partida UNAM y Círculo de Poesía.

 

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