Teoría de las catástrofes II: axiomas, mujeres y revolución

Un axioma, en matemáticas, se concibe como cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría, y dentro de Teoría de las catástrofes encontramos la descripción de los seis axiomas que describen el comportamiento de cualquier objeto concebido de papiroflexia (pp. 56, 103 y 151); a saber:

  1. Un único pliegue pasa por dos puntos P y Q específicos.
  2. Un único pliegue lleva a un punto P sobre un punto Q.
  3. Un único pliegue supone dos rectas m y n.
  4. Un único pliegue pasa por un punto P y éste es ortogonal a una recta m.
  5. Siguiendo una recta m y dos puntos P y Q, un único pliegue pasa por Q y conlleva a P sobre la recta m.
  6. Siguiendo dos rectas m y n y dos puntos P y Q, un único pliegue lleva a P sobre m y a Q sobre n.

¿Por qué cuando hablamos matemáticamente nos sentimos más cómodos? Tal vez porque sentimos que tenemos el control: en ese mundo todo es perfecto, cuantificable y medible pero, ¿qué pasaría si pudiéramos determinar un axioma que describa el comportamiento de cualquier ser humano? Seamos más exactos, ¿cuál es la verdadera diferencia entre las figuras de origami y los seres humanos? Las figuras de origami pueden mojarse, deshacerse o romperse, siempre y cuando una fuerza externa y superior actúe sobre ellas y, finalmente, las destruya; por el contrario, los seres humanos no necesitamos una fuerza externa para ser destruidos: hace falta alguien materialmente igual a nosotros. Tenemos la capacidad de aniquilar a nuestro igual.

Ahora bien, pensemos en un axioma que determine el comportamiento de toda relación sentimental. ¿Qué nos lleva a fijarnos en alguien? ¿Qué nos lleva a establecer una relación? La crisis de las relaciones amorosas queda planteada en la novela desde las primeras páginas:

“En un sector de la generación de mexicanos de clase media al que Anselmo y Mariana pertenecían, solía confundirse la lógica de mercados y las prácticas de consumo con una moral liberal y progresista. La idea de compromiso, de enamorarse o entablar un vínculo sentimental duradero hacia un compañero sexual era considerada, por tanto, obsoleta. Reaccionaria. Incluso peligrosa. Y ellos dos habían decidido tirarse de cabeza al despeñadero. Cualquiera que los hubiera observado entonces, diría que era una mentira el que Mariana y Anselmo fueran la misma gente que, llena de expectativas y en libertad, habían optado por vivir en unión tres años antes. Las mismas dos personas que habían empeñado el mayor porcentaje de sus energías de los últimos años en la elaboración y sostenimiento de un proyecto de vida en común. Anselmo mismo, de poder desdoblarse para ver el cuadro entero, no daría un peso por ambos.” (p. 11)

Anselmo Santiago llevaba tres años en una ya desgastada relación con Mariana Hernández cuando conoció a Julia. Era mayo. Hacía calor. En la plaza de la catedral de Oaxaca se disputaba un partido de fútbol entre los profesores pertenecientes al paro magisterial y un grupo de jóvenes con camisetas negras. El joven más bajito era incansable. Lo llamaron por su nombre. Era una muchacha. Era Julia.

La intromisión de Julia en la vida de Anselmo es casi imperceptible, algo que estaba destinado a ser. De alguna manera, Julia descubre dónde vive Anselmo y a partir de ese momento, sus visitas se vuelven tan frecuentes, que incluso las líneas de la novela sin la mención de su nombre parecen incompletas: tanto a la novela como a la vida de Anselmo, Julia les da sentido; resulta ser la unión perfecta de todos los tópicos del texto. El plantón magisterial. El amor. La catástrofe.

“¿Y qué otra forma de anarquismo más pura conoces que el feminismo?, dijo Julia tajante y sin dignarse a mirarlo. Es la única que pone en duda las instituciones patriarcales que todos los sistemas de derechas, que todas las izquierdas y hasta los marxistas veneran. El Estado es la expresión más acabada del patriarcado. Hay que abolirlo. El anarquismo genuino no puede ser sino feminista por naturaleza”. (p. 83)

Julia es anarquista, feminista y dice tener diecinueve años. Su figura, su presencia y su vida se presentan como un enigma construido por ella. Es difícil conocer su verdadera historia, pero no importa. Lo único que importa es que, independientemente de dónde venga, Julia lleva sus cicatrices con orgullo, sus ideales bien establecidos y una dignidad inquebrantable.

A lo largo de los eventos que conforman el plantón magisterial se puede apreciar a Julia en todas sus facetas: ágil, disputando un partido de fútbol; herida, después del intento de desalojo del zócalo; rota, con sus pies fríos entre los de Anselmo debajo de las sábanas; y radiante, celebrando la formación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.

Julia es el hilo conductor del movimiento magisterial que nos hace vivirlo, sentirlo y llorarlo. El plantón comienza con Julia, el día que Anselmo la conoce jugando fútbol, y termina el día en que el comandante, Tavo y el chofer de una Ford Lobo desaparecieron con Julia, frágil como un niño, entre los troncos altos de los pinos y, después de una tanda de más o menos una decena de pistoletazos, volvieron solos.

No hay mejor manera de caracterizar a Anselmo Santiago que a partir de las dos mujeres que forman parte de su vida: Mariana y Julia. Ya hemos conocido a Julia. Falta encargarnos de Mariana.

María Fernanda Murillo RodríguezAutor: María Fernanda Murillo Rodríguez “El humano está formado de un espíritu y un cuerpo, de un corazón que palpita al son de los sentimientos.” -Violeta Parra. Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas, FFyL.

 

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