Encontrar el tema de un texto suele ser muy complicado por la cantidad de narraciones subordinadas que se encuentran introducidas y que, la mayoría de las veces, fungen como una de las mayores riquezas que posee. En ocasiones los elementos con fines anecdóticos de la obra son los que gustan más y, cuando descubrimos que el tema central no es precisamente ese, nos desencantamos, quedándonos con el deseo de que aquello que se quedó tan fijo en nuestra memoria sea el centro y no la periferia de la narración: no sólo queremos que todos descubran aquel elemento que nos estremeció tanto, sino que también lo disfruten tanto como nosotros.
Pero, ¿qué pasa cuando el tema resulta tan abstracto que las narraciones subordinadas del esquema principal no nos parecen independientes, sino indispensables para darle forma a aquello que es tan difícil de comunicar? Hablemos de las catástrofes.
¿Qué es una catástrofe? Según el DLE, podemos definir el concepto de catástrofe como:
- f. Suceso que produce gran destrucción o daño.
- f. Persona o cosa que defrauda absolutamente las expectativas que suscitaba.
- f. Mat. Cambio brusco de estado de un sistema dinámico, provocado por una mínima alteración de uno de sus parámetros.
- f. T. lit. Desenlace de una obra dramática, al que preceden la epítasis y la prótasis.
Sin importar la acepción que nos parezca más conveniente, no nos dice mucho, así que vayamos más lejos, al origen de la palabra: de acuerdo con nuestra máxima institución normadora de la lengua española, la palabra catástrofe proviene del lat. tardío catastrŏphe, y este del gr. καταστροφή katastrophḗ, der. de καταστρέφειν katastréphein ‘abatir, destruir’.
‘Abatir, destruir’. Me parece que la mejor manera de aprehender estos términos es adjetivándolos: ¿cuándo nos hemos sentido abatidos o destruidos? Me vienen a la mente problemas familiares, rompimientos amorosos o la falta de cumplimiento de nuestras expectativas. Expectativas. ¿Qué es lo que esperamos que pase? ¿Cómo nos vemos a corto, mediano o largo plazo? Y una pregunta más, ¿por qué nos es más sencillo entender estos conceptos en términos individuales y no, más bien, en términos colectivos?
Tryno Maldonado (1977) escritor, editor y activista social de origen mexicano, nacido en el estado de Zacatecas y actual residente del estado de Oaxaca, nos regaló una obra social, individual y sumamente conmovedora en el año 2012: Teoría de las catástrofes.
«En matemáticas, toda destrucción de formas puede describirse por la desaparición de los atractores que representan esas formas iniciales y su reemplazo por otros. Lo mismo ocurre entre individuos y entre comunidades.
Estos procesos son conocidos como catástrofes.
Los únicos acontecimientos importantes en la vida de un individuo o de una comunidad son esas catástrofes. Las catástrofes son lo último que se borra de nuestra memoria.
Ésta es la historia de una catástrofe entre dos personas. Es también la historia de la catástrofe de un pueblo.» (p. 11)
Desentenderse de la realidad social, económica y política del país al que se pertenece es bastante sencillo: evitar los periódicos, apagar el televisor cuando comienzan las noticias, denunciar en las redes sociales a aquellas páginas que nos intentan encarar con nuestra realidad y, finalmente, rodearnos de gente que recurra a las mismas hazañas para así conseguir no tocar temas incómodos. Dentro de la literatura es un poco más complicado: no puedes pedirle que evite los detalles que no deseas conocer; simplemente te dejas llevar por el texto y a lo largo de la narración conoces un aspecto más del país al que como parte de la sociedad conformas. Esta novela en particular, se basa en un movimiento social gestado en el año 2006 y la verosimilitud del texto se sustenta con las fuentes cuyo mismo autor menciona en los agradecimientos al final de la novela (p. 435).
Antes de centrarme en uno de los personajes más interesantes de la obra, me parece preciso mencionar algunos datos sobre el conflicto magisterial vivido en Oaxaca, contexto en el cual está inmersa la obra, acompañado de los momentos del plantón presentes en la narración.
- La elección en el estado de Oaxaca del gobernador Ulises Ernesto Ruiz Ortiz en el año 2004, quien implementó una campaña de represión y fomentó la persecución de los líderes sociales como parte de su plan gubernamental, fue el principal detonante para que el 22 de mayo del 2006, aproximadamente ochenta mil maestros de la sección veintidós del SNTE se establecieran en el Centro Histórico de Oaxaca para manifestar su descontento por la omisión del pliego petitorio que extendieron a las autoridades gubernamentales correspondientes en el cual solicitaban se mejorara la calidad de las escuelas, el mantenimiento de las escuelas en zonas rurales y justicia en el estado.
- Durante los días 14 y 15 de julio del mismo año, se vivió el intento de desalojo de los maestros situados en las barricadas, que para ese entonces, ya se encontraban dispersas a lo largo de toda la ciudad. Este evento desató la posterior ola de violencia que se vivió, ya que las autoridades llevaron a cabo este desalojamiento mediante el uso de gas lacrimógeno y balas de goma, a lo cual los maestros respondieron con el uso de palos y piedras para defenderse y, después de conseguir mantenerse en posesión de los sitios tomados, decidieron radicalizar el movimiento y añadir otro punto al pliego petitorio: la renuncia del gobernador.
- Desde el día 27 de octubre se vivía un paro estatal que planeaba concluir al día siguiente por la noche, sin embargo, la mañana del 28 de octubre se presentó la alerta máxima ante la posibilidad del reinicio de los enfrentamientos armados, por lo cual, la APPO (Asamble Popular de los Pueblos de Oaxaca) decidió hacer llamados al pueblo mediante Radio Universidad y proceder al reforzamiento de la seguridad en las barricadas; por otro lado, el gobernador de Oaxaca solicitó al presidente de los Estados Unidos Mexicanos en turno, Vicente Fox Quesada, se le autorizara la intervención de la Policía Preventiva del Estado. El 29 de octubre, las fuerzas federales desalojaron el Centro Histórico mediante el uso de armas de fuego, agua a presión y gas lacrimógeno; detuvieron a los vecinos cercanos al epicentro de la catástrofe y se contaron abundantes presos políticos, además del perseguimiento de los precursores del movimiento.
Este punto del movimiento es el último que toca el autor en su novela, publicada seis años después.
Debido a la limitada extensión, la siguiente entrada estará dedicada a la caracterización y construcción del personaje de Julia, una anarquista presente y de suma importancia en el plantón magisterial.
Autor: María Fernanda Murillo Rodríguez “El humano está formado de un espíritu y un cuerpo, de un corazón que palpita al son de los sentimientos.” -Violeta Parra. Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas, FFyL. |