Hablar de la contracultura durante la década de los 60´s es reflexionar en torno a un sinfín de implicaciones sociales que responden a una liberación de los dogmas implementados por una sociedad enteramente moralista: la generación Beat, conformada por autores como Kerouac, Ginsberg, Burroughs, Brautigan, entre otros, es una muestra de ello. La principal cuestión de la contracultura, al igual que la vanguardia, es analizar hasta qué punto el autor puede mostrar el lado oscuro de su contexto histórico; llevar este análisis a su máxima expresión y, desde ahí, realizar una crítica a su propio entorno. La función del arte responde, pues, a su vocación política y social que desmenuza los parámetros de lo que es socialmente aceptado para tergiversarlo y denunciar los límites de una sociedad enajenada en una vida llena de moral y buenas costumbres.
Azul casi transparente, del japonés Ryu Murakami, es una novela que responde a esta clase de inquietudes: situada en la época de la guerra de Vietnam, esta obra narra la vida de Ryu, un joven bisexual de veinte años que, junto a su grupo de amigos, se dedica a ir de fiesta en fiesta con la única finalidad de evadir su propia realidad consumiendo heroína, antidepresivos, alcohol y productos derivados del cannabis.
Con una prosa fuerte, altamente descriptiva y muy mordaz, Murakami envuelve al lector en un ambiente de desolación que a ratos sabe a libertad y a ratos a encierro. La ambivalencia del texto radica en la descripción de los ambientes cargados de erotismo (que no pornografía, pues, a pesar de ser pasajes altamente descriptivos y grotescos, nunca llegan al terreno de la vulgaridad). A pesar de no ser una novela de tinte pornográfico, un lector no tan avezado podría calificarla como tal: es difícil aceptar, en la literatura, el elemento pornográfico, la culpa del hombre lo condena a una pena intermitente que somete sus bajezas al verse a sí mismo sorprendido en la intromisión de un acto natural que ha devenido en espectáculo. Y es que Murakami hace uso de este juego crudo para mostrar una realidad evidente durante ese periodo histórico en el que conviven los personajes de Azul casi transparente.
Esta novela es un reflejo de una sociedad que está cayéndose a pedazos, una sociedad en la que la juventud se muestra abstraída y enajenada con las drogas y el rock and roll. No considero que Murakami sea moralista o que esta novela tenga una función de enseñanza, simplemente es y punto. Las escenas descritas no son creadas para funcionar como un pasaje ejemplar, sino como una muestra cruda, real, de aquella juventud japonesa que ansiaba evitar una realidad aplastante.
Desde el inicio, Murakami se entrega a describir aromas, emociones, sensaciones, y en apariencia la novela no tiene una anécdota, sino que responde a un flujo de conciencia del propio narrador, Ryu, para adentrarnos en su mundo de drogas en el que, si uno es sensible, se deja inmiscuir como un personaje más, no como un morboso, sino como un partícipe de la novela.
Murakami ha hecho, pues, una denuncia, ha creado una respuesta al canon moral de su época escribiendo una novela sucia, realista que, en partes, se muestra filosófica: los pasajes referidos a la muerte son una exquisitez y la descripción de los ambientes nos hacen estar presentes en las orgías, en las fiestas, en los conciertos y en las experiencias con heroína. Murakami es a Japón como Irvine Welsh lo fue a Escocia en su momento.
Azul casi transparente es, pues, una novela canónica de juventud que todos deberíamos leer antes de cumplir los veinticinco, pues nos muestra cómo vivir la vida, cómo dejar ir y, sobre todo, cómo no preocuparnos demasiado por la vida si al final todos nos vamos a morir.
Toriz, 2017.
 Autor: Marco Antonio Toriz Sosa Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Escribe cuento, poesía y, a veces, crónica y ensayo. Sus cuentos y poemas han aparecido en las revistas Primera Página, Cuadrivio, Punto de Partida UNAM, Círculo de Poesía, entre otros. |
